Día 32

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Día 31.

Me siento...

Asqueada, mi cabeza da vueltas y ninguna de ellas me lleva a ninguna parte. Me siento, devastada, por más que miro mi entorno lo único que veo es... oscuridad. Miro el techo y siento mis lágrimas decaer con amargura, el nudo en mi garganta comprimiendo mis pulmones hasta asfixiarme.
Hundo la cabeza entre mis rodillas y me maldigo una y otra vez. Entierro los dedos en mis cabellos y sollozo hasta quedarme sin aire, ¿qué más necesito para morir de una vez? ¿Qué otra prueba vendrá para probar mi coraje?
Porque ya no puedo, mis piernas apenas y pueden sostenerme, mis palabras apenas y pueden resguardarme, mis manos apenas y pueden defenderse, entonces, ¿qué más? ¿qué más necesitas de mí Dios para probar que soy fuerte?

Me siento tan mal por siquiera considerar acabar con mi vida, pero...
¿Por qué no?

Pero, la gente va a señalarme... ni siquiera de muerta me van a perdonar, incluso puedo asegurar que van a terminar riéndose y entre carcajadas dirán que no fui lo suficientemente fuerte. Van a condenar mi acto, me dirán que me fui al infierno y se reirán de mi decisión. Pero espero que entre una de esas personas alguien me diga...

Realmente lo hiciste bien.

Que sepa apreciar lo que hice en vida y dejen que me marche sin sentir culpa... más de la que ya tengo.

Tengo una idea, si lo hago parecer accidente seguramente las personas no me juzgarán... si finjo como hasta ahora, las cosas resultarán bien. Me puse de pie, apenas y podía respirar por mi congestión. Busqué desesperadamente mi diario y arranqué la última hoja. Sujeté con dificultad el lapicero, estaba temblando, pero ya es un hecho lo que haré. Escribí mientras me derrumbaba.

Debo trabajar y estudiar para salir adelante. Ser alguien ejemplar en la vida.
Debo esforzarme para darle algo de que enorgullecer a mi tía. Callar bocas y continuar mi día a día.
Cada día, semana, mes y probablemente años. Solo debo ser mejor.
¿Cierto?
Es una rutina fingir estar bien. Es una rutina encajar a como dé lugar.
Es mi rutina, por culpa.
Es un castigo, mi castigo.
Y me lo merezco.
Porque yo solo hago mal las cosas. Y me odian, pero yo también me odio.
No los culpo. Me odio.
Y quiero morir día a día.

Porque, no merezco estar aquí.
No es mi lugar.
El mundo seguirá igual si me muero ahora mismo.
Así es, yo merezco morir.
Y debo morir.
No quiero estar aquí.
Adiós tía, adiós.
Te amo.

Y por eso te quitaré una carga.
Te amo.

Por favor, dile al resto que me esforcé en vida. Solo díganme que trabajé duro e hice bien las cosas. Solo... dime que lo hice bien, que fui fuerte hasta el final.

Adiós.

15 de Febrero.

Hoy moriré. Perdón por ser una carga. Estoy lista para partir.

Feliz cumpleaños a mí.

Coloqué la carta en mi escritorio, escondí mi diario entre las cajas de decoración y me alejé con cautela del sitio. Después de mirar a mi habitación por última vez, respiré profundo y tomé de mi abrigo café. Abrí con cuidado la puerta y me encaminé lentamente hacia las escaleras, mi tía ya estaba durmiendo.

Por favor Dios, cuida bien de ella y reconfórtala una vez que yo haya partido.

Me dirigí hacia la cocina, caminé hasta la estantería donde ella guardaba las llaves de la casa y el auto. Como todas estaban en un mismo llavero, las tomé sin pensarlo, así como mis medicamentos y una botella de alcohol que había sido obsequiada a mi tía. Mezclaría ambas cosas antes de morir en el impacto, así no tendría que ver mi triste final y la gente pensaría que fue tan solo un accidente. Me dirigí a la entrada, observé la sala por última vez y después, con la mirada llena de lágrimas giré el picaporte. Ya no quiero cuestionarme nada, pensar me mata cada vez más.

35 días contigoDonde viven las historias. Descúbrelo ahora