IV: Las visiones se nublan en la oscuridad (parte 2)

468 59 103
                                    


Navhares y Vira

¡Ay! Esta imagen no sigue nuestras pautas de contenido. Para continuar la publicación, intente quitarla o subir otra.

Navhares y Vira. Ilustración de mar_espinosa



Un murmullo de incredulidad y algunas exclamaciones de asombro celebraron el inesperado desenlace. La parte más desvergonzada de Vira se planteó hacer un comentario obsceno sobre aquella pose, aunque estaba tan fastidiado que no sentía ganas de bromear.

—Te ha dado una buena. —La obviedad de Azor hizo más leña del árbol caído—. Y sin savia.

—No ha jugado limpio —rezongó Vira, una vez en pie y tras sacudirse la hierba—. En realidad, ha hecho trampas como un bellaco.

—¿No será el despecho lo que habla por ti? Hay árbitros, sureño, este no es terreno de aficionados. Ninguno de los dos ha hecho un uso ilegal del talento.

—Nosotros no. Me refiero a ese pelirrojo que se está aguantando las carcajadas ahí detrás.

Todas las miradas convergieron en la silenciosa figura de Caradhar, aún sentada a la sombra de los tres árboles. Lo cierto era que no parecía estar a punto de echarse a reír, pero sí que lució una sonrisa complacida al incorporarse y caminar hacia ellos. Los pelirrojos eran muy infrecuentes en Dallankor; los dotados, muchísimo más; y los que hacían trampas en el círculo... Bien, todavía estaba por ver si tal espécimen de elfo existía.

—Tu amigo sostiene que nos habéis tomado el pelo, tu Darshinavie y tú —le espetó Azor—. Explica cómo has utilizado tu talento sin que nadie lo detectase.

—Yo no he dicho que hiciera eso —masculló Vira—. No, el muy desgraciado se las ha arreglado para conseguir algo mucho peor.

—Muy perceptivo. No he utilizado magia, hemos luchado con vuestras mismas armas. —La voz de Caradhar poseía un matiz de chanza—. Hace años que Sül es mi fulcro. Mis capacidades son las suyas y viceversa.

—¿Insinúas que vuestra coordinación es tan instantánea que puedes leer a su oponente a través de él y hacerlo reaccionar con semejante rapidez? ¿Como si su cuerpo fuese tu cuerpo y tu mente su mente? Nadie consigue ese nivel de excelencia.

—¿Y por qué has intervenido? —exigió saber otro elfo—. Extranjeros o no, deberíais saber que aquí se pelea con limpieza y respeto.

—Solo quería demostraros que podéis contar con él en igualdad de condiciones. Yo no soy buen luchador, él sí. Y no tiene sentido que sus aptitudes desmerezcan por haber nacido sin el talento.

Se levantó una ola de murmullos entre los Silvanos, algunos de los cuales se preguntaban si aquel dotado tan singular pretendía burlarse de ellos. Ahora bien, dado que no había intentado negar su culpa, que podían entender las frustraciones por la falta de magia y —y esto no era lo menos importante— que el espectáculo había sido excelente, la gran mayoría pasó el tema por alto. Dranaris, uno de los pocos insatisfechos con las explicaciones de Caradhar, dejó de lado su reserva para abordar a Vira.

La savia de los diosesDonde viven las historias. Descúbrelo ahora