CAPÍTULO IX

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-¿Qué piensas?- preguntó Alex emocionadamente. Su corto pelo castaño estaba atusado con suficiente laca y fijador para hacer temblar la capa de ozono. Sus ojos castaños estaban enfocados en el sistema estéreo de su nuevo Mustang.

Alba miró la pieza de equipo, preguntándose a que venía el barullo. Emitía música exactamente como el viejo. -Es bueno,- dijo forzando entusiasmo en las palabras.

-¿Bueno?- cuestionó Alex echándole una mirada a su novia. -¿Que dices, bueno? Puedes oír los bajos en esta preciosidad. ¡Una delicia!- Subió la música y tamborileó los dedos en el volante con la melodía.

Alba se hundió en el asiento del pasajero, volcando su atención en la panorámica de la ventanilla. Se dirigían a ver a sus padres. Con el tráfico de Nueva York iba a costar un año llegar allí, pero Alex había insistido en coger el coche. Estaba ansioso por exhibirlo ante Miguel y Ángel.

Alex había cancelado la cita del lunes. Había surgido algo a última hora y había sido incapaz de verla después de clase. Alba se había sentido secretamente aliviada. Tras pasar toda la noche del domingo trabajando en el ensayo sobre Shakespeare, estaba más que exhausta. Se había ido derecha a casa para una siesta.

No estaba ansiando esta cena en casa de sus padres. Inevitablemente, el tema de Damion sería deliberadamente evitado o sacado de proporción. Alba se sintió culpable de repente. Había pasado casi una semana desde el incidente y aún no había llamado a Damion. No estaba completamente segura de por qué. Alba ciertamente no era homofóbica. Y el hecho que Damion fuera gay realmente no le molestaba.

Así que, ¿por qué estaba evitándole?

Incapaz de salir con una respuesta, Alba decidió pensar en otra cosa. Su arte, por ejemplo. Estaba en proceso de crear un collage de fotos que había tomado. Era su tributo a Nueva York y contenía fotos de la ciudad en toda su gloria. De la belleza a la tristeza. Todo estaba allí. Su completa experiencia vital, recortada y fundida en un todo.

Sus pensamientos de repente derivaron a la persona que le había escrito y se preguntó si habría respondido. Hizo una nota mental de revisar su correo una vez llegase a casa.

Alex apagó el estéreo de repente. -Siento lo del lunes,- dijo. -¿De qué querías hablar conmigo?-

Alba vaciló. -No era nada,- le mintió.

-¿Estás segura?- preguntó Alex.

-Positivo,- Alba contestó, sonriéndole. -Bueno, ¿cómo va la facultad?-

Alex sonrió abiertamente. -Va bien,- contestó. -Me alegra graduarme. El instituto dura una eternidad, ¿no crees? -

-No recuerdo tan atrás,- bromeó Alba.

-Oh, cállate,- dijo Alex con una carcajada. -No eres mucho más vieja que yo. Pero, de todas formas, las cosas se están desarrollando bien. Llegan las actividades senior. Hablando de las mismas, empieza a pensar en un vestido para la graduación.-

Alba no estaba segura de tener ganas de pasar de nuevo por toda la prueba de la graduación. Detestó la suya. Pero le debía a Alex ir con él. -Se lo diré esta noche a mamá,- contestó. -Estoy segura que querrá ir de compras conmigo.-

Alex asintió en aprobación, poniendo la música.

Alba se concentró en el mundo fuera de su ventanilla y volvió a la tierra de sus pensamientos.

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La cena empezó como un asunto agradable y relativamente tranquilo, aunque Alba podía sentir la soterrada tensión entre cada miembro de su familia. Hasta ahora, nadie había mencionado a Damion y Alba lo agradecía en secreto.

El lado ciego del amor (Adaptación Albalia)Where stories live. Discover now