Capítulo 3

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                                        —Joder, ¿de donde han escapado estos dioses?—

Ojos celestes.

Esos malditos ojos celestes no han salido de mi cabeza en los 3 días que han pasado desde que le vi. Por supuesto, sigo preguntándome por qué no le dije nada a la policía, pero ya no puedo hacer nada para volver atrás.

Salgo de mis pensamientos cuando siento que tiran de mi pelo con dureza.

—Joder Meghan, que duele. –Me agarro la parte dolorida mientras frunzo el ceño hacia mi mejor amiga.

—Vaya, pero mira quien decide prestarme atención. –Habla con sarcasmo mientras eleva una ceja.—Llevo hablando sola media hora Rachel.

—No seas exagerada mujer. –Hago rodar mis ojos y vuelvo a hablar. —¿Qué estabas diciendo?

Mi amiga me mira fijamente decidiendo si merezco que me repita lo que estaba diciendo.

—Joder, pues que deberías dejar que te arregle el pelo más a menudo. Sabes lo jodidamente bien que te queda cuando lo peinas adecuadamente. Además, no me voy a cansar de decírtelo, tienes un pelo envidiable, ¡pero si hasta se te riza con solo hacerte una trenza durante diez minutos! –Decide hablar.

Me encojo de hombros mientras observo como envuelve la máquina con un mechón de pelo y tras unos segundos lo deja caer.

—Sabes que soy más básica a la hora de peinarme, me da–

—Pereza, sí, lo sé, pero no te viene mal arreglarlo un poco de vez en cuando. –Me interrumpe y me mira haciéndome saber que, en esta ocasión, no se iba a rendir hasta que no le diera la razón.

Si, la pereza siempre me gana señores, es una ley de mi vida, una de las más importantes de hecho.

Así que solo me vuelvo a encoger de hombros y ella suspira con cansancio. Mientras, me vuelvo a perder en mis pensamientos, esta vez relacionados con el tiempo que iba a estar fuera de casa y la hora a la que iba a volver ya que solo iba a pisar la calle obligada por la morena que estaba detrás de mi.

Porque sí, como siempre, me había vuelto a obligar. Esta mañana decidí darme una noche de relax conmigo misma, y cuando Meghan llamó para ofrecerme una salida le conté sobre mi plan, pero ella, por supuesto, me dejó sin argumentos al decir que esa noche de relax en realidad la tenía bastante a menudo. Cosa que es verdad, pero solo cuando no tengo que cerrar el bar.

—Así que he decidido adoptar una serpiente porque mi hamster se siente solo y necesita a alguien con quien jugar. –Salgo de mis pensamientos cuando escucho la oración que ha salido de mi amiga.

Levanto la mirada y le miro con confusión.

—¿Desde cuándo tienes un hamster? –Giro mi cabeza un poco mostrando el estado de confusión en el que me encuentro.

—¿De verdad solo te has quedado con eso de todo lo que te he dicho? Además, solo lo he dicho para que me prestaras atención de una buena vez. –Mi nada agresiva mejor amiga, da con su mano en la parte trasera de mi cabeza. —¿En qué piensas tanto? No me has escuchado desde que te he comenzado a peinar.

—No es nada. –Por supuesto estoy pasando por alto el hecho de que ella me conoce más que yo misma a veces.

Hay un pequeño silencio en el que ella haciendo bucles en mi pelo y se perfectamente que le está dando vueltas al tema. Me lo confirma cuando me mira sonriendo con diversión.

—Tu estas pensando en el criminal del bar, zorra. –Le había contado a Meghan sobre lo sucedido hace días en el bar después de que ella se llevase casi dos horas preguntando por qué estaba tan rara al día siguiente.

D E M O N SDonde viven las historias. Descúbrelo ahora