Ch19: Coche guardado en un almacén y la verdad en lo profundo del ser...

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— Lana: ¡¿Q-Que d-dijiste?! Es una broma, es una broma, ¿No? —lo decía no creyendo lo que escuchaba.

— Stella: No, Lana es cierto, hoy rompí con Lincoln y dejo a... —no pudo decir lo último, le dolía mucho.

— Lana: ¡No puedes! ¡No puedes! ¡Las familias no se dejan! ¡No son un objeto! —le dijo con una rabia salida de su enojo.

— Stella: Me duele hacerlo, pero más me dolería y arrepentiría no cumplir mis anhelos, mis sueños, la vida es corta Lana, necesitas una explicación —le dijo mirándola a los ojos y sin titubear.

Horas antes...

Ya estaba a dos días de casarse, iba a sellar su vida con el hombre que demostró que la ama con todo su ser.

Desde hace mucho tiempo recibe llamadas y mensajes de alguien que cambió su forma de ver la vida en unos pocos años.

Stella está en un límite, no sabe sí seguir a su corazón o a sus sueños, pero un último mensaje el día de ayer desplomaba las murallas que le impedían pensar por sí misma.

Era una dura decisión, sin embargo, se decía que es lo correcto para su vida. Sin remordimientos, al menos eso se decía en cada instante.

Lincoln se encontraba descansando por todo lo que organizaba junto a sus padres y suegros de Stella. 

Lía se encontraba descansando en su cuna luego de que su madre le había arrullado como nunca lo había hecho hasta ese momento, lo hizo con demasiada dulzura, no existían palabras suficientes para describir ese momento de madre y bebé. Su sonrisa denotaba la felicidad que siente una bebé al sentir el calor maternal.

Ya tenía dos maletas hechas desde la medianoche de ese día. Suspiró mientras marcaba al número de ese sujeto. 

Lincoln no se movió del asiento de su escritorio, se sentía muy feliz, en unos días iba a estar en la fila de los casados, iba formar un familia de manera formal, iba a estar siempre con el "amor de su vida".

Se levantó para poder besar a su esposa y probar que no era un sueño, quería hacerlo, necesitaba hacerlo.

Al ir a la sala se dio cuenta de algunas cosas como que se sentía un viento frío, en la mesita de la sala había una carta, había alguien en la puerta de su casa que estaba abierta y Stella estaba con su abrigo junto con dos maletas.

— Lincoln: Amor... ¿A dónde vas? —le dijo de manera casi automática.

— Stella: L-Lincoln... pensé que estabas descansando —dijo de manera tonta.

— Lincoln: No, ya no lo estoy, ¿Quién está en la puerta? —lo dice asomándose más a la puerta y lo que vio lo dejo estupefacto— ¿P-Profesor? ¡Profesor Hugh! 

— Profesor: Lincoln Marie Loud, siempre es un placer verte, pero creo que esta situación no amerita ese gusto —dijo eso mientras tomaba una maleta de Stella y le hablaba—. Ya es hora de irnos amor.

¡No podía ser posible! ¡Debe haberse quedado dormido! ¡Era un mal sueño! ¡Stella con dos maletas! ¡Su profesor que no lo ve desde su tercer año en la universidad! ¡Le decía amor a su futura esposa!

Lincoln comenzó a respirar algo agitado, se paró frente a Stella, le tomó el rostro y la miró a los ojos.

— Lincoln: ¿Qué es lo que sucede amor? Porque... yo soy tu amor, ¿No? —le dijo sin todavía entender lo que sucedía.

Reparando un corazón roto...Donde viven las historias. Descúbrelo ahora