Ahí seguía, en mi habitación, sobre mi cama. Dándole vueltas al mismo tema. Había intentado pensar en otra cosa, pero no pude. Ni siquiera el tabaco y la música me habían ayudado.
Mi móvil volvió a sonar. Era Josh.
< Josh a las 15:56 >
Eris te he visto en línea, se que has leído el mensaje. Necesito hablar contigo. Contéstame por favor.
No sabía que hacer ni decir. Decidí improvisar y dejarme llevar por mis instintos, aunque hasta ahora siempre me habían fallado.
< Eris a las 15:57 >
Lo siento Josh, pero ahora mismo no puedo hablar. Tengo muchas cosas en las que pensar.
No tardó en responder.
< Josh a las 15:57 >
Te entiendo. Pero no lo olvides, tenemos una conversación pendiente.
Ahí terminaron los mensajes. Sinceramente no tenía ganas de nada, ni de hablar. Y con él mucho menos.
No podía pretender regresar y hacer como si nada hubiera pasado.
Puede que para él no hubiese pasado nada, pero yo había pasado un infierno.
La utopía de volver a verle me invadía. Necesitaba algo que me sirviese de guía por el camino de las utopías.
Cigarro en mano salí a la terraza en busca de aire que despejase mi mente. Pero ni siquiera podía respirar ese aire. Notaba como poco a poco me iba fallando la respiración. Me estaba ahogando.
Esa situación me llevó a la conclusión de que mi vida era un auténtico caos. ¿Cómo resolver mis propios problemas sin siquiera poder respirar? Si ya no recordaba como hacerlo. Si no tenía a nadie que me ayudase a hacerlo, al menos a recordar. Si yo misma había creado un escudo para autodefenderme. Y ese escudo lo único que hacía era separarme de los demás.
***
Me desperté. Estaba en mi cama. No recordaba nada, había perdido la consciencia.
De repente se abrió la puerta de mi habitación, era mi tía. Llevaba mi cena en una bandeja.
-¿Se puede?
-Ya estás dentro.
Gesticuló una sonrisa forzada y dejó la bandeja a los pies de mi cama. Se dirigió hacia la puerta.
-Eris, tienes que dejar todo esto. Lo único que consigues es hacerte daño a ti misma y a la gente que te quiere - salió de mi habitación.
-Tonterías, ¿quién me quiere?- pensé.
Sabía que se refería al tabaco. Y yo me negaba a quedarme sin mi opción de desahogo.
Sabía que fumar mata, por eso lo hacía.
***
Me volví a levantar tarde. Muy tarde.
El ataque de ansiedad de la otra tarde me había dejado sin fuerzas. Había dormido once horas.
Cogí el primer jersey que vi, empezaba a refrescar. Me puse unos jeans desgastados y me calcé las vans. Cogí mi móvil y mis cascos, esta vez no se me iban a olvidar. Y salí a toda prisa.
Miré la hora.
-Mierda.
Había perdido el autobús y no tenía tiempo para esperar el siguiente. Así que me tocaba ir andando.
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No me sueltes
RomanceMe llamo Eris, tengo 16 años. Una adolescente corriente en principio. Mi vida no ha sido un camino de rosas, pero eso es lo que me ha llevado a ser fuerte. Estuve en lo más bajo, pero sí, logré salir. Todo cambió el día que una persona llegó a mi vi...