CAPITULO I

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El joven miró atentamente el agua, desafiándole a cobrar vida. Desafiándole a explicar por qué su vida había tomado, de repente, tan violento giro. Su largo cabello rubio era encrespado y después alisado por el viento. Sus ojos azul-verdes brillaban con lágrimas sin derramar. Mantenía las manos embutidas en los bolsillos de sus raídos vaqueros, los puños tensándose con frustración y rabia. 

El lago, en contestación, brillaba mudo a la luz del atardecer. Si tenía respuestas, estaban bien ocultas en sus lóbregas aguas. 

Kiara estaba allí, vigilándole como era su deber. Sus alas extendidas detrás de ella con silenciosa resignación. Si había algo que pudiera hacer para ayudarle, ella lo desconocía. 

El muchacho echó una última mirada al agua y entonces se alejó, pasando junto a Kiara sin verla. 

La ángel suspiró para sí, bajando sus ojos chocolate con pesar y tristeza. -A veces es un asco ser guardián,- susurró. 

-¡Y corten!- gritó la director. -Gran trabajo, Natalia. Es el final, chicos.- 

El set de Guardián de repente cobró vida mientras un desfile de ansiosos miembros de plantilla empezaban la rutina diaria de desmantelar y reunir escenarios. La una vez pacífica escena del lago se convirtió en una vorágine de ruido y actividad. 

Natalia Lacunza salió de estampida del set, deshaciéndose de las alas de ángel de su espalda con un fluido movimiento. Se los tiró a la persona más cercana en su camino. -Que arreglen las correas,- ordenó. -Estaban clavándose en mi hombro todo el tiempo.- 

-En seguida, Srta. Lacunza,- contestó la señora, apresurándose a llevar a cabo la orden. 

Una vez dentro de su remolque, Natalia suspiró ruidosamente. -Otro día sin final,- le murmuró al vacío cuarto. 

Un golpe en la puerta interrumpió sus dos segundos de paz. -¡Entra!- gritó con impaciencia. 

La ayudante de Natalia, Marta Sango, estaba de pie nerviosamente en la puerta. En la mano llevaba una pila de sobres. -Su correo, Srta. Lacunza.-

Natalia ojeó fatigosamente el bulto de correspondencia. -Envíales a todos una foto y una carta de agradecimiento," contestó despachándolo-                                                                                                                  

-¿No quiere leer ninguno?- preguntó Marta. 

Con impaciencia, Natalia miró con fiereza a su ayudante. -¿Cuándo lo he hecho?-

Marta asintió e hizo una anotación en su portapapeles. -No olvide que tiene esa entrevista en Nueva York este fin de semana. Y la MTV llamó de nuevo. Dos veces. Quieren que haga una aparición especial como co-presentadora de un episodio de— revisó sus notas, —TRL?- Miró a Natalia. -¿Qué debiera decirles?- 

-Estaré en Nueva York de todas formas,- Natalia lo consideró.  -Puedo encajarlo. Diles que lo haré. Pero no voy a firmar autógrafos después.-

-Muy bien,- Marta dijo apuntando algo. 

-¿Es todo?- preguntó Julianne, el tono desvelando su impaciencia. 

Si no lo era, ahora sí. -Sí, es todo.- Marta cerró la puerta detrás de ella cuando salió. 

Natalia agitó la cabeza y volvió su atención al espejo ante ella. Sus ojos reflejaban la lasitud que sentía. Su media melena oscura recorría su cuello en una única trenza que procedió a soltar. 

-Toc, toc,- dijo una voz masculina desde la, ahora, abierta puerta.

Natalia se dio la vuelta, una sonrisa separando sus labios. -Mikel,- le saludó. -Me alegra que seas tú.-

-¿De nuevo aterrorizando a la gente insignificante?- adivinó él cerrando la puerta. Apoyó su musculosa figura contra la mesa donde descansaba el espejo. 

-Es una situación de toma y da,- contestó Natalia fácilmente agitando la cabeza para liberar los restantes mechones de cabello de sus restricciones. Ahora que Mikel estaba allí se sentía diez veces mejor. 

-¿Ellos dan, tú tomas?- 

Natalia sonrió. -Algo así- Empezó a quitarse el maquillaje. -Ey, ¿qué harás este fin de semana?-

Mikel lo consideró larga e intensamente. -¿Algo contigo?- preguntó.

-Nueva York, nene,- le anunció. -Tengo publicidad de la que ocuparme, pero después me pondré peluca y gafas de sol y nos podremos escapar a lo desconocido.- 

-Adoro cuando eres espontánea,- dijo con una sonrisa. -Bueno, ¿sobre qué estaba mascullando Marta? Algo de correo de fans y que no firmas autógrafos.- 

La actriz miró al cielo. -Quiere que me siente y lea todo el correo que recibo. Probablemente también querrá que les conteste. Por favor. No tengo tiempo para eso.- 

Mikel estudió a Natalia silenciosamente durante un instante. Sus ojos buscaron en los de Natalia una razón detrás de las palabras. -Tus fans te adoran,- dijo finalmente. 

-No me conocen,- contestó Natalia mirando fijamente su reflejo. -Adoran a Kiara. La adorarían independientemente de la actriz detrás del papel.-

-¿De veras lo crees?"-

Natalia terminó quitando los últimos rastros de Kiara de su cara. Ahora sólo quedaba ella. -Es la pura verdad, mi querido Mikel,- le explicó atando su pulsera de plata en su sitio. Era la única posesión sin la que nunca estaba. Le echó una mirada a su mejor amigo. -Uno de estos días la serie acabará. Mi momento bajo el sol pasará. Y caminaré con el resto de vosotros, meros mortales, preguntándome que rayos le pasó a Natalia Lacunza. Y seré la única a quién le importe.-

El lado ciego del amor (Adaptación Albalia)Where stories live. Discover now