Capítulo 4

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La tarde transcurría. Estaba con mi habitual actitud pasiva y la lluvia no ayudaba a mi estado de ánimo. Estaba más depresiva de lo normal y la causa no era el tiempo, era él.

A la vista estaba que no era lo suficientemente buena para él. Intentaba que no me afectase, pero si lo hacía. Ya era insegura de por sí, pero esto aumentaba mi falta de autoestima, que debería de andar por el subsuelo. Odiaba sentirme así por un chico que apenas conocía y que seguramente ni me recordaba. Me sentía tan torpe y rara. ¿Qué tenía ese chico para hacerme sentir así?

La situación no mejoraba y me tomé una de mis opciones de desahogo, era la novena en el día. La epidemia de mi vicio se propagaba. Pero fumármela no me aportaba ningún desahogo, no al menos esta vez. Entonces decidí usar la música como terapia alternativa, play , subo el volumen de la música, bajo el de los problemas y me sumerjo en una paz.

***

Desperté y todo me daba vueltas. No me situaba. Tarde unos minutos en recomponerme. Miré mi reloj, las once y dieciocho - ya habrán cenado - pensé. La verdad que lo último que me apetecía en ese momento era comer y decidí no bajar a cenar. Me quedé sobre mi cama, con el ordenador sobre mis piernas y miré mi correo y varios blogs que frecuentaba. Admiraba a ese gente que escribía sobre sus vidas y que interesaban a los demás, suerte la suya la de tener vidas interesantes. Yo me tenía que conformar con la mía. Me gustaba echarla la culpa al karma, debía de haber sido horrible en mi otra vida. Y mi destino era sufrir el castigo en este vida. Aunque culpar al karma no era la solución, porque eso me convertía de nuevo en la responsable. La solución al karma es soltar su sensación de culpa.

Todo esto me hizo llegar a la conclusión de que tenía que dejar de huir porque yo era la única que me seguía. ¿Pero sería capaz de ponerlo en práctica?

En ese momento sonó mi móvil. Un mensaje - que solicitada estoy últimamente- me dije sarcásticamente. Imaginaba de quien sería pero eso no me frenó a comprobarlo.

< +66174456214 a las 23:32 >

Me ha gustado verte hoy sabes. Pero por tu cara parecía que tu no te has alegrado tanto. La próxima vez intenta sonreír, así estás menos fea.

¿Pero quién narices me estaba escribiendo? ¿y por qué tenía mi número? El pulso me temblaba, no era capaz de responder. Decidí no hacerlo, aunque viese que ya lo había leído. Que maleducada, como eres capaz, que poca vergüenza... Me podríais decir. Pero me apuesto que no soy la única que deja mensajes sin responder y vosotros bien lo sabéis. Tampoco necesito excusarme reprochándoos lo mismo, bien sabe Dios que la educación no es uno de mis fuertes.

Ni un minuto había pasado cuando mi móvil volvió a sonar. Tenía los nervios a flor de piel, que fueron a pagar con el móvil y acabó estampado en el suelo (mini infarto). Lo cogí - ufff- resoplé. Y vi que no estaba roto, sólo se había apagado. No exagero si os digo que mi vida habría dejado de tener el poco sentido, muy poco, que ya tenía si mi móvil con toda su música se hubiese roto.

Debían de ser las doce. Estaba agotada, apagué la luz, cerré los ojos y lo demás no lo recuerdo.

***

Un miércoles más, un día menos. Eran las siete y cinco, el destino o mi despertador, me decanto por el segundo, había hecho que me levantase a la hora. Tenía tiempo para prepararme tranquilamente . Entré al baño para ducharme. Siempre intentaba no mirarme al espejo, pero esta vez no se como ocurrió pero acabé viéndome reflejada.

Es una mierda mirarte al espejo y darte asco. Ver que sólo tienes cosas negativas y no encontrar nada positivo que reluzca. Es una mierda el sentirte gorda. Y que por mucho que te digan que no lo estás tu única mentalidad y obsesión sea esa, porque así te ves y eso no puede cambiarlo nadie excepto tú y tu mente. Qué poderosa la mente.

Recuerdo perfectamente la primera vez que me vi en el espejo y sentí eso. Hace poco más de dos años. Un día cualquiera saliendo de la ducha, cuando iba a ponerme la toalla me vi reflejada en el espejo y sentí vergüenza de mí y de mi cuerpo. Fue una situación tan angustiosa y traumática que desde ese día siempre me ducho con la luz apagada. Siempre lo hacía, incluso después de haber superado la bulimia lo sigo haciendo. No creo que podáis imaginar lo horrible que es tener que ducharte con la luz apagada para no ver tu cuerpo y así no sentirte repulsiva.

Y hoy, un día cualquiera, un miércoles más y un día menos, había vuelto a verme en el espejo. Había vuelto a experimentar las mismas sensaciones y eso me asustaba, ¿significaba eso que había recaído? ¿eran simples fantasías? ¿o quizás es que nunca había llegado a salir de eso?

Demasiadas preguntas sin respuestas. Había perdido mucho tiempo, decidí no ducharme y vestirme directamente. Me puse una de mis tantas sudaderas anchas, me creaban más seguridad que cualquier otra prenda, y unos leggings. Me calcé las converse azules, cogí mi móvil, los cascos y un bollo, que guardé en la mochila. Me puse mi abrigo de pelo, un gorro, la mochila y salí a toda prisa. Por muy pronto que me levantase siempre acababa entreteniéndome.

A lo lejos divisé la parada con el autobús al lado parado, por muchos gestos que hice al conductor, por mucho que grité y corrí, no llegué para subirme.

- Que gilipollas el conductor - me quejé - me ha visto y ni siquiera se ha esperado, menos mal que me conoce...

Mientras esperaba al siguiente planée mi venganza.

- Mañana le quemo los asientos - pensé - no si ya lo están. Le pego más chicles. No no, ya hay muchos y ni siquiera los quita el muy cerdo. Le quemo el botón de stop, si. Perfecto.

Si hubiese llegado a saber lo que iba a tardar el autobús habría ido andando. Podría haber ido planificando más crueldades por el camino, que no se me daban nada mal por cierto.

En cambio estuve treinta y dos minutos sentada, fumando y helándome de frío. La tercera acción me llevo a la conclusión de que quizás no estaba tan gorda. Mi ausencia de suficiente grasa contra el frío me llevaba a la zona de medio gordas. ¿Pero que sentido tenía ser medio gorda?

- Lo suyo es estar delgada o gorda, o muy delgada o muy gorda, pero no algo intermedio. Eso no tiene fin alguno. Conclusión, quiero ser una morsa, al menos hoy.

Realmente estos debates y controversias solo me servían para matar el tiempo. Algo que realmente me sobraba, pero eso no era razón para malgastarlo. Como bien diría mi gran amigo británico William Shakespeare: "Malgasté el tiempo, ahora el tiempo me malgasta a mi".

Solo esperaba que el tiempo no tomase la iniciativa de hacerlo, demasiadas cosas me malgastan y deshacen ya. Por si acaso empezaría a aprovechar mi vida. Ya era hora.

No me sueltesDonde viven las historias. Descúbrelo ahora