Día 20

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Memorias.

Cassie solía salir más tarde que yo del salón de clases y eso se debía a sus largas pláticas con los compañeros. Su sonrisa era hermosa, de hecho, tan contagiosa como la de Yadiel, aunque más audible y resonante entre aquellos que le prestaban atención. A su lado yo no era más que una oruga pequeña, resguardada siempre bajo la sombra de una hoja a medio morder. Pero no me molestaba en absoluto, por el contrario, me sentía bien siendo una simple oruga viendo la vida pasar. Solía esperarla en la mesa de piedra que quedaba cerca de las canchas, bajo a un enorme árbol de flores rosadas, podía ver cómo todos los alumnos deportivos andaban y venían. Especialmente las chicas porristas que siempre destacaban por ser, además de hermosas, traviesas junto a los jugadores. Mis tardes solían ser bastante serenas, comía un sándwich hecho por mí y tenía el volumen de mis canciones a todo lo que daba. Podía sangrarme los oídos, pero no me importaba, la música había sido creada para escucharla, ¿quién era yo para negarme tal privilegio?

Lo extraordinario de aquellos días es que podía estar en paz conmigo misma, o al menos, intentaba estarlo. Según la señorita, los medicamentos que me había recetado estaban funcionando bien... y creí de algún modo que podía ser cierto. No había presentado ningún otro ataque y ese monstruo no me había molestado en una semana, lo que consideraba un gran avance. Estaba bien con solo saberlo yo, después de todo... mi tía no solía preocuparse mucho por lo que sucedía conmigo, pero ya me había acostumbrado a su ausencia.

—De nuevo tan sola

Sentí una lata fría dar contra mi mejilla y me alejé de golpe, quitándome los audífonos. Yadiel me miraba con una expresión divertida. Estaba empapado en sudor y en su nuca tenía una toalla blanca, su entrenamiento por fin había concluido. El uniforme azul de su equipo siempre encajaba tan bien en él, dándole esa apariencia fornida y atractiva. Me sorprendía que a pesar de tener una gran cantidad de sudor encima, no desprendiera hedores sino una fragancia dulce. Se echó a reír al sentarse a mi lado.

—¿Esperando a Cassie?

Asentí con las mejillas coloradas.

—Tss... a veces la envidio un poco, ya me gustaría que tú me esperaras también

—Es... ah...

—Siempre te tiene aquí sola, me molesta que sea tan descuidada, te tiene por segura

—Bueno... eso no... está a discusión, yo la esperaré lo que tenga que esperar

Alzó la ceja.

—Buuu Bridget, solo me pondrás celoso —dijo entre risas. —mi hermana suele ser tan conflictiva, aún me pregunto cómo es que tú y ella se hicieron tan cercanas. Aún así, ya que siempre esperas ¿no crees que sería más divertido si tuvieras otra cosa que hacer?

—Ya lo hago —respondí con timidez. —escucho música, no necesito más

—¡Eso no es tan divertido! —dijo conmocionado

—A mi me divierte —me encogí de hombros. —el tiempo se pasa más rápido y no tengo que pensar demasiado

—Hmmm... eso suena interesante. Espera, ¿Y qué tal si hacemos un juego divertido?

—¿Jue...go?

—Salgo temprano de mis entrenamientos, al menos la mayor parte del tiempo y no tengo mucho que hacer más que salir con unos amigos. Y ya que siempre estás aquí, ¿Por qué no intercambiamos canciones? Eso sí que es divertido

—¿Inter... cambiar? Pero yo no-

—Anda, anda, es un buen juego, además, así nos conocemos mejor ¿no lo crees? —extendió su mano para pedirme el cuaderno frente a mí, titubeé antes de acceder. Mi diario es lo más preciado que tengo, abrirlo frente a alguien es como abrir mi corazón y no estoy dispuesta a ello. —Vamos Bridg, es solo un papel

35 días contigoDonde viven las historias. Descúbrelo ahora