Capítulo 2

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El sonido de la lluvia la despertó de su inconsciencia, se levantó como un perro al que acaban de pisar la cola. Estaba en una especie de cueva, había una fogata y un montoncito de hierbas medicinales a su orilla.

Sabía quién era su salvador, como también sabía que se marchó antes de que ella despertará. Caminó hacia la entrada de la cueva con la frustración persiguiendo su sombra, ese era el modo en que él le recordaba que no debía involucrarse en su camino. Lo primero que vió fue una inmensa cascada que parecía rugir furiosa al chocar con las rocas, entendió entonces que entre sueños su inconsciente lo asimilo con una fuerte lluvia.

Buscó en su bolso los pergaminos y estaban ahí intactos, echó un vistazo por última vez a su refugio y su corazón se apretujo otra vez. Se sentía un poco patética, quizás tenía una idea errada de quien la refugio y aun así con demasiada ilusión se aferraba a la idea de que "él" lo hizo.

Sacudió su cabeza con desesperación, como si aquello espantara sus cavilaciones, taconeo sus botas y emprendió otra vez el viaje, después de todo aquella misión no se completaría sola.
Al llegar esta vez sin problemas a la Nación del Rayo y realizando las solemnidades para encontrarse con el Raikage entrego de una vez los esperados pergaminos y recibió un par.

El camino de regreso fue tan efímero para Sakura que apenas fue consiente cuando ya se encontraba traspasado las puertas de Konoha, y otra vez sentía que su corazón ya no estaba con ella. Se dirigió a la torre del Hokage, lo único que quería en ese momento era darse un buen baño y tirarse en su cama.

-Sakura, es bueno saber que llegaste a salvo.

Kakashi la saludo con una mirada astuta y una creciente media sonrisa oculta bajo su máscara, se hallaba de pie cerca de una de las ventanas de su oficina gracias a sus medidas podía admirarse toda Konoha, Sakura se fijó que su maestro sostenía con demasiado apremio un libro extraño; no tenía título en su portada.

-Hola Kakashi-sensei, es bueno verte.-Respondió mientras ponía los pergaminos en su escritorio.

-¿Nada fuera de lo usual?-preguntó el actual Hokage. Si no hubiese sido sakura esa pregunta podría parecer descortés pero como era ella entendía que esa era su forma de preguntar tambien como estaba. La intuición de Kakashi estaba a otro nivel, sakura pasó una mano por su cabello y le sonrió con cariño.

-Fui atacada antes de llegar por unos mercenarios- Kakashi puso toda su atención en ella.-llevaban una carreta de esclavos.

Kakashi bajo su libro, ahora su rostro era la viva imagen de la seriedad.

-Eso es bastante extraño.-Kakashi dejó el libro en su escritorio y tomó los pergaminos.

-Si- omitió la parte donde creía que Sasuke la salvo y uso alguna técnica para que se desmayara. Su mente ya le había dado una explicación, no quería involucrarla en sus asuntos y eso implicaba que tampoco lo viera. Quizás porque la conocía lo bastante para saber que rogaría otra vez que la llevara con él, de nuevo ese sentimiento de lastima a sí misma.

Kakashi leyó en su rostro que algo más pasaba, pero no quiso presionar a su querida alumna.

-Puedes ir a descansar Sakura, te informaré de tu próxima misión en un par de días

Sakura se apresuró a preguntar-¿Y los esclavos?

-Enviaré un mensaje al Raikage, no podemos dejar ese tema sin más, se supone que las naciones están viviendo en tiempo de paz, es extraño que aun sigan por ahí mercenarios cazando esclavos cual gatos.

Se sintió más aliviada, y aunque no tenía duda de que su maestro no dejaría ese tema como algo sin importancia, la curiosidad le ganó.-De acuerdo, si es posible quiero saber su respuesta.

Kakashi volvió a tomar su libro extraño asintiendo, Sakura lo miró con una expresión seria.

-Kakashi-sensei ese libro no funciona para nada, ya se lo que estás leyendo en realidad- Su maestro se tensó notoriamente.

