CAPÍTULO IV

126 5 0
                                    

-Eh, ¿no eres la chica de esa serie de TV?-

Natalia entrecerró los ojos, actualmente ocultos por las oscuras gafas de sol que lucía. -Ni siquiera lo pienses, Mikel,- le advirtió. -Te mataré.-

Mikel sonrió abiertamente. -Error mío,- se disculpó, apoyándose en sus brazos. -Por un instante creí que eras otra persona.- Echó una mirada al gentío que pasaba. Washington Square Park estaba a rebosar de energía mientras los artistas reclamaban sus sitios y empezaban sus rutinas. Había acróbatas, pintores, cantantes y bailarines. Parecía que toda Nueva York estaba fuera disfrutando el delicioso clima.

La identidad de Natalia estaba bien disimulada tras enormes gafas de sol y una corta peluca rubia. Vestía informalmente con vaqueros y una camiseta de los Mets de Nueva York. -Se está bien aquí fuera,- dijo desde su sitio junto a la fuente. Era agradable estar fuera recreándose en el anonimato del enorme gentío en una gran ciudad. Hasta ahora nadie la había mirado dos veces. -Quizá me mude a Nueva York cuando la serie acabe.-

La atención de Mikel estaba en otra parte.

-Y me monte un trío con elefantes del espacio exterior,- continuó Natalia despreocupadamente.

-¿Uh?- Mikel miró. -Lo siento. Estaba sólo... um...-

-¿Comprobando la carne blanca local?- adivinó Natalia.

-Es lo que hay de cena,- contestó Mikel con una sonrisa.

Natalia miró al cielo aunque él no podía verlo. -Es asqueroso.-

-No hay nada asqueroso en la unión de un hombre y una mujer,- contestó Mikel. -O incluso un hombre y dos mujeres. O tres...-

Natalia se rió. -Apenas puedes arreglártelas solo, ¿qué vas a hacer con tres mujeres?-

Mikel parecía ofendido. -Mi querida e inocente muchacha. Hay un gran plantel de cosas que no sabes de mí. Soy un semental, después de todo.-

Natalia sólo sonrió, incapaz de discutir. Mikel era guapísimo y él lo sabía. Estaba segura que Hollywood lo pescaría en nada de tiempo si tan sólo considera el actuar como opción. Pero estaba decidido a ser director y guionista, y Natalia admiraba su persistencia. Pero más que nada, admiraba su determinación a tener éxito por su cuenta. No había tantos aspirantes hollywoodenses ahí fuera que, siendo los mejores amigos de alguien con un pie en la puerta, rechazaran un poco de ayuda.

-Tengo ganas de comprar algo,- declaró Natalia ausentemente, sus ojos yendo por los diferentes artistas. Consideró comprar un collar o algo simple, pero entonces un cuadro captó su atención. Era un boceto a carboncillo de una figura solitaria de pie entre una muchedumbre, la mirada fija en un objeto distante. -Mikel, ve y cómprame eso.- Señaló con la cabeza a la imagen había estado mirando.

-Ve y cómpratelo tú misma,- replicó Mikel. -No soy tu esclavo.-

Natalia lo miró. -Por favor.-

-Bien,- cedió Mikel. Miró en la dirección general que le había indicado. -¿Ése con esa cosa?-

Natalia se rió. -Sí, exactamente. Ése con esa cosa.-

-Vale.-

Mikel fue para allá, mascullando algo sobre estar domesticado.

Natalia observó para asegurarse que seleccionaba el cuadro correcto. Entonces arqueó una ceja cuando la conversación entre Mikel y la chica detrás de la mesa se alargaba unos momentos más de lo necesario.

Cuando él volvió a su sitio, portaba una luminosa sonrisa en la cara. -Aquí está su cuadro, vuestra alteza,- dijo, entregándolo.

-Ligando con la artista, ¿no?- le preguntó Natalia, ojeando la imagen con genuina admiración. Es como si la hubieran dibujado con ella en mente.

Mikel negó con la cabeza y se sentó. -No es la artista,- explicó. -Es amiga de la artista. La muy mona amiga de la artista que acaba de darme su número.- Alzó una tarjeta comercial en énfasis. Orgullosamente volvió la tarjeta para mostrar donde la chica había garrapateado sus cifras.

-Rauda operación,- le dijo Natalia. -Estoy impresionada.-

-Algún día puede que seas así de hábil,- le aseguró Mikel. -Sólo sigue conmigo.-

-Eh,- Natalia se quejó, ligeramente ofendida. -Podría agenciarme una cita en dos segundos.-

Mikel arqueó una oscura ceja mientras observaba a su mejor amiga con mirada dudosa. -¿Y cuándo, si puedo preguntar, fue la última vez que te diste un revolcón?-

-Eso,- Natalia respondió, poniéndose en pie, -no es asunto tuyo.-

Mikel también se incorporó, disfrutando el hecho de que estaba ganando esta discusión. -Tanto hace, ¿eh?-

Natalia empezó a alejarse, no queriendo participar más en esta conversación. Podía encontrar con quien dormir. Había montones de personas que dormirían con ella. Millones de ellas, en realidad. -Hay cosas más importante que el sexo,- le informó a Mikel una vez que se hubo puesto a la par de ella.

-Eh, Natalia, sabes que sólo estoy bromeando, ¿verdad?- preguntó, repentinamente serio. -Sé que es difícil para ti.-

-Lo sé.- Pero todavía le molestaba. No iba de sexo... realmente eso no le importaba. Era todo lo demás. Era encontrar a alguien que la amase por ella. No por la atención de los medios, o el dinero, o el glamour, o quién ella fingía ser.

Mikel suspiró. -No vas a encontrar a nadie a quién amar si no le permites acercarse a ti.-

Natalia no le dirigió la mirada. -Te permití acercarte a mí.-

Él sonrió. -Sí pero, para mi desaliento, no parezco ser tu tipo.-

-Y en eso yace el quid,- le contestó Natalia.

El lado ciego del amor (Adaptación Albalia)Where stories live. Discover now