Dimensión 0-3

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Dimensión 0 -3: Los cuentos de hadas dan miedo.

La medicina había resultado mejor de lo que espere, apenas la tome el sueño me venció. No soñé con nada. Dormiría profundamente más de tres horas seguidas o eso creí, para mi habría sido un total logro. La oscuridad simplemente me engulló y me sentí cómodo en ella, no había nada más que yo.

Hasta que el dolor lo arruinó todo.

Mi cuerpo comenzó a sentirse totalmente aporreado de un momento a otro, un calor comenzó a producirse en mi espalda. Mismo que hizo que abriera los ojos casi llorando, mis manos estaban sobre mi boca sofocando un grito de dolor. Se sentía como cuando me hicieron el tatuaje en nueva Roma, quizá un dolor aún más agudo.

Mi espalda estaba en llamas y ni siquiera tenía la fuerza suficiente para estar en pie, caí al suelo cuando intenté ponerme de pie. No pude moverme más allá de eso, estaba recogido junto a mi cama tratando de que el dolor no me dominara, pero era evidente que este estaba ganando.

Debía llegar al baño, mojarme pero me era imposible.

Intente ponerme de pie una vez más y otra vez caí.

Lo hice una tercera vez y por fin logré hacerlo, me metí a tropezones a la ducha, creía que el agua aliviaría un poco la quemazón pero no lo hizo. ¿Ven mi suerte? Si, esa que no existe.

Todo comenzaba a dar vueltas a mi alrededor, después todo fue oscuridad.

No sentí el impacto contra la bañera, mi cuerpo simplemente cayo rendido contra esta, con el agua cayendo encima mío. Al menos había logrado abrir la ducha antes de aporrear me, eso era un logro. ¿Verdad?

Recupere la conciencia en lo que me pareció una eternidad, mi deseo era dormir pero aseguro que no de esta manera.

-Auch -Me quejé cuando traté de ponerme de pie, mi mejilla había quedado contra el borde de la bañera, el agua la estaba rebosando por lo que todo el suelo parecía una escena del crimen.

Yo tirado contra la bañera con alguna clase de quemadura en mi espalda, tenía un golpe en la cara que el agua no había logrado bañar, por lo que estaba sangrando. Sangre, agua, quemada, ya me veía como una de las escenas iniciales de C.S.I. y ese hombre gritando como si estuviera gimiendo, ahora solo faltaba buscar al culpable con las pocas pistas que había sobre mi accidente.

Las cuales eran ninguna.

Me puse de pie con dificultad, alguien estaba tocando la puerta de la cabaña con desesperación. Eso era lo que me había terminado sacando de mi letargo. Ya me había perdido del desayuno seguramente y me estaban buscando por eso, o al menos eso crei por la luz intensa del sol que vi al salir del baño.

Seque todo el suelo de la cabaña antes de llegar a la puerta, lo que requirió mucho esfuerzo, o era eso, o de verdad estaba muy débil, porque todo estaba dándome vueltas, una vez más.

Era como si me hubiese montado de nuevo en la señorita O'Leary y hecho un viaje en sombras, quizás fui sonámbulo a un parque de diversiones y me subí a la montaña rusa más de lo necesario. Lo que fuera, me había dejado enfermo.

-¡Ya voy! -Respondí cuando escuche que comenzaban a tocar una vez más, ojalá comprendieran el dolor de cabeza que causan el tocar así, luego solo escuché la puerta abrirse. Al menos mis oídos funcionaban de forma adecuada ¿Yay?

Mis piernas no dieron más, caí al suelo completamente mareado. Todo lo veía borroso y no entendía nada de lo que me decían, se que Annabeth fue quien entró, el olor de su shampoo lo conocía muy bien. Además no conozco a alguien que pueda hacer tantas preguntas a la vez como ella.

Las Dimensiones De Mi Universo Donde viven las historias. Descúbrelo ahora