-Siempre tan lista.

Sakura extendió su mano.

-Démelo.

Lagrimas comenzaron a salir de los ojos de Kakashi y entrego su preciado volumen de Icha Paradise.

Sakura lo tomó con una sonrisa malvada.-Confiscado. -lo último que escucho Sakura antes de marcharse fue un sonido ahogado de Kakashi-sensei. Se rió en su fuero interno del Hokage.

Luego de aquello los días pasaban demasiado lentos para su gusto, no había sido notificada de ninguna misión, y su mente divagaba la veracidad de Sasuke salvándola o si solo había sido producto de su agotamiento y las llamas que se impusieron contra sus enemigos no pertenecían al Amaterasu sino a otro jutsu, para olvidar todas sus dudas, hoy pasaría un rato con Ino y Hinata, esta última tan puntual como siempre la esperaba cerca de un puesto de comida.

-Buenos días Sakura-san.

Sakura se alegró con tan solo verla, su timidez extrañamente la relajaba y es que tener a la gritona de Ino y al hiperactivo de Naruto en su vida le hacía valorar los momentos pacíficos con alguien como Hinata.

-Buenos días... -la abrazo con efusividad- ¿Cómo has estado?

Ambas entraron al puesto de comida esperando la llegada de la Yamanaka mientras seguian la conversación.

-¡Sakura!-reconoció en seguida la voz de Ino-¡Hina-chan!- la rubia las apretujo en un abrazo.

-Es bueno verte Ino- Respondió la Hyuuga.

Sakura le sonrió a su mejor amiga.

-Cerda cada vez mas gorda- una sonrisa se extendió por su rostro.

-Y tú cada vez más frentona

Ambas se rieron.

Las horas pasaron rápido, la noche les cayó en sima sin que se dieran cuenta, volvió a casa con el temor que sus pensamientos la acecharan nuevamente y otra vez las palabras de que algo estaba mal le asecharon.

Sacudió sus botas en la entrada, hace un año que vivía sola, adoraba a sus padres pero necesitaba su espacio. Un olor a óxido algo que reconocía fácilmente la alertó y caminó con sigilo, su pie tocó algo viscoso y confirmo que alguien estaba en su departamento. Se preparó enfrentar hasta al mismo diablo.

-¡Muéstrate!- la furia en su voz era evidente sin embargo nadie apareció en cambio un quejido lleno el silencio que había quedado después de su grito.
Sí, alguien estaba en su departamento y ese alguien estaba herido.
De inmediato lo encontró tirado entre el sillón y su mesa central, la luz de la luna que se filtraba por la ventana hacia ver su piel demasiado blanca, o quizás era la falta de sangre y su rostro estaba cubierto por su cabello azabache,cualquier recelo que tuviese por aquel desconocido se esfumo opacado ante su deber como médico.

Prendió la luz y de inmediato acercándose al intruso. Lo volteó con cuidado e identifico el lugar de la herida que media casi diez centímetros, chackra verde comenzó a emanar de sus manos y con delicadeza las coloco en el lugar, el hombre nuevamente se quejó y sudor frío bajo por su frente, la fiebre en él no se había hecho esperar. Sakura despejó su rostro con una de sus manos latiéndole el corazón con fuerzas.

Por unos segundos pensó en aquel hombre que le perturbaba los sueños.

"Sasuke-kun"

Su respiración se volvió agitada, el enfado le recorrió la medula y se obligó a si misma a mantener la calma. Aquel hombre no era Sasuke, pero se parecía bastante, dedujo el rango de su edad por el tejido de su piel, veinticinco a treinta años.

¿Qué hacía en su departamento aquel desconocido?

Una vez que tapo las arterias y músculos desgarrados lo recostó en su sofá. Cada vez que miraba su rostro la ansiedad le comía las paredes de su estómago.

Siguió con su labor hasta reconstruir las capas de piel dañadas.
Ya habría tiempo para dejar su mente invadirse por las preguntas, ahora debía concentrarse en aquel intruso.

Recíproco Donde viven las historias. Descúbrelo ahora