Me levanté tarde, demasiado tarde. La noche anterior no había dormido apenas.
-Joder me he quedado dormida, no llego - me dije quejándome a mi misma.
Me vestí lo más rápido que pude, cogí la mochila y salí a toda prisa de casa. Sin siquiera haberme peinado ni desayunado.
Llegué a tiempo a la parada y pude coger el autobús siguiente del que cojo todos los días. Después de todo no iba a llegar tan tarde. Pagué el billete y cuando me dirigía a mi sitio pude observar que ya se me había adelantado alguien.
No sabía si por casualidad o suerte, el caso es que no creía en ninguna de las dos, las cosas pasan porque así deben ser. No existe la casualidad pero si la causalidad. Creía en el destino.
-Maldito capullo- pensé.
Me acerqué a mi sitio para dejarle claro a ese tío quien era y de quien era ese sitio.
-Perdona estás en mi sitio.
Ni caso.
-Te estoy hablando, podrías tener un poquito de educación y respeto y quitarte los cascos.
Seguía en sus trece.
-Al parecer no sabes que son ninguna de esas dos cosas.
Me alteré.
-¿Pero tu quién te crees que eres?
De repente el chico que parecía no haber escuchado ni una sola de mis palabras, se quitó los cascos, me miró a los ojos - que eran preciosos por cierto - y de su boca salieron las siguientes palabras.
- Bueno, veo que hoy alguien se ha levantado de mal humor. Tranquilízate.
- Yo estoy muy tranquila, ahora coge tus cosas y vete a otro sitio.
Se rió.
- Bueno, veo que no te presentas. Empezaré yo. Soy Michael. Michael Woods. Y si, he notado que estoy en tu sitio, y eso no me incomoda lo más mínimo si significa que iremos todo el trayecto juntos.
Le miré, fijamente. Desde luego tenía labia, y bueno estaba un rato. No iba a privarme del sencillo placer de poder mirarlo. Era increíblemente guapo, y muy alto. Sus ojos verdes me trasmitían desconfianza y misterio, sencillamente era muy sexy. Parecía algo más mayor que yo, pero no demasiado. Sus labios eran verdaderamente carnosos, incitaban a besarlos. De su ceñida camiseta asomaban unos tatuajes, lo que le hacía aún más deseable. Realmente era impresionate y solo miarle ponía en juego mis incontrolables hormonas de adolescente. Pero eso no quitaba que su actitud me erizase los nervios.
Eris eres tonta, ¿vas a dejarte intimidar así por un chico que ni conoces? - pensé - venga.
- ¿Te pasa algo? No contestas Eris Fiocci.
Joder, no os voy a mentir, me acojoné bastante. Ese capullo de Woods sabía mi nombre. ¡Pero si ni siquiera nos conocemos!
Tenía que responderle. No quería quedar como una idiota que no sabía hablar o a la que un chico había impresionado. Ni siquiera quería que me impresionase. ¿Qué me estaba pasando? ¿Por qué estaba tan nerviosa? Quería odiarlo.
- Me pasa que acabo de ver a un gilipollas sentado donde no debe y no se como repetirle que es mi sitio, que le quiero fuera y lo más lejos posible en menos de cinco segundos porque no aguanto su presencia.
Al segundo se levantó de mi sitio y cuando pasó por mi lado me devolvió mi carné de estudiante donde ponía mi nombre.
- Toma, se te había caído.
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No me sueltes
RomantizmMe llamo Eris, tengo 16 años. Una adolescente corriente en principio. Mi vida no ha sido un camino de rosas, pero eso es lo que me ha llevado a ser fuerte. Estuve en lo más bajo, pero sí, logré salir. Todo cambió el día que una persona llegó a mi vi...