Capítulo 2

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Me levanté tarde, demasiado tarde. La noche anterior no había dormido apenas.

-Joder me he quedado dormida, no llego - me dije quejándome a mi misma.

Me vestí lo más rápido que pude, cogí la mochila y salí a toda prisa de casa. Sin siquiera haberme peinado ni desayunado.

Llegué a tiempo a la parada y pude coger el autobús siguiente del que cojo todos los días. Después de todo no iba a llegar tan tarde. Pagué el billete y cuando me dirigía a mi sitio pude observar que ya se me había adelantado alguien.

No sabía si por casualidad o suerte, el caso es que no creía en ninguna de las dos, las cosas pasan porque así deben ser. No existe la casualidad pero si la causalidad. Creía en el destino.

-Maldito capullo- pensé.

Me acerqué a mi sitio para dejarle claro a ese tío quien era y de quien era ese sitio.

-Perdona estás en mi sitio.

Ni caso.

-Te estoy hablando, podrías tener un poquito de educación y respeto y quitarte los cascos.

Seguía en sus trece.

-Al parecer no sabes que son ninguna de esas dos cosas.

Me alteré.

-¿Pero tu quién te crees que eres?

De repente el chico que parecía no haber escuchado ni una sola de mis palabras, se quitó los cascos, me miró a los ojos - que eran preciosos por cierto - y de su boca salieron las siguientes palabras.

- Bueno, veo que hoy alguien se ha levantado de mal humor. Tranquilízate.

- Yo estoy muy tranquila, ahora coge tus cosas y vete a otro sitio.

Se rió.

- Bueno, veo que no te presentas. Empezaré yo. Soy Michael. Michael Woods. Y si, he notado que estoy en tu sitio, y eso no me incomoda lo más mínimo si significa que iremos todo el trayecto juntos.

Le miré, fijamente. Desde luego tenía labia, y bueno estaba un rato. No iba a privarme del sencillo placer de poder mirarlo. Era increíblemente guapo, y muy alto. Sus ojos verdes me trasmitían desconfianza y misterio, sencillamente era muy sexy. Parecía algo más mayor que yo, pero no demasiado. Sus labios eran verdaderamente carnosos, incitaban a besarlos. De su ceñida camiseta asomaban unos tatuajes, lo que le hacía aún más deseable. Realmente era impresionate y solo miarle ponía en juego mis incontrolables hormonas de adolescente. Pero eso no quitaba que su actitud me erizase los nervios.

Eris eres tonta, ¿vas a dejarte intimidar así por un chico que ni conoces? - pensé - venga.

- ¿Te pasa algo? No contestas Eris Fiocci.

Joder, no os voy a mentir, me acojoné bastante. Ese capullo de Woods sabía mi nombre. ¡Pero si ni siquiera nos conocemos!

Tenía que responderle. No quería quedar como una idiota que no sabía hablar o a la que un chico había impresionado. Ni siquiera quería que me impresionase. ¿Qué me estaba pasando? ¿Por qué estaba tan nerviosa? Quería odiarlo.

- Me pasa que acabo de ver a un gilipollas sentado donde no debe y no se como repetirle que es mi sitio, que le quiero fuera y lo más lejos posible en menos de cinco segundos porque no aguanto su presencia.

Al segundo se levantó de mi sitio y cuando pasó por mi lado me devolvió mi carné de estudiante donde ponía mi nombre.

- Toma, se te había caído.

No me sueltesDonde viven las historias. Descúbrelo ahora