2.

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—Yo… iba a tocar, um… Soy Tony, hablamos en la mañana. —Se irguió, recomponiendo su postura.

Steve se cubrió el dorso, con la toalla que tenía colgada en el hombro. Sintió como se fue ruborizando poco a poco.

—Ah, sí, pensé que ya no vendrías. —Ojos azules sobre los cafés, músculos tensos.

Un silencio incómodo se abrió paso entre ambos, Tony retrocedió un paso ya que se encontraban peligrosamente cerca, y sin darse cuenta se mordió el labio.

—Se me hizo un poco tarde. —mintió, ya que realmente estuvo debatiéndose toda la tarde si ir o no.

Los iris azules ahora habían corrido a los carnosos labios del castaño, sin poder evitarlo 

—N-No te preocupes; —Su lengua trastabilló, y se maldijo internamente por eso —; por favor, pasa. —Se deslizó hacia un costado, dejando espacio para que Tony entrara.

—Gracias. —dijo Tony.

Steve respiró profundo cerrando la puerta, y se pasó una mano por el cabello. Tomó la camisa que había dejado sobre una silla y se vistió.

—Te mostraré el lugar. —Caminó primero, sin mirar a Tony, y éste lo siguió —. Esta es la cocina, como ves no es muy grande, pero creo que para los dos está perfecta. —Se recostó sobre la encimera, queriendo parecer confiado, y en el intento casi deja caer un vaso, pero pudo sostenerlo a tiempo gracias a sus rápidos reflejos. Esta vez Tony sí rió, haciendo que el rubor vuelva a aparecer en las mejillas de Steve.

—Me parece perfecta, de todas formas no se me da bien cocinar. En realidad soy muy malo, no querrías comer algo hecho por mí. —bromeó, tratando de amenizar la situación.

—Eso tendría que comprobarlo. —dijo sin pensar.

Tony lo miró fijo, entrecerrando los ojos en un gesto juguetón. La luz del sol que estaba a punto de ocultarse daba directo a su rostro, haciendo que sus ojos cafés adquieran un brillo casi dorado, Steve pudo jurar en ese momento que jamás había visto un color tan hermoso.

—Bueno, cuando quieras podría hacerte una demostración.

Entonces reaccionó, aunque aún le costaron unos cuantos segundos volver a conectar su cerebro con su lengua.

—Creo que… te enseñaré cuál será tu habitación. 

De repente le costaba respirar a Steve, su pecho subía y bajaba con rapidez, señal de que estaba agitado, ¿Por qué? Ni él mismo lo sabía.

Tony lo siguió sin hacer ruido.

—La hubiese querido un poco más grande, pero podré acomodarme. —le dijo Tony, mirando la habitación que sería suya. Steve se acercó a la ventana.

—Tiene mejor vista que la mía.

—¿Ese es un intento de convencerme? —Arqueó una ceja, y Steve cayó en cuenta de que todo el tiempo estuvo hablándole dando por hecho el que se quedara.

—¿Sí?

—Bien, acepto, ¿Esta bien si mañana temprano traigo mis cosas?

—¿Entonces aceptas vivir conmigo?

Y por primera vez en el día Tony no supo qué decir, aquella pregunta le sonó más bien como una propuesta de matrimonio. Desechó esas ideas de inmediato y se obligó a responder.

—Estaré aquí en la mañana. —Le dijo, prestando más atención a ese par de zafiros que ahora llevaría grabados en la mente.

Viviendo con mi Crush! (Stony) Donde viven las historias. Descúbrelo ahora