Capítulo 6

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—Muy bien gatita, vamos a llamar a tu amiga para que venga a buscarte—

Cierro la puerta de mi habitación mientras sigo escuchando los gritos de mi hermano y mi madre y suspiro cansada de la misma historia de siempre. Mi hermano se desesperaba y le decía a mamá que ya era hora de salir de casa, que no le hacía bien estar encerrada, por supuesto yo estaba de acuerdo con él en eso, pero no en la forma de dirigirse a ella, ya que era demasiado brusco.

Me siento en la cama y reviso la hora en mi móvil para darme cuenta de que es casi la hora de irme a trabajar, así que voy hacia el armario y, tras unos minutos mirando las distintas prendas, me decido por unos shorts y un top blanco terminando por unas botas negras con un poco de tacón.

Murmuro una maldición mientras guardo las cosas en el bolso al recordar que mi hermano se llevaría el coche porque según él "ya le toca". Inconvenientes de tener solo un coche.

Salgo de la habitación y veo que ambos se han calmado un poco, hago una mueca y sin decir una sola palabra salgo de casa con mi chaqueta de cuero negra colgando de mi brazo junto al bolso. Por el camino me doy cuenta de que mis auriculares se han quedado sobre mi escritorio, por lo que tendría que ir sin música para el camino de vuelta también.

Me quedan algunas cuadras para llegar cuando escucho el claxon de un coche a mi lado, al girarme, me encuentro con Jake.

—Hey, preciosa, ¿qué te parece si te acerco al bar? —Llama mi atención desde el vehículo mientras este sigue en marcha.

—No gracias, Jake. Tengo dos piernas y puedo ir sola. —En ningún momento paro de andar, pero claro, eso a él no le importa.

—Rachel, joder, que no te voy a hacer nada, sube. —Vuelve a pedir.

Paro unos segundos para pensar en mis opciones, no tengo ganas de que me haga comentarios babosos durante todo el camino, pero me da demasiada pereza seguir caminando hacia el bar. Mientras yo me debato entre montarme en el coche o no, él estaciona a mi lado para esperar pacientemente mi decisión. Algo raro en Jake, debo decir.

—De acuerdo, pero a la primera gilipollez me bajo, aunque el coche esté en marcha. —Le señalo con mi dedo y él asiente mientras yo me monto en el asiento de copiloto.

Sí amigos, la pereza siempre gana cuando se trata de mí.

Dejo caer mi cabeza sobre la ventana mientras escucho las canciones que salen en la radio, pero tras unos segundos, la voz de mi acompañante atrae mi atención.

—¿Has vuelto a pillar algo?

Niego como repuesta y vuelvo a mirar por la ventana.

—Tengo un poco aquí, si quieres-

—Te dije que solo es cuando estoy en fiestas y de vez en cuando, no siempre. No quiero tu mierda. —Le interrumpo de forma brusca mientras le miro mal.

—Oh vamos, sabes que si quieres un poco. —Hace una pequeña pausa mientras me mira sonríe de lado—Solo una calada, te va a relajar, ya verás.

Le miro dudando de su propuesta.

—No voy a fumar nada en tu coche mientras conduces, Jake.

Él sonríe. Sabe que estoy cediendo, y eso no me gusta nada.

—Eso no es un problema, casi hemos llegado, y quedan diez minutos para que empiece tu turno.

Guardo silencio el resto del camino. Solo puedo darle vueltas a lo que sé que voy a terminar haciendo. Le dije a Meghan que lo dejaría porque tampoco es que lo hiciera todos los días, ella, por supuesto, me creyó y no ha tocado más el tema desde entonces, ya que frente a ella no lo he vuelto a hacer.

D E M O N SDonde viven las historias. Descúbrelo ahora