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Cabalgaron al tranco de los caballos hasta una cabaña abandonada en medio del bosque. Los hombres fueron a amarrar los caballos, entretanto Vanity se encargaba de atar a Kendall que había sido arrojado al suelo sin miramientos.

Kendall no supo por cuánto tiempo estuvo inconsciente porque cuando despertaba, aparecía alguien a interrogarlo, y cómo él no respondía le propinaba un golpe. Así fue todo el día, hasta que llegó la noche. Vanity, cogió una silla y se sentó a horcajadas frente a él.

—¡Agua, por favor! ¡Tengo sed!
—¡Tommy, trae agua para el hombre!

Tommy era muchacho desgreñado y sucio. Le dio de beber agua a Kendall de un cubo, y apenas comenzó a tomar el refrescante líquido, se lo quitó de la boca y tiró el resto al piso de tierra.

—¿Qué quieren de mí? —preguntó él con dificultad—. ¿Acaso les debo algo? ¿Les conozco?
—No —dijo Vanity, al tiempo que negaba con la cabeza—, pero nos conoceremos ahora primor. ¿Cómo te llamas?
—Smith.
—¿Smith? ¿Qué más?
—John.
—John Smith, ¡conque esas tenemos! ¿Crees que nací ayer? —Vanity se levantó de la silla y comenzó a dar latigazos al aire con la fusta que tenía en la mano —. ¡Barry, Tuerto, Scarface, Bobby, vengan a darle una lección a este muchacho, a ver si recuerda su nombre!

Como en una nebulosa, Kendall vio aproximarse a cuatro de los secuaces de Vanity. No tenía dónde huir, estaba acorralado en el pequeño cuarto mohoso de la cabaña. Después no recordaba cómo lo habían agarrado para golpearlo hasta que estuvieron exhaustos. La paliza fue tan grande que le rompieron varias costillas, una de las cuales le perforó un pulmón y vomitaba sangre. Abría los ojos pero no lograba distinguir nada, su cara era una masa informe. Al verlo tan mal, creyeron que le habían dado muerte y se dieron a la fuga, llevándose el caballo y todas sus pertenencias en las que iba el reloj de bolsillo, y el caro abrigo con cuello de piel.
Kendall, en su semi inconsciencia pensaba que moriría, porque no tenía ni siquiera agua para mantenerse vivo, ni fuerzas para tratar de incorporarse, así que se entregó a las manos de Dios, a pesar de que no era un hombre de fe.

Tres días después, llegó el coche de alquiler a la casa de los Schmidt, Betsy estaba feliz, y ____ también porque ya sentía esa morada como su hogar. Cuando el grupo entró, lo primero que notaron fue el desorden reinante al interior de la casa, lo siguiente fue ver a otra chica vestida como mucama. Kent no dijo nada, hasta que escuchó unas risas provenientes de la cocina, y antes que lo hiciera Betsy, él mismo se asomó a mirar. Casi le da un nuevo ataque al ver a cuatro mocosas sucias con harina, jugando con otra joven desconocida.

—¡¿Qué sucede aquí?!
Todos quedaron estáticos al escuchar la voz del patrón.
—¡Señor Schmidt, no lo esperábamos aún! —exclamó la señora Gibbons roja como un tomate maduro.
—Así lo veo. ¿Por qué hay más servicio?
—El joven Kendall las contrató, y a Charlie también.
—¿Y estas niñas?
—También las trajo él, hace como una semana. Las rescató de la fábrica.
—¡¿Cómo?!
—Creo que hablé demasiado —lo interrumpió la cocinera—. Mejor pregúntele a él.
—Iré de inmediato a la fábrica.
—El joven no ha llegado, es decir, aún no vuelve de Bath. Pensamos que venía con ustedes.
—Se vino cabalgando desde West Midlands —intervino Betsy que estaba escuchando detrás de Kent.
—Pues, no ha aparecido por aquí.
—Debería haber llegado hace dos días —repuso Kent, pensativo.
—¿Y si le sucedió algo? —____ comenzó a retorcer un pañuelo preocupada.
—Claro —dijo Kent con sorna—, debe haber chocado con una taberna.
—¡Usted siempre piensa mal de su hijo, por eso él es así, porque nunca cuenta con la confianza del padre! —le espetó con furia ____. Todos la miraron asombrados, pero ella se dio la media vuelta y subió a su habitación.
—Iré a ver si lo encuentro —le informó a Rose—, pero a mi regreso necesito una buena explicación acerca de esas niñas.

EL Contrato (Kendall. S)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora