Ámame

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nada quería decir que este one-shot es principalmente un pedido de Estela, quien hoy está cumpliendo años y quería desearle un muy feliz cumpleaños. Dedicarle este one-shot ¡Y espero que termines bien tu día! Y también a todos aquellos que estén festejando reyes, y bueno, a los que no también. Es símplemente un regalo de mi parte, no importa realmente el motivo. Y resulta ser la continuación, se podría decir, de "Humo de cigarrillo", la cual es la continuación de "Ósculo". Sin embargo, no importa demasiado. Me aseguré de que cada one-shot pudiera leerse prácticamente sin necesidad de haber leído los anteriores. Por lo que no se preocupen. Y bueno, avisar, para que se queden tranquilos a los que les incomoda, que a pesar del título, no hay lemmon. Simple alusión, nada más. ¡Espero que les guste! ¡Gracias de antemano por leer mi humilde breve historia! Pronto estaré de regreso con una historia larga, nos vemos y besitos.

Ámame a través de la piel

Parpadeó repetidamente al sentir la débil luz dorada atravesar la traslúcida tela color púrpura que eran las cortinas de su ventana, observando aún desorientada las paredes a su alrededor, también de un color similar, preguntándose qué hora sería ya, pues sentía que había dormido mucho. Demasiado para su habitual rutina. Y así era, efectivamente, el reloj a su lado, descansando sobre la mesita de noche, leía las 11 AM. Lo cual la alertó, haciéndola arquear su espalda e incorporarse inmediatamente, casi de un salto, hasta el borde de la cama. Recordando repentinamente que debía haberse encontrado con Shikamaru hacía ya media hora atrás.

—¡Maldición! —farfulló por lo bajo, analizando el entorno de su habitación en busca de sus ropas ya dobladas y listas para vestir. Sin embargo, notó que ese día no estaban donde debían estar. Ni en la silla próxima a la ventana ni a los pies de la cama en la que se encontraba. Ahora recordaba, que en el revuelto de pensamientos que se había convertido su cabeza la noche anterior, había olvidado preparar su vestuario como habitualmente lo hacía. Lo cual no era usual en ella, olvidar ese tipo de cuestiones, que Ino consideraba de gran relevancia—. Justo lo que necesitaba, más demoras —se quejó, rápidamente poniéndose de pié y disponiéndose a vestirse y prepararse para el encuentro con el Nara, al cual llegaría tarde indudablemente, de hecho ya era tarde, aún sin haberse vestido. Lo cual la irritó aún más, provocándole un breve momento de desesperación en el que arrojó contra la pared de su cuarto la pila de ropa descartada, aquella que no usaría aquel día. Para luego volver a observar el reloj, aún más exasperada: 11:06.

—¡Oh! —chilló enfuriada, revolviendo sus cajones con frenesí. ¿Por qué era que cuando más necesitaba encontrar algo en un determinado momento crucial, más difícil se le hacía? Era como una especie de regla, no escrita científicamente, que aseguraba aquello. Como una cruel broma del destino, el cual seguramente la encontraría graciosa. Sin embargo, Ino no lo hacía. Y a cada segundo que pasaba llegaba más y más tarde, y eso la fastidiaba aún más. Lo que concluía en un ciclo infinito, donde el tiempo pasaba e Ino se enfadaba. Al menos, hasta que encontrara lo que buscaba. Lo cual afortunadamente fue al cabo de unos segundos más —¡Si! —exclamó observando la falda púrpura en sus manos, la cual rápidamente tomó y deslizó por sus delgados tobillos y sinuosas piernas torneadas hasta sus peligrosamente anchas caderas. Luego, abotonó el top de similar color sobre sus pechos y corrió al espejo a cepillar su cabello. El cual alisó con mucho cuidado, suave y lentamente hasta que sus doradas hebras quedaron perfectas y recogidas en una cola alta. Lo cual la complació, sonsacándole una sonrisa frente al espejo antes de marcharse. Haciendo caso omiso a los llamados de sus padres una vez que atravesó el portal de su casa, y hacia las calles de Konoha.

La noche anterior había sido para Ino reveladora, de alguna forma, había descifrado algo que la había mantenido incómoda e insegura por demasiado tiempo. Pero aún así, a pesar del giro que sus pensamientos habían dado durante la noche, no podía evitar sentirse inquieta ante ello. Como si aún faltaran demasiadas cosas por desentramar antes de llegar a ese punto de inflexión. Demasiadas dudas y preguntas. Y esperaba que pudiera descifrarlas pronto, o terminaría por enloquecer.

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