Dimensión 0-1

1.6K 128 70
                                    

Dimensión 0 - 1: Los malos entendidos a la orden del día.

Mi día comenzó tan mal como todos los días desde lo del tártaro. Hasta pensar en el nombre de ese lugar me da náuseas, aún recuerdo el aroma que tenía, el calor que se sentía y lo mal que lo pasamos estando en ese lugar. Así que si, empecé mi día con pesadillas.

Me levanté cerca de las tres de la mañana, después de mi tercer intento fallido por consiliar el sueño. La verdad la tormenta que estaba azotando contra la barrera del campamento no ayudaba tampoco, los rayos no me agradan, nunca lo habían hecho pero desde los doce era todavía peor.

Me quedé sentado en el sofá de la cabaña cerca de la ventana, e hice lo único que tenía permitido hacer últimamente con las pesadillas. Cerrar los ojos e intentar descansar sin llegar a dormirme. Lo cuál apenas y me ayudaba a recargar fuerzas, extrañaba poder dormir al menos cuatro horas seguidas, sin pesadillas.

Me quedé ahí donde estaba, envuelto en un manta, mientras mi queridísimo tío Zeus hacía uno de sus berrinches Olímpicos, en el Olimpo. Eso suena gracioso, hasta en pensamientos suena gracioso. Esperaba que pronto lograra hacer que la medicina funcionara, nadie a parte de Annabeth y Will saben que tomo pastillas para dormir, ella también las toma, pero con ella son más efectivas quizá.

Por fin logré dormir una vez más, pero solo fue un momento antes de que la voz atronadora de mis sueños me sobresaltara y acabara con ello. Es la voz de las Arais chirriando antes de desaparecer, antes de que la nueva maldición me cayera encima. Pronto era temprano, el sol ya estaba rompiendo sobre la colina del campamento.

Me estire en el sofá sobre el que estaba sentado, esa parecía que iba a ser una mañana de lo más normal en el campamento, lo más normal que se podía en un campamento lleno de hijos de dioses griegos. Esos mismos que no sabían el significado de protección, los mismos que tampoco sabían nada sobre ser buenos padres, los mismos que armaban guerras solo porque alguien tomaba sus cosas sin su permiso.

Me metí a la bañera para intentar relajarme, también recuperar las fuerzas que no logro con el sueño. Lo llevo haciendo desde hace mucho, creo que resulta evidente para mi familia, para mi novia y para Jason. No creo que los demás lo hayan notado.

Cuando por fin salí me cambié de ropa, me puse una camiseta del campamento mestizo, mis boxers de Frozen. No me juzguen, fue un regalo de parte de Leo y son azules, así que me agradan. Ya, suficiente de hablar de mi ropa interior. Me puse mis Jeans y estaba colocandome mis zapatos cuando algo resonó por todo el campamento.

Un grito y un rayo.

Parecía que el mal día de Jason no había terminado ayer, porque sabía que venía de su cabaña. Así que me apresure a salir de mi cabaña lo más pronto posible. Casi me caí mientras me ponía el segundo zapato.

—¡Jason! ¡Jason! ¡¿Qué pasó?! —Llegue corriendo a la cabaña de Zeus, la puerta estaba abierta y no era el único que había corrido hacia ahí, pero si fue el primero en llegar. Así que tuve de primer plano la vista de mi Bro, estaba agazapado en una esquina de la cabaña, las palmas de sus manos estaban pegadas a las paredes, sus sábanas tiradas en el suelo y su cabello desordenado, las ropas no había ni que decirlo estaban chamuscadas —¿Qué paso? ¿Alguien te atacó? —

—¿Por qué has gritado Jason? —Leo entró detrás mío. Jason pareció calmarse en cuanto nos vio y se abalanzó hacia nosotros.

—Dios, menos mal que están aquí. No entiendo nada de lo que esta pasando ¿Ustedes saben dónde estamos? —Hablaba demasiado rápido, apenas y logré entender lo que estaba diciendo. Cuando nos alejó de él creo que pudo ver lo confundidos que estábamos —¿Percy? ¿Leo? —pregunto dando un paso atrás.

Las Dimensiones De Mi Universo Donde viven las historias. Descúbrelo ahora