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Cuando Kendall llegó junto a la joven la encontró de espaldas y pensó que estaba dormida. Rodeó la cama para sentarse en el sillón que estaba del otro lado, y pudo darse cuenta que ella tenía los ojos cerrados pero sollozaba, tan bajo que era apenas audible.

En un principio él no supo cómo reaccionar, nunca le había tocado consolar a nadie, y esperaba no tener que volver a hacerlo pero esta vez tenía que decir algo.

—Sé que no hay mucho que pueda decir en estos momentos, pero lo siento mucho... ya me había acostumbrado a pensar en la pequeña Victoria como mi hija.

En ese momento, ____ ya no pudo contenerse más, y el llanto se desbordó como una represa, pronto sus sollozos se convirtieron en aullidos de dolor. Kendall intentó contenerla, pero apenas podía, su histeria le proporcionaba más fuerza y no lograba mantenerla quieta. De pronto, el doctor, entró armado de una jeringa y le administró un sedante, ____ se doblegó casi instantáneamente y en cuestión de minutos estaba profundamente dormida. Kent, quien había subido detrás de su amigo, sintió que era su obligación confortar a su hijo, y le palmeó la espalda.

—Entiendo como debes sentirte hijo. Nosotros con tu madre, pasamos muchas veces por esto, hasta que llegaste tú, ¿no es así Ross? —El doctor movió la cabeza en forma afirmativa para corroborar los dichos de su amigo—. ____ es una chica fuerte, pronto te llenará de hijos. Solo piensa que al comienzo del embarazo no lo pasó muy bien, y este tiempo, ella se obstinó en atenderte haciendo grandes esfuerzos físicos en ocasiones.
—Si querías que me sintiera culpable, lo has conseguido —le espetó Kendall a su padre, sin tono.
—¡No! Ella fue la obstinada, no quiso que contratara una enfermera. Muchas veces la sorprendí cambiándote la ropa ella sola, y cuando creía que nadie la escuchaba te hablaba suavemente: a veces como a un niño y otras, como lo que eres, su amor. ____ te ama, y mucho.

Después de esta declaración, los dos hombres mayores salieron dejando a Kendall sumido en sus pensamientos.

Esa noche, Kendall no volvió a su cama a pesar de la insistencia de su padre y de Betsy, quien se fue a quejar con él por la presencia de Lady Anne. ____ por su parte continuó dormida y solo de vez en cuando se removía inquieta en la cama y sollozaba, sin llegar a despertarse.

—Yo no puedo evitarlo, esta es su casa, él decide a quién recibe y a quién no.
—Lo sé joven Kendall, ¿pero no cree usted que es extraño que teniendo una hermana en la ciudad haya venido a esta casa, en lugar de ir por ella? Ellos apenas se conocen. Pasaron tiempo a solas en Bath, pero no lo suficiente como para entablar una relación. A su padre se le veía muy entusiasmado.
—¿Estás celosa?
—¡No lo quiera el cielo joven! Solo estoy preocupada, ella quedó viuda y prácticamente en la ruina, pero la vida que está acostumbrada a llevar es muy diferente a la que tenemos aquí. Su padre no ha estado bien, y no me gustaría que sufriera a causa de la dama. Si ella fuera sincera, no pondría reparos a su relación.
—Gracias Betsy, lo veré por la mañana.

Se comenzaba a escuchar el canto de los gallos, cuando ____ abrió los ojos. Se levantó evitando hacer ruido al ver que Kendall estaba dormido, sentado en el pequeño sillón que le quedaba bastante pequeño. Se acercó a él y posó los labios en su frente para depositar en ella un rápido beso. Él pareció murmurar unas palabras pero continuó dormido.

____ sentía su cuerpo como si un tropel de caballos hubiera pasado por encima, medio encorvada llegó hasta la puerta y salió.

Aún no clareaba el día, y nadie se había levantado, excepto la señora Gibbons, que ya estaba prendiendo el fuego de la estufa para comenzar a preparar el desayuno.

—¿Dónde está mi hijo?
—¡Señorita Dunne!
—Señora Gibbons dígame dónde está mi hijo.
—Charlie se ha encargado de él.
—¿Encargado, cómo?
—Lo llevará al cementerio de la parroquia.
—Quiero que tenga un funeral, y...
—Una lápida debidamente escrita —continuó Kendall detrás de ella, sin saber a ciencia cierta lo que intentaba decir—. No te preocupes cariño, yo me encargaré.
—Gracias Kendall.

