—Bienvenidos a DEMONS–
Termino de apuntar la orden de aquel hombre y me dirijo a la barra con rapidez. La paciencia no es una cualidad de los clientes habituales del bar. Les entiendo, mía tampoco.
Aquí los pedidos suelen ser los mismos: alcohol y nuestro cuerpo, o nuestro número en su defecto.Después de dejarles los vasos y las botellas, voy a la barra con mi compañera.
—¿No se cansan de beber? –Hace rodar sus ojos.
—En realidad, si no beben, nosotras no trabajamos. Lo sabes ¿no? –Le sonrío mientras meto los vasos en el lavavajillas.
—Pues ¡Bebed chicos! ¡Que no falte el alcohol! –Levanta los brazos mientras yo sigo riendo ante su repentino cambio de actitud. Iba a responderle, pero alguien entra haciendo que el establecimiento completo se quede en silencio.
—Hoy te toca a ti guapa. –Samantha da una palmada en mi trasero y yo suspiro con pesadez.
Se trata de Carlos, uno de los criminales más peligrosos de la ciudad y uno los tantos que frecuentan este bar.
Me acerco a la mesa donde se encuentra el hombre tatuado junto a varios chicos que tienen la misma mala pinta que él.
—Buenas noches, bienvenidos a DEMONS, ¿cuál va a ser su pedido?–Repito la misma oración de siempre con cansancio mientras apuntó el número de la mesa.
—Hola Rachel, veo que hoy te ha tocado a ti. –Le dedico una suave sonrisa a Carlos. —Va a ser lo de siempre, preciosa.
—Muy bien, enseguida viene su botella de tequila.
Cuando llego a la barra, escucho algunos vasos chocar contra algo antes de hacerse trizas.
Al darme la vuelta, veo que no han chocado precisamente contra el suelo.Miro a Samantha, que agarra la escoba para echar a los dos alborotadores. O bueno, a intentarlo.
Cojo la botella de tequila y vuelvo a la mesa.—Se le va a hacer difícil separar a esos dos. –Carlos mira a mi compañera y yo le miro incómoda.
—El dueño no suele venir por aquí en los turnos de noche, así que nosotras nos turnamos para separar a las bestias. –Me encojo de hombros con indiferencia.—El problema es que los golpes a veces vuelan hacia nosotras.
—¿Y lo conseguís? –Uno de los acompañantes de Carlos habla alzando una ceja.
—La mayoría de las veces sí.
Observo como el hombre frente a mi se levanta, ante la mirada sorprendida y confundida de todo el bar, y va hacia mi compañera.
Sólo con una mirada, Samantha se aparta y él coge por la camiseta a uno de los hombres, haciendo que ambos le miren con terror.
—Ahora os vais a dirigir a esa puerta y vais a arreglar vuestros problemas en otra parte, ¿he sido claro?–Su voz suena tan amenazante que hace que los hombres asientan rápidamente y salgan.
Samantha gira la cabeza en mi dirección y me dedica una mirada confundida, a lo que le respondo alzando las cejas y en cogiendo mis hombros.
—Carlos tío, ¿a qué ha venido eso? –Pregunta uno de los que estaban sentados en la mesa cuando él llega.
—No creo que os molesten más, y si lo hacen, ya sabes que puedes avisarme. –Ignora al pobre chico y se dirije a mi.
Yo solo respondo asintiendo y con un pequeño "gracias" antes de retirarme para acompañar a Sam.
—¿A qué coño ha venido eso? –Mi compañera no sale de su asombro.
—No preguntes, porque no tengo ni idea. Nos ha querido ayudar, supongo. –Me encojo de hombros y reímos ante la situación tan confusa.
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D E M O N S
Teen FictionA veces la necesidad de dinero ciega a muchas personas obligándoles hacer cosas que jamás pensaron. Pero, ¿que pasa cuando aparece alguien que te hace ver el mundo de otra manera? ¿Y si ese alguien te enseña que el dinero no es lo más importante? ¿L...