CAPITULO XIII

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Alba decidió que era hora de lidiar el toro. Así que ese domingo subió en metro y se dirigió a Queens. El apartamento de Damion estaba en un barrio relativamente agradable. Lo compartía con un tipo llamado Mark, a quién Alba nunca había realmente conocido.

En los escalones delanteros, dudó antes de pulsar el botón que anunciaría su llegada. Damion no la esperaba y esperó que no estuviera ocupado.

-¿Sí?- dijo una voz a través del intercomunicador.

Alba no la reconoció como de su hermano, así que supuso era Mark. -Uh, hola. Mi nombre es Alba Reche. Estoy aquí para ver a Damion.-

Hubo una pausa y entonces un zumbido anunció que la puerta estaba abierta. Entró, asegurándose de cerrar la puerta detrás de ella. El apartamento de Damion estaba en la segunda planta, así que se dirigió en esa dirección.

Damion estaba esperando cuando Alba llegó. -Alba,- dijo, pareciendo sorprendido. -No te esperaba.-

-¿Interrumpo?- preguntó Alba, preocupada por llegar en mal momento.

-No, no,- le aseguró Damion, apartándose a un lado. -Entra.-

El apartamento era pequeño. Un dormitorio, un baño, una cocina que hacía las veces de sala. Alba se encontró preguntándose dónde dormía el compañero de piso de Damion, aunque estaba empezando a hacerse una idea.

Alba miró la pared por un momento cuando notó una de sus pinturas enmarcada y orgullosamente exhibida. Recordaba esa pintura. Se la había dado a Damion cuando se había mudado. Era de la familia a un lado y Damion al otro, con la luna en el centro superior, uniendo los dos. -Todavía la tienes,- dijo, sorprendida.

Damion sonrió al lado de ella. -Por supuesto,- respondió, -va a valer millones algún día.-

Alba le sonrió abiertamente a su hermano.

Mark apareció delante de ella un momento después. Sonrió mientras le ofrecía la mano. -Mark Welch,- dijo, sonriendo brillantemente.

Alba estrechó la mano y le devolvió la sonrisa. -Encantada de conocerte.- No era exactamente lo que había esperado. Para empezar, era el típico norteamericano. Pelo rubio, ojos azules, bronceado de surfista. Y realmente no parecía en absoluto gay. Pero bueno, Damion tampoco.

-¿Quieres algo de beber?- ofreció Mark.

-No, gracias,- contestó Alba.

Damion la llevó a la sala/cocina y le ofreció asiento en el viejo y cascado sofá que había encontrado en alguna cuneta.

Alba observó sentarse a los dos chicos a la mesa de la cocina delante de ella. La miraron a la expectativa y ella decidió que lo mejor sería empezar. -Vine a ver cómo te va,- le dijo a Damion. -Realmente no hemos hablado desde... ya sabes.- No estaba completamente segura de cómo llamarlo.

Damion se encogió de hombros. -Me va bien,- respondió. -No es como si no esperase ese tipo de reacción.- La miró un momento. -¿Cómo se lo están tomando?-

Alba agitó la cabeza. -Ahora es tema tabú,- contestó. -Alex te mencionó en la cena del viernes y Miguel estalló. Definitivamente no lo están asimilando bien.-

-¿Y tú?- preguntó Damion.

Alba vaciló, echándole una mirada a Mark. Se sentía un poco incómoda teniendo esta conversación con el compañero de piso de su hermano presente.

Mark pareció darse cuenta de esto porque se incorporó. -Quizás iré a dar un paseo y os dejo hablar.-

Damion alzó la mano para detenerle. -No, quédate. Por favor.-

El lado ciego del amor (Adaptación Albalia)Where stories live. Discover now