Diego

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Te busco y no te encuentro.
Me siento tan perdida, nada me alivia del yugo del dolor.
Perdición, tú me has hablado de amor y te has traicionado mirándome con sangre en las manos.
Siempre,
Diego,
siempre te encuentras en frente mío, yo te suplico, te arranco la ropa entre suspiros e imploro al destino que me aparte de ti, cariño.
Me acuerdo aún del Champagne Supernova, yo en Londres y tú en Madrid, siento que nunca voy a volver a sentir tanto como cuando estaba sola en una habitación vacía tocándome con alevosía, mientras tú al otro lado de la línea me implorabas palabras prohibidas.
Creía que al volver serías el mismo chico tierno y guapo que me hacía perder los papeles y el norte, pero solo reviviste mi libido, nada más que hastío se instaló en mi después de nuestro primer encuentro nítido.
Me parecía un estruendo, cada vez que yo me arañaba el alma, mis lagrimas brotaban y tú solo observabas.
Cómo se puede ser tan cruel y meticuloso para saber el momento exacto en el que clavarme los dedos en los ojos.

Moi-même ©️Donde viven las historias. Descúbrelo ahora