____ no sabiendo como demostrar su gratitud, se dio la vuelta y lo abrazó por la cintura, él conmovido después de unos segundos correspondió al abrazo, mientras la señora Gibbons limpiaba una lágrima que rodaba sin rumbo por su mejilla.

—Señora Gibbons, ¿dónde están los niños?
—Eh, bueno... Daniel está en el cuarto de Charlie, y las niñas están repartidas entre nuestros cuartos.
—¿Por orden de quién?
—De su padre.
—¡Yo las traje aquí, debían preguntarme! Está bien no es culpa de ustedes. ¿Qué quieres hacer ahora ____, cómo te sientes?
—Quiero irme a la cama y no volver a salir de allí.
Kendall la empujó fuera de la cocina, pero antes de llegar a la sala, la tomó de ambas manos y la obligó a mirarlo.
—Sé por lo que estás pasando, pero escúchame.
—No lo sabes.
—Perdí a mi madre cuando era muy joven pero aún la recuerdo.
—¿Por eso no querías que tuviera su anillo?
—Sí, pero ese no es el punto. Debemos planear una boda, nuestra boda, lo más pronto posible.
—¿Aún quieres casarte conmigo?
—Nuestro trato sigue en pie —respondió el intentando parecer cínico—. Recuerda que tienes un contrato firmado. Tenemos que casarnos, y comprar una casa para llevarnos a esos niños de aquí.
—¿De verdad deseas hacerte cargo de ellos?
—¿Tú no?
—Los quiero a todos, pero adoro a la pequeña Sally.
—Además...
—¿Qué?
—Betsy me ha hablado de la Lady Anne esa, y tengo que asegurarme de que no sea una caza fortunas. Cuento contigo para que me ayudes con eso.
—¡Pero me estoy sintiendo tan mal!
—Mañana celebraremos el funeral de Victoria, tienes hasta entonces para decirle a tu cuerpo que se recupere, en cuanto a tu espíritu, va a tardar más pero con el tiempo será menos doloroso.
—¿Me ayudarás?
—Yo, mi padre, Betsy, los niños, entre todos lo haremos. Ahora ve a la cama, haré que te suban el desayuno.
—No tengo deseos de comer nada.
—Lo harás, te necesito fuerte para que me ayudes a buscar casa.
—Gracias Kendall.
—No tienes de qué pequeña.

Si las circunstancias hubieran sido otras, ____ se habría sentido feliz con el buen trato que ese hombre le estaba dando, pero solo quería hacer que se sintiera bien para que no cayera en el abismo de la desesperación, y lo estaba consiguiendo pues era un demonio astuto. Ella intentaría desconectar sus sentimientos y solo pensaría en lo feliz que sería viviendo con cinco niños en la casa, sería como en el hospicio pero mucho mejor, pues ellos serían su familia, y quién sabe si el destino fuera bondadoso y le concediera el amor de Kendall también.

Los árboles del cementerio, lucían sus primeras flores anunciando la primavera, cuando la pequeña recién bautizada Victoria ____ Schmidt Dunne, fue sepultada en el mausoleo familiar. A pesar de que los Schmidt no eran muy apegados a la iglesia, el párroco de la parroquia de St. James había accedido de buena gana a bautizar al angelito antes de ser sepultado. A Kendall tampoco le había importado que fuera católico, lo único que deseaba era dejar conforme a ____, y terminar lo más pronto posible con el rito, porque ella parecía que se desmoronaría en cualquier momento.

Terminado el sepelio, Kendall entregó un donativo para la iglesia, y aunque el cura intentó comprometerlo para celebrar la boda en su parroquia, él se fue por la tangente porque sabía que su padre no le perdonaría que no se casara por la ley anglicana al igual que él.

Cuando volvieron a casa ya era casi la hora de la merienda, así que mientras estaba lista Kendall se encerró en la biblioteca a pensar cómo le plantearía las cosas a su padre. ____ subió a su habitación, pero bajo la advertencia de Kendall que al día siguiente debía estar recuperada para que comenzaran los preparativos de la boda, y sobre todo a buscar casa.

Kent Schmidt, ignorante a todo lo que se venía por delante, ese día no volvió a la fábrica para quedarse en casa disfrutando de la compañía de Lady Anne.

EL Contrato (Kendall. S)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora