{Capítulo 22}

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-Ya se ha terminado todo. Te lo prometí y se ha hecho realidad. -susurró mientras cerraba la puerta de su casa. Sonreí.

-Aún no me lo creo. -confesé. -Siempre que algo me ha ido bien, ha aparecido otro problema para acabar con mi felicidad.

-Pues todo eso se acabó. -dijo mientras me rodeaba entre sus brazos. Besó mi mejilla con ternura y cerré los ojos mientras él acariciaba mi vientre, sintiendo ambos las pataditas del bebé.

Todo era como un sueño, sentía que en cualquier momento me iba a despertar

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Todo era como un sueño, sentía que en cualquier momento me iba a despertar. Parecía que mi vida estaba volviendo a ser normal, cosa que llevaba sin ser desde hacía muchísimos años.

Desde el momento en el que Nathan llegó a mi vida, comenzó mi condena. Lo peor es que al principio aún estaba a tiempo de escapar, huir de él, pero caí en sus redes y no lo hice. Por su culpa, me sentí inferior, estúpida, fea, ridícula y miles de cosas más horribles, cosas que no era. Nunca fui consciente, hasta la llegada de Liam, de que la culpa no era mía, sino de Nathan.

***

-¿Qué te ocurre? -preguntó Liam mientras acariciaba mi espalda desnuda.

-Solo estaba pensando en todo lo que ha pasado estos últimos meses. -confesé mientras me incorporaba de la cama.

-Pues lamento decirte que vas a tener que dejar de pensar en eso y sustituirlo por qué te vas a poner para esta noche. -dijo mientras se levantaba para vestirse.

-¿Ah sí? -sonreí juguetona. -¿A dónde me vas a llevar esta noche?

-Es una sorpresa, ponte guapa y a las nueve salimos. -susurró mientras me daba un corto beso.

Pasé el resto de la tarde preparándome. Salí al centro comercial a comprarme un vestido, ya que todos me quedaban pequeños por la tripa, que cada vez era más grande y redonda.

Fue la primera vez que salía a la calle sin miedo, y la verdad es que me sentí bastante extraña pero sobretodo aliviada; aún me quedaba mucho para acostumbrarme a ello.

Arreglé mi pelo tras la ducha con unas bonitas ondas y me maquillé con toda la calma del mundo. Me puse el vestido y los accesorios y ya estaba lista; hacía mucho tiempo que no me sentía así de bien conmigo misma.

Liam entró a la habitación. Él también estaba muy guapo, con una camisa que le hacía juego con el color de sus ojos y unos pantalones que le sentaban como un guante, dejándole una figura estupenda.

-Estás preciosa. -susurró en mi oído mientras subía la cremallera de mi vestido con cuidado. Sonreí y él besó mi nuca.

Él me quería pese a mis golpes, cicatrices y moratones. Sabía que no por ello alguien debía dejar de querer a la otra persona, pero en mi vida siempre había sido así y no estaba acostumbrada a que alguien me aceptase tal y como era, con mi pasado, mis poblemas y mis inseguridades.

Subimos al coche y Liam me vendó los ojos. Me dijo que era una sorpresa y que quería mantenerla hasta el final.

Pasamos unos quince minutos en carretera y yo seguía sin ver nada. No tenía ni la menor idea de a dónde íbamos, pero estaba ilusionada. Adoraba las sorpresas.

Liam aparcó el coche y me ayudó a bajar de éste. Andamos de la mano mientras él me sujetaba el brazo para no caerme durante unos minutos.

-Ya estamos aquí. -dijo. Me quitó con delicadeza la venda y la dejó caer al suelo.

Cuando vi lo que teníamos en frente, no me lo podía creer.

Víctima entre RejasDonde viven las historias. Descúbrelo ahora