Prólogo

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Derek

Tu forma de caminar, tu maldita forma de caminar es suficiente para hacerme perder la cordura, esa malévola sonrisa que tienes cuando obtienes lo que deseas, no hay nada que te negara, nada que no hiciera por ti y si fuera necesario, mataría por ti.

[...]

- De nuevo tarde - señalo viendo al moreno entrar tras escuchar la campana de la puerta.

- Lo siento Derek, Erika quería que la ayudara con la mudanza y no tuve opción - se quejó tomando el mandil del mostrador.

Derek se encontraba acomodando los panecillos en el estante, no existía nada mejor que el olor a dulce que desprendían cuando eran recién horneados, nada tan placentero como ese suave aroma acariciar su rostro.

Y por esa razón es que el poseía una de las más comerciales tiendas de repostería, y realmente no se quejaba, era bueno conocer gente nueva cada mañana, escuchar sus problemas, verlos sufrir por un absurdo comentario o incluso ver a las chicas o chicos por igual coqueteando con él, pero realmente en ese momento de su vida no es que le interesara una persona, realmente su vida la sentía bastante placentera, hacia menos de un año que había terminado con una mala relación, bastante mala que tuvo que mudarse de Nueva York y refugiarse en el escondido y oscuro pueblo de Beacon Hills.

¿Su familia?, bueno, toda ella había fallecido en un incendio hace más de 10 años, ya lo había superado, por lo que en ese momento el disfrutar de su libertad, de estar solo él y su apartamento en el centro era bastante bueno.

Pero tenía que ocurrir lo que se temía, tenía que entrar por esas puertas con el característico tintineo y con sus pies sonando como martillos taladrando sus oídos, tenía que sucumbir ante sus ojos claros mirarlo un segundo mientras se acercaba al mostrador, tenía que derretir su mundo con solo unas palabras.

- ¡Hola! - su voz era tan suave y clara, como una melodía de siempre estuvo esperando - ¿Me puedes recomendar un buen postre lo suficientemente dulce para mantenerme despierto, pero no demasiado para no enviciarme? - exclamo.

- Si quieres pasar tu examen te recomiendo la explosión de chocolate - menciono sacando uno del mostrador - Pero si solo quieres es pasar el día, te recomiendo las magdalenas de vainilla, son suaves y muy deliciosas.

- ¿Parece que tienes experiencia? - mencionó.

- Bueno, he tenido situaciones similares - le sonrió, "¿Porque le sonríes?, Derek, contrólate".

- Siendo así, creo que tendré que llevarme la magdalena - le devolvió la sonrisa mientras tomaba el postre - ¿Y cómo te llamas?, digo, para darle las gracias al que me recomendó tal maravilla - exclamó de manera formal.

"¡No se lo digas, no se lo digas!".

- Derek - terminó diciendo.

"Idiota".

- Bueno Derek, soy Stiles, ya veremos que tan magnificas son estas magdalenas - dejo el dinero sobre el mostrador y se marchó, como si en ese insignificante instante no se hubiera robado una parte de él.

Metió el dinero en la caja registradora y se acerco a la puerta de cristal, afuera el frío era tan notorio con las personas con sus abrigos, pero aquel joven de tez blanca y abrigo negro, gorro rojo y aquel postre que el mismo le recomendó era la mejor vista que tenía.

- Stiles - repitió - Nos volveremos a ver - sonrió, porque, ¿Qué más daba si volvía a comenzar de nuevo?, Stiles podría ser su nuevo comienzo, el giro a su vida que tanto había deseado, él podría ayudarlo a sanar y solo por esa razón decidió continuar.

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