— Vamos bebé, una vez más— Le decía con Ino con ternura al pequeño ser que se protegía del mundo en su interior. Mientras acariciaba su vientre sonreía con amor. Era la primera vez que sentía las pataditas de su bebé y nunca antes recordaba haberse sentido más conmovida en su vida.
Su bebé le estaba dando las primeras manifestaciones de vida.
Una vida que crecía día a día dentro de ella.
Esa vida era la de su bebé…suyo y de Shikamaru.
Iba a tener un precioso bebé con marido. El hombre más inteligente y vago de todo Konoha, al que amaba con todo su corazón.
¡No podía estar más agradecida con la vida!
—Vamos—insistía la futura madre— ¿Acaso ya te cansaste?… —Ino suspiró antes de concluir—. De seguro serás un holgazán al igual que Shikamaru.
— ¿Me llamabas, problemática? —preguntó su esposo desde la puerta. Dio dos pasos dentro de la habitación donde se encontraba su mujer. Su mirada perezosa se convirtió en angustia al ver los caminos salados recorrían las rosadas mejillas de Ino.
— ¡Ino! ¿Qué pasa? —preguntó angustiado.
Ella se llevó una mano al rostro y reconoció las cálidas gotas como propias. Ni ella misma, ante su alegría, se había dado cuenta de esas lágrimas lejanas a la amargura.
¿Cuándo había comenzado a llorar sin darse cuenta? ¿Por qué lloraba de tal manera sino estaba triste? Y ¿Desde cuándo su corazón se había llenado de tanto amor y fervor?
Maldijo su desequilibrio emocional.
Sollozó una última vez para deshacerse de las lagrimas.
—Ino…—le dijo Shikamaru con ternura. Estaba temeroso de acercarse, no estaba seguro de que hacer en ese momento ni por ser el mejor estratega de Konoha
Ella levantó la mirada y se encontró con los profundos ojos castaños de su marido. Luego sonrió con dulzura para confusión de él.
Rió con muchas ganas ante su incoherente emoción.
Tal vez su marido tenía razón…ni ella misma podía entenderse.
Shikamaru llegó hasta ella dudoso. El embarazo iba a ser problemático...muy problemático.
Meditó un rato antes de acercarse.
Una vez frente a ella la analizo de pies a cabeza. Ino por primera vez, estaba vistiendo aquel vestido de maternidad que recibió de regalo. Era de una fina tela color lila que se le acomodaba a su silueta, favoreciendo sus curvas y los tirantes mostraban la delicadeza de sus brazos. Su mirada se detuvo a mirar el bello vientre redondo de su esposa.
Esa prenda la obligaba a presumir la vida de su bebé
Se veía hermosa.
Shikamaru se sintió afortunado de tenerla…a ambos.
—Entiendo lo que ocurre Ino—aseguró ante la evidente escena.
— ¿En serio? —preguntó ella quitándose su ultima lagrima.
Era bueno tener un marido tan astuto como Shikamaru. De seguro ya se imaginaba que por fin ella había sentido al niño.