{Capítulo 8}

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Habían pasado dos meses de total indiferencia. Podía decir que ya me estaba acostumbrando a la cárcel, pero poe mucho que lo hiciera no había cosa que más desease que estar fuera junto a Liam, mis amigos, ir a mi trabajo... Cuando te arrebatan todo eso es cuando te das cuenta de lo importante que es.

Nada había cambiado.
Ainhoa y Abigail, la pareja perfecta de la cárcel, seguían haciéndome la vida imposible desde aquel primer día en el que llegué a la prisión; pero ya me estaba acostumbrando a ello.

No tenía ninguna amiga aquí, solo tenía a Miguel, mi salvación de este lugar. Nos habíamos unido mucho en estos meses y estaba haciendo de todo para sacarme de prisión.

Liam no dejó de llamarme y visitarme cuando pudo, pero llevaba un mes sin verle porque se fue de viaje a Las Bahamas con la empresa, trabajo y ocio a la vez. Yo tendría que estar allí con él... lo echaba demasiado de menos y temía que se olvidase de mí.

Justo estaba llamando a Liam, deseando que atendiera al teléfono, ya que llevaba dos semanas sin saber nada de él (solo Miguel me informó de que pudo hablar con él y lo estaba pasando en grande en el viaje).

-¿Hola? -oí su voz por el teléfono y se me iluminó la cara. -¿Quién es?

-¡Liam, cariño, soy yo! -grité eufórica de oírle.

-¡Vicky! -él también parecía contento.

-¿Qué tal te va por allí? Llevaba demasiado sin saber de ti.

-¡Genial, esto es increíble! Parece mentira que hayamos venido a trabajar, estamos todo el día de fiesta, de hecho ahora salimos a otra. -le notaba feliz. -Sería perfecto si estuvieras aquí...

-Me encantaría, Liam... -aguanté mis lágrimas, no quería amargarle.

Él iba a decir algo pero oí cómo se abría la puerta de su habitación:

-Liam, cielo, me he puesto este vestido solo para seducirte. -dijo una voz femenina. -Esta noche caerás a mis pies...

Sentí cómo se me caía el alma a los pies y mis lágrimas comenzaron a salir al instante.

-¿Liam? ¿Con quién estás engañandome? -a penas me salía la voz.

-Vicky... -dijo.

-No sé quién eres, pero tendrás que hablar en otro momento con él porque hoy es nuestra primera cita, lo siento. ¡Vamos, Liam! Llegaremos tarde al restaurante. -volví a oír esa voz juguetona y sentí otra patada en el corazón.

La línea se colgó y me quedé ahí parada, con la cara llena de lágrimas y el teléfono en la mano.

Ahora lo entendía todo, por eso no supe nada de Liam durante estas semanas.

Todo mi mundo estaba patas arriba, pero la persona que más quería estaba lejos de mí y con otra persona.

Jamás pensé que Liam me engañaría, le veía una persona incapaz de ello, pero era normal que seduciese a cualquier mujer, ya que era perfecto. Cualquiera desearía estar con él.

Las presas y los funcionarios no dejaban de mirarme, pero a mí todo me daba igual ya.

Alguien me cogió del brazo y me metió en un cuartucho. No necesitaba mirarle para saber que era él. Me giré y lo pude confirmar:

-¿Por qué lloras, qué te ha pasado? -preguntó Miguel.

-¡No lo entenderías porque todos los tíos sois iguales! -estaba histérica, no quería  hablar con él, solo quería salir y estar sola.

-¿¡Pero qué te pasa!? -preguntó agrrándome las manos para que parase.

-¡No creo que te interese! -grité.

-¡Sí, por eso te estoy preguntando! ahora él también gritaba.

-¡Hablé con Liam después de tantos días y me cogió su nuevo ligue! Eso me pasa. -las lágrimas volvieron a inundar mis mejillas.

-¿¡Qué!? Eso es imposible, Liam te ama. confesó sin soltarme, ya que yo seguía intentando salir.

-¡Pues sí es posible! Supongo que es comprensible, se habrá hartado de mí, no soy más que una mujer asesina y maltratada, ¿quién me iba a querer?

-¡Eso no es cierto! -gritó.

-¡¡¡Sí, lo es!!! -comencé a pegarle golpes en el pecho para que me soltase, cada vez estaba más agitada, pero a él esos golpes le resultarían cosquillas porque no se movía del sitio.

-¡¡¡Escúchame!!! -colocó sus dos manos en mis mejillas y me sujetó con firmeza para que le mirase. Nuestros ojos se miraban con desafío y no me quedó otra que escucharle y dejar de intentar salir. -¡No digas eso, no es cierto! Nadie te ha olvidado y no te mereces nada de esto, ¡eres una mujer maravillosa! ¿¡Quién iba a ser capaz de engañarte, teniéndote a ti!? Eres preciosa, Vicky, no sabes...

Y entonces, sin siquiera esperarlo de mí misma, ese impulso que me vino hacía ya un tiempo, volvió a aparecer. Pero esta vez, no me detuve ni me lo pensé.

No dejé que acabase y me abalancé a su boca, uniendo sus labios y los míos con una pasión y un deseo inalcanzable.

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Víctima entre RejasDonde viven las historias. Descúbrelo ahora