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Cuando Kent hizo el anuncio se escuchó un murmullo general, algunos estaban interesados por saber más del nuevo gerente, decían que sería más de lo mismo, y fueron pocos los que expresaban indiferencia ante el cambio.

—¡Hace unos meses atrás tuve la oportunidad de estar al frente por un breve tiempo, sin embargo, bastó para que me diera cuenta de lo que andaba mal y había que cambiarlo! ¡Si ustedes trabajan a conciencia, no tendremos problemas, pero desde ya les advierto que eliminaré a todas las manzanas podridas del cajón antes que sea demasiado tarde! —En el preciso momento que pronunció las últimas palabras, Lewis hizo su entrada, y Kendall lo miró directamente, por lo que el hombre imaginó perfectamente a quién se refería—. ¡También habrá otros cambios que espero sean bien recibidos porque será para el alivio del trabajo de ustedes, pretendo que Schmidt & Son, sea una fábrica modelo que no explota a sus trabajadores, y así otros comerciantes sigan el ejemplo! ¡Eso es todo por ahora!

La mayoría miró perplejo a Kendall, y un grupo de mujeres lo aplaudió, ya que cualquier cambio que se introdujera no podía ser más malo de lo que tenían ahora. Kendall iba a entrar a la oficina nuevamente en compañía de su padre, pero vio a sus amigos que venían llegando, y decidió bajar para darles un recorrido por el lugar. Les iba explicando el proceso del tejido, el teñido, el lavado, en fin, todo desde que llegaba el algodón en motas hasta que salía convertido en una tela. Sus amigos se limitaba a oír, y a los tres se les pasaba la misma pregunta por la cabeza: ¿Por qué Kendall les explicaba todo eso?

—De seguro que están intrigados, pero sabrán enseguida el porqué del tour que acabo de darles. Si me acompañan arriba, el misterio será desvelado por fin. —Kendall guiñó un ojo y comenzó a caminar, esperando a que los otros lo siguieran. Arriba, los tres saludaron con respeto a Kent, y por suerte este no les hizo un desaire, pues no olvidaba lo que habían hecho por su hijo.
—Antes de entrar en materia, ¿supieron algo más de esa Vanity?
—No señor Schmidt, parece que se la hubiese tragado la tierra —respondió Sam—, y lo raro es que el comisario tampoco salió a buscarla, es como si la ha dejado escapar a propósito.
—Ese comisario nunca me ha gustado —dijo Kent disgustado—. En fin ahora tendré tiempo para hacer mis propias averiguaciones.
—Bueno, ahora que estamos todos, les diré de qué se trata: Sam Carlisle, quiero que seas el nuevo capataz, y tú Billy serás su asistente. Ron, deseo que desde ahora te vistas con mejores ropas, porque serás el vendedor de las telas de Schmidt & Son. Tendrás que hacer muchos viajes y por lo tanto deberás abandonar la bebida y el juego, por lo menos entre semana... Eso va para los tres. ¿Qué dicen, aceptan?
Los tres lo miraron asombrados, luego se pusieron en actitud pensativa, cada uno en su estilo, y luego uno a uno estiró la mano hacia Kendall para estrechar la de él.
—Muchas gracias, este es una gran oportunidad para dejar de ser unos vagos y hacer algo productivo con nuestras vidas —declaró emocionado Sam, hablando por los tres.
—Los invitaría a celebrar, pero estaría dando un mal ejemplo —bromeó Ron —. Aprenderemos a brindar con té.
—¡O café! —exclamó Kent, riendo. Kendall cogió tres bolsas y se las entregó.
—Esto no es un regalo, es un anticipo de su sueldo. Es para que vayan comprando ropa, o lo que necesiten. Por ahora los libero, pero los quiero mañana a las ocho aquí para su primer día de trabajo.
Después que se hubieron ido, Kendall se tiró en la silla y suspiró, se sentía renovado.
—¿Me vas a contar ahora qué sucedió con Lady Anne?
—Es muy bochornoso. No quiero que te rías de mí.
—No me reiré y tampoco lo contaré.
—Anoche... Cuando fui detrás de Lady Anne, porque creí que estaba ofendida... La sorprendí dándole instrucciones al mayordomo. Le decía que fuera a la casa de su hermana, pero que volviera contando que no había encontrado, pues ella no podía salir de casa sin una proposición de matrimonio y un anillo en el dedo. Yo aclaré todo de inmediato y no tuvo más remedio que marcharse.
—¡Qué mujer, escapaste a tiempo!
—Me gustaba mucho la bribona.
—Cuando menos lo esperes aparecerá alguien especial, ya lo verás. Me habría gustado que Betsy y tú se entendieran, pero...
—Nos conocemos demasiado.
—Comprendo

EL Contrato (Kendall. S)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora