{Capítulo 12}

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Pasó cerca de un mes y medio y nada había cambiado. Me costaba admitir que hasta me estaba acostumbrando a vivir en prisión.

Y es que así era el Estado: solo actuaba cuando le interesaba, y los casos de personas como yo parecía causarles indiferencia.

Lo único que me tranquilizaba era que Liam y yo estábamos en nuestro mejor momento. Sí, no era muy normal decir eso considerando que estaba en prisión y que sólo nos veíamos una vez en semana, pero teniendo en cuenta nuestra situación como pareja, nuestro mejor momento estaba siendo aquel.

Fui al baño por octava vez del día; me estaba empezando a preocupar.
Tenía que haberme venido la regla hacía ya más de dos meses y medio pero es que, con todo lo que había pasado en mi vida, ni me había parado a pensarlo .

-Mierda. -murmuré al ver que todo seguía igual.

No quería ni plantearme la opción de un embarazo: sería la guinda del pastel, lo que faltaba para que mi vida se volviese un auténtico drama.

El problema era que llevaba días sin saber qué hacer: me planteaba comentárselo a Liam, pero no quería preocuparle (además de que él poco podría ayudarme desde fuera) o a Miguel.

Después de meditarlo durante un buen rato, tomé una decisión; me dirigí a buscar a Miguel, bastante nerviosa. Sabía que esa situación me resultaría incómoda por mucha confianza que tuviese con él, pero la incertidumbre que llevaba sintiendo durante semanas me estaba matando, necesitaba asegurarme de que todo estaba bien y que mi menstruación se había atrasado por estrés, por ejemplo.

-Miguel. -le detuve en seco al verle.

-Hola Vicky. -sonrió amistosamente pero frunció el ceño al ver que yo seguía seria. -¿Ocurre algo?

-Necesito hablar contigo. Ahora. -respondí mirándole a los ojos fijamente.

-En un rato tengo que estar en una reunión así que, a menos que sea muy urgente, sería conveniente que lo dejáramos para otro momento. -respondió, cruzándose de brazos.

-Es urgente. -admití, nerviosa.

-Está bien... -se detuvo a mirar de un lado a otro para ver si estábamos solos. Cuando se aseguró de ello, me volvió a mirar. -Hablemos entonces. Cuéntame.

-Verás... -me rasqué la cabeza con nerviosismo y él se percató de ello. -Necesito tu ayuda con una cosilla...

-No te avergüences, sabes que te ayudaré sin problema.

-Llevo mucho tiempo sin que me venga la regla y necesito un test de embarazo. -lo solté sin pensarlo más y Miguel abrió los ojos con sorpresa pero lo intentó disimular.

-Eeeh... -ahora fue él quien estaba más nervioso. -Pues entonces voy a ir a pedir uno a la farmacia de aquí.

-Sí, por favor. -le pedí.

***

-Ya estoy. -por fin apareció Miguel.

No había nadie a la vista ya que hoy era día de limpieza, por lo que estaba más tranquila en ese aspecto.

-Bueno... Pues voy al baño a hacerlo. -volvía a ponerme cada vez más nerviosa.

Miguel me dio la bolsa y la cogí con temblor. Me dispuse a andar por el pasillo para llegar a los baños sin despedirme de él, pero:

-Espera. -dijo. Paré de andar y le miré, aguantando las lágrimas.

-Dime. -murnuré.

-No quiero dejarte sola en ésto. -admitió. -¿Te parece si voy contigo? Sé que lo que más quisieras en este momento es tener a Liam aquí, pero al menos me tienes a mí y si puedo ayudarte en este momento tan... bueno, ya sabes.

Miguel tenía razón. Lo que más deseaba era ver a Liam y que me diera uno de esos abrazos en los que me decía que todo iría bien.

Pero no podía ser, así que:

-Sí, tienes razón. Me gustaría que me acompañaras, no quiero estar sola. -admití.

Entramos a las zonas de los baños y Miguel se aseguró de cerrar bien las puertas para que nadie entrase. También desactivó previamente las cámaras para que no hubiera ningún problema. Agradecía muchísimo todo lo que hacía por mí, pues él sabía que se podía meter en un buen lío y aún así lo hacía.

Cogí el test y entré a una de las cabinas de baño. Tras realizar todos los procedimientos que la caja indicaba, salí de allí y me apoyé nerviosa en el lavabo, donde estaba Miguel esperándome.

-Hay que esperar cinco minutos para saber el resultado. -expliqué nerviosa.

-Tranquila, va a estar genial todo, ¿vale?

No podía creer en sus palabras porque siempre que me habían dicho eso, las cosas nunca acababan bien. Mi vida siempre había tenido muchos baches y llevaba una temporada en la que casi todo iba mal, fatal, por lo que ya no sabía qué esperar.

Igualmente le abracé con muchas ganas.

-No te quiero perder. -sollocé.

-No me vas a perder

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-No me vas a perder. -susurró mientras me rodeaba entre sus brazos. Cerré los ojos para intentar relajarme, aunque no podía.

Pasaron los cinco minutos más largos de mi vida.
En esos cinco minutos pensé en todo tipo de cosas. Deseaba que fuera negativo, pero no podía evitar pensar en la posibilidad de que fuera pisitivo. Siempre quise tener un hijo, pero no era para nada la situación idónea como para estar embarazada.

Además, si fuera positivo, ese hijo sería de Nathan. Tan sólo pensarlo me revolvía el estómago. Un hijo del hombre que me maltrató y maté por accidente.

Suspiré. Ya era el momento de mirar el resultado.
Miguel me dio la mano y para mirarlo juntos.

¿Sería positivo o negativo?

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¿Sería positivo o negativo?

Víctima entre RejasDonde viven las historias. Descúbrelo ahora