CAPÍTULO XII

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Para gran desánimo de Natalia, el domingo llegó. Así que se encontró sentada en un atestado auditorio, viendo un puñado de idiotas ineptos destrozar lo que debería haber sido una obra maravillosa. Su querida hermana estaba entre ellos. Interpretando a Julieta, nada menos.

-Oh, Romeo, Romeo...-

Mátame. Mátame ahora, suplicó Natalia silenciosamente. Su cuaderno de poesía yacía abierto en su regazo y estaba garrapateando líneas sueltas de poesía en la oscuridad. Tan sólo deseaba haber pensado en traerse su portátil. Podría haber encontrado a alguien para chatear y ayudar a pasar el tiempo.

Si Dios fuera de hecho misericordioso, se apiadaría de ella ahora y acabaría con ella. Lanzó sus ojos al cielo, esperando que algo pasase. Nada pasó.

Estoy en el Infierno. Echó un vistazo al escenario. Y mi hermana es el Diablo.

Al fin, una eternidad después, la cortina bajó y las luces se encendieron. El reparto salió a saludar a escena y Natalia aplaudió con el resto del entusiasmado público. Cuando el gentío se dispersó, Natalia se hizo paso al frente del auditorio para encontrarse con el resto de su familia.

La gente la reconocía cuando pasaba al lado y se obligó a sonreírles, esperando que ninguno viniese a hablar con ella. Sólo por si acaso alguno lo estaba considerándolo, se aseguró de adoptar su aspecto más inaccesible. Afortunadamente, funcionó.

-Oh, apareciste,- notó Elena, aún en el escenario para poder mirarles desde arriba. Natalia miró a su hermana. -Lo prometí.- Besó la mejilla de su madre y después la de su padre. -Mamá, papá,- saludó casualmente.

-¿No estuvo maravillosa?- preguntó María Lacunza, sonriéndole orgullosamente a su hija más joven. -Uno de estos días va a ocupar tu lugar.-

Natalia intentó no reírse de la idea. -Vivo aterrorizada,- contestó secamente.

Elena miró al cielo. -Estás celosa, Nat. Porque incluso si eres una actriz super famosa, nunca serás tan hermosa como yo.-

-Elena, contrólate,- dijo Mikel Lacunza, hablando por primera vez. -Ve a cambiarte. Tenemos reserva para las nueve.-

Elena se dirigió hacia el vestidor para cambiarse, dejando a Natalia combatir contra demonios menores.

-¿Qué llevas puesto?- preguntó María con obvio disgusto.

Natalia se miró. Sólo para mosquear a su madre, se decidió por una camisa de algodón con las mangas enrolladas. Un chaleco de cuero negro, vaqueros negros y botas negras. -¿No te gusta?- preguntó inocentemente.

María soltó una larga expiración. -Pareces uno de esos poetas beatnik.-

-Vaya, gracias, madre,- respondió Natalia con una brillante sonrisa. -Es el mayor cumplido que me has hecho nunca.-

Mikel se aclaró la garganta. -Bueno, Natalia, ¿cómo va la película?-

-Bastante bien, papá,- contestó Natalia. -El presupuesto para la película es mucho mayor que para la serie de TV, así que tenemos efectos especiales bastante molones. La director, Noemi Galera, es excelente. Realmente me encantan las diversas dimensiones que le ha sacado al personaje de Kiara.-

-¿Cuánto cobraste?- preguntó María.

Natalia le suspiró a su madre. ¿Por qué todo se reducía a dinero con ella? -Cuatro millones,- contestó.

María frunció el ceño. -¿Eso es todo?-

-¿Qué quieres decir con eso es todo?- preguntó Natalia, intentando no gritar. -¿Cuánto ganas tú?-

El lado ciego del amor (Adaptación Albalia)Where stories live. Discover now