Historia de una manzana envenenada

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Bebí cinco litros de agua
Para desintoxicarme
Del veneno de una manzana acaramelada.

Cianuro y Litio me atacaron
Dentro del dulce sabor de la fruta...

Sus ojos sonrieron al verme ahogada,
En desesperación y taquicardia
Intentando escupir lo que en la mordida contenía.

Desbordé en pánico,
Él reía mirando cómo me retorcía,
Mis ojos se pusieron blancos,
Mis labios de tornaron morados,
El hilo de plata se cortaba y sólo escuchaba enloquecidas carcajadas.

El villano fue mi príncipe
En éste cuento de hadas,
Yo era el dragón que custiodiaba un tesoro en una torre,
Un dragón azul que se hacía pequeño dando mordidas a las setas.

«Reconocería un príncipe dónde fuera, tú no eres un príncipe» Dije
Él sonrió y me dio un beso de amor verdadero.

Desperté de mis fantasías.

No era un dragón, era un ave,
No era un tesoro en una torre, era mi alpiste en una jaula,
No era un príncipe,
Era un mago,
No era un beso de amor verdadero,
Era un sentimiento vacío.

Él enamoró mi alma,
Canté canciones de amor hasta el amanecer,
Canté a todo pulmón,
Clavando la espina del Rosal blanco en mi corazón,
Para teñirlo de rojo,
Para teñirlo de rojo.

Oh, que lunático es el amor desde el canto de un ruiseñor,
Oh, que melodiosa vibra de espejismo me daba él,
No tenía nada más que darle que mi voz,
No tenía nada más que darle que mi alpiste.

Mis rosas cayeron en la basura,
Mis preciadas rosas teñidas de sangre en cantos nocturnos,
El universo se derrite mientras veo su sonrisa sarcástica,
Y a sus pies la manzana acaramelada.

Luces de cuentos de hadas,
Sus besos me extasiaban apasionados,
Sus caricias embellecian mis plumas,
Su voz me hacía sonreír en mi jaula,
Él me liberó para migrar,
Pero yo no quise moverme de su lado.

Luces en Ártico explosivas,
Me sostuve de su mano para no emprender el vuelo,
Él ya no me quiso,
Y envenenó mi alma,
Para caer de asfixia,
Para caer de delirio,
Para caer de mi jaula,
Mi jaula dorada,
Mi jaula...
Que me mantuvo segura
Y viva.

«¿Por qué me mata mi señor?
¿Por qué no quiere más mi cantar?
¿Por qué si le dí mis rosas rojas?
Las que antes eran blancas...
Las teñí con mis sueños,
Las teñí con mi alma,
Oh, señor mío, no me deje morir de asfixia
Oh, señor mío, no me deje ir»

El rió y lo último que oí,
Fue su maravillosa risa.

Huyendo De Los Recuerdos «Anti Poesía» (Terapia TLP)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora