Veinte.

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 "Siempre le tememos a las cosas nuevas, desconocidas, jamas exploradas por nosotros mismos. Por esa misma razón algunas veces nos aferramos a las rutinas, a lo seguro, a las reglas y sobre todo al razonamiento. Pero si te descuidas un poco y te sumerges en esos lemas, y solo te dejas guiar por lo que es racional puedes llegar a convertirte en un ser algo frío y rutinario, generando miedo o ansiedad por todo aquello a lo que no nos arriesgamos. Porque siempre al llegar a la encrucijada en donde debes decidir por las emociones o la razón, tu mente será siempre la que tome la delantera sin darle lugar a los sentimientos nuevos. Encerrándote en tu lugar de confort, creyendo que estás a salvo pero ¿Sabes? Los fantasmas siempre llegan para echarte en cara todas esas inseguridades que tratas de esconder siendo "racional".

Por eso es bueno dejarse llevar, romper ciertas reglas (aunque hayamos sido nosotros los creadores de las mismas), zambullirse en el mar de las nuevas aventuras y guiarse por todo aquello que nos hace sentir diferentes; pasiones, adrenalina, curiosidad. Incluso temor, vergüenza, amor... Porque ese vaivén en el estómago que nos produce esta montaña rusa llamada vida, es la que nos da el empujón para romper nuestros propios limites. Las emociones nos sacuden de pies a cabeza para que nos demos cuenta que vivir no consiste tan solo en nacer, crecer y morir. No estamos hechos solos para poder respirar, nacimos para hacer historia... Nuestra historia."

 —Yuri lo de montaña "rusa" ¿Lo pusiste para hacer una referencia de Victor?— Dice la mayor de los hermanos Katsuki cuando termina de leer el archivo que el pelinegro dejó abierto en el computador.

—No leas lo que no te incumbe Mari.— Dice un malhumorado japones al cerrar su ordenador y llevarlo al escritorio. Detestaba que la castaña se meta en sus cosas siempre que iba a visitarlo.

—¿Escribirás un libro o algo?— Preguntó ayudando a ordenar la pequeña mesita, que se encontraba llena de apuntes académicos.

—No, pero tal vez algún día tenga que dar un súper discurso ante una multitud... Que te importa.— Parecía que el azabache no tenía un buen día, pero en realidad no era así.

Pues si bien el estrés de los exámenes seguía y el malhumor cuando pasaba días sin ver a su novio existía aun, sus "malos días" casi eran nulos. Yuri Katsuki era verdaderamente un chico feliz consigo mismo, orgulloso de lo que lograba día a día. Contento de arriesgarse en está aventura que es la vida...

 Pues al fin era alguien independiente, viviendo solo lejos de su hogar, con un trabajo (digamos que estable), transitando la recta casi final de su carrera universitaria. Vivía solo, si. Y lejos de sus padres y sus raíces, pero no se sentía solo. Pues tenía amigos, mas de los que él mismo pensaba que tenía. Estaba Mari que siempre estaría a su lado, y claro estaba Victor; su sexy novio... Si, con toda seguridad podía decir que era su novio.

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Algunos semestres después....

El sol brillaba ese día, el aire olía a flores y el ruido de la ciudad hacía sentir que todo estaba bien, que todo el mundo era feliz. Pero Yuri estaba nervioso, aterrado, su estomago daba vueltas y su boca se le secaba cada dos por tres.
Por eso se miraba en el espejo por décima vez, aun en su departamento de estudiante aunque no le quedaba mucho tiempo en ese lugar. Era hora de abandonar ese pequeño pero acogedor y cómodo lugar que llamó por un largo tiempo "hogar". Una nueva aventura iniciaba.

Si, el chico de mirada chocolate estaba algo nervioso. Detestaba vestirse de manera formal. Los trajes y las corbatas no iban bien con su estilo, si es que él tenía uno. Pero era una ocasión mas que especial y debía vestir como alguien, al menos, presentable. Camisa blanca que hacía juego con su piel, pantalón y saco a juego color negro, le gustaba; lo hacían ver mas adulto, incluso se sentía algo sexy... Se ruborizó solo al imaginar el rostro de Nikiforov al verlo de esa manera vestido. Lo que no le convencía del todo era esa corbata celeste pastel.

El chico del bus.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora