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Buenas noches.

Por alguna razón, esas palabras aceleraron los latidos de su corazón. Dos palabras que cualquier persona le pudo haber dicho, pero con el fueron diferente.

¿Por que se sentía feliz?, ¿Será por ver una parte de el que no conocía?

Sí, eso debía ser. O tal vez no.

Sin duda Katsuki tenía un lado cálido, que ocultaba demasiado bien con su ceño fruncido y mirada asesina. Aunque ella no lo viera así, todo el tiempo.

La primera impresión de el no fue tan buena, incluso antes del festival se habían topado en el supermercado.

— ¿Bakugo-kun...? —. Murmuró sorprendida al verlo, este sostenía entre sus manos una lata de ... ¿Frijoles?, O eso era lo que pudo identificar con la mirada.

Estaba dispuesta a pasar de su lado y ignorarlo, le daba un poco de miedo su presencia. Con la cabeza gacha caminó unos pasos al frente.

— ¿Eh?, ¿Quién eres tu? —. Se detuvo en seco, para encararlo entre sorprendida e indignada. El cenizo pareció reconocerla, pero aún no cambiaba su expresión de enojo —. Ah, la amiga del bastardo de Deku —. Dijo con desinterés.

¿Ni siquiera sabía su nombre?, Bueno, recién son compañeros, quizás le cueste aprenderse los nombres de todos.

El rubio sabía perfectamente quien era la chica con grandes mejillas. Uraraka Ochako, era una de las amigas del peli-verde, al igual que conocía quien era el de lentes, pero jamás admitiría eso y menos a ella.

— no le digas así, eso es muy cruel —. Mencionó en forma de reproche, importandole menos al rubio si era o no cruel.

— me importa un carajo —. Respondió.

La castaña infló sus mejillas con enojo, ese chico era un grosero y maleducado.

Al rubio le pareció divertida la expresión que ella tenía, si quería darle miedo lo estaba haciendo demasiado mal.

— si sigues así serán tus mejillas las que exploten, ardilla —. Con burla la miro, con media sonrisa, haciéndola enfurecer más.

— no me llamo "ardilla" —. Dice haciendo comillas con los dedos —. Soy Uraraka, Uraraka Ochako.

« lo sé »

— mira cuanto me interesa —. Vociferó con ironía.

Luego de eso, la castaña se poso a unos cuantos pasos de el, tomando las cosas que necesitaba.

El rubio la mirada de reojo, aún parecía algo enojada por lo leve fruncido que estaba su ceño. Quiso reír por lo patética que se veía, pero no lo hizo, simplemente se grabó esa imagen tan divertida en su cabeza.

Ambos tomaron las cosas que comprarían, y se dirigieron a la caja. La castaña fue la primera.

— son 1000 yenes —. Dijo la empleada.

Ochako abrió sus ojos como platos, no le alcanzaba, comenzó a buscar de manera desesperada en su mini bolso si guardo algo más de dinero. No debió gastar tanto está mañana. Entre pequeños murmullos maldisiendoce así misma, siguió con lo suyo.

El rubio comenzó a carcajearse por dentro por la situación, era obvio que la chica no tenía el dinero suficiente. Dando un gruñido molesto la miro directamente

— ¿En serio, cara redonda?, ¿Vas a seguir fingiendo? —. Bufó con falsa molestia, poniendo más nerviosa a la chica, de su bolsillo saco el dinero que le faltaba a la castaña, entregándole a la empleada que los atendía, aprovechando para pagar lo suyo también.

Ochako iba a protestar, pero el rubio no la dejo, entregándole o más bien, lanzandole a la cara las compras de ella, saliendo del lugar con prisa.

La castaña le deseo buenas noches a la empleada y fue tras el.

— ¡Bakugo-kun! —. Le gritó, haciendo que este volteara a verla con cansancio —. No debiste hacerlo, prometo que te lo pagaré, yo...

— cállate, no me debes nada —. La interrumpió —. Es obvio que no vas a poder pagarme, deja de decir tonterías.

Ella le miró molesta, luego suspiró y sonrió como siempre hacia.

— gracias, Bakugo-kun.

El rubio se sorprendió un poco por como la chica pareció agradecerle de manera sincera, le dio la espalda para seguir con su camino.

— tsk, como sea.

Ese día ella vio una parte de el que le agrado, y quizás el ya ni recuerde ese momento, pero ella lo hacía, no podía olvidar que el la salvo de ese momento tan vergonzoso.

Intento devolverle el dinero muchas veces, cuando esté se encontraba a solas. En cada vez el gritaba que no le importaba y que se largará de su vista, incluso casi llega a explotarle la cara, dejo de intentarlo para ya no molestarlo.

Nunca lo vio como un monstruo, como todos comenzaron a llamarle cuando vieron su manera de pelear. Ella siempre admiro toda su fuerza y confianza que tenía en si mismo de obtener la victoria.

Ella quería ser así, quería ser fuerte.

Por eso se esforzó para dejar de ser salvada y ser ella quien salve a los demás. Y no lo haría para los demás, lo haría para ella misma, para demostrarse así misma que tan fuerte puede llegar a ser, y ver las caras orgullosas de sus padres por haber podido llegar tan lejos, ayudándolos también económicamente.

Por que aprendió que no siempre debe hacer todo para los demás, si no para uno mismo.

Tocaron su puerta, haciendo que se levantará de su cama y abriera.

— ¡Uraraka-san! —. Exclamó el niño, quién se lanzó a sus brazos.

Lo agarro desprevenida, confundida con que el peli-verde estuviera con ella y no con el rubio.

— ¡Pequeño malcriado! —. Oyó un gritó, y ya supo de quién se trataba.

Katsuki se acercó dando fuertes pasos cada vez que se acercaba, mirando con ganas de ahorcar al niño que abrazaba a la castaña.

— ¡Maldito mocoso, te dije que no podías venir! —. Vociferó con enojo, el pequeño lo miro con un puchero en sus labios.

— lo siento, Kacchan... —. Murmuró con tristeza.

Mientras el cenizo seguía reprochandole al niño por desobedecerlo, la castaña los miraba con una sonrisa.

Muy el fondo, bien oculto, Katsuki se preocupada por el pequeño.

Y ese sentimiento de calidez que sentía, se hizo más fuerte.

cuidando de Deku - Kacchako -Donde viven las historias. Descúbrelo ahora