7. ¿Quién es?

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Un par de días pasaron, pero el recuerdo de una imponente criatura que había nacido para amarla la tenía chapoteando el agua en la tina, llegando al clímax con un gemido ahogado, con la esperanza de que nadie la hubiera escuchado, se sentía avergonzada, pero un poco mejor al poder pensar en alguien mientras estaba en su tina caliente.

No había visto el color de sus ojos, pero su rostro sí que era hecho por dioses, su mandíbula bien definida y sus anchos hombros eran una muestra de su masculinidad. Y se sintió mal desear a alguien tanto por primera vez. A alguien que no había vuelto a ver.

Avergonzada salió de su tina cuando termino con su baño caliente, eran las 8 de la mañana y ella abría su tienda a las 9, supuso que era mejor ponerse lo que ella siempre usaba, pues aunque no sabía cuando volvería, podría ser que él volviera a aparecer en un día como ese.

— ¿Todo bien cariño? — Preguntó su madre quién con el ceño fruncido observaba como su hija estaba ida, ausente aunque estuviera comiendo en la misma mesa su desayuno como siempre juntas.

— Eso creo. — Asintió con una sonrisa Holland. — Mamá, papá. ¿Ustedes dejarían la manada? — Su padre que leía el periódico esa mañana frunció el ceño prestando más atención a lo que decía su hija.

— Ya lo hemos pensado. — Admitió su madre con una sonrisa. — Pero... —

— Tenemos la panadería. — Interrumpió su padre. — ¿Porqué? ¿Quieres irte? — Sus padres no sabían de los rumores de los que todo el mundo hablaba sobre su hija, creían que debido a su especie ella prefería quedarse en casa o no salir más que a su tienda.

— Eso creo. — Admitió por primera vez.

— ¿Es porque aún no has podido establecerte? — La pequeña negó.

— Creo que conocí a alguien... — Murmuró tan suave como pudo, sus padres voltearon a verla asombrados.

— ¿Hablamos de alguien no imaginario? — Preguntó su padre haciéndola reír.

— Ya no tengo tres años, papá. — Río recordando la etapa donde prefería hacer pasteles de lodo para sus amigos imaginarios.

En especial una pequeña niña de pelo blanco que se reía con ella y le decía lo valiente que tenía que ser frente a los demás, aún cuando los lobos siempre trataban de ridiculizarla, Selene había estado ahí, cuando pensaba en ella, la extrañaba. Dejó de verla cuando tenía 18 años y se presentó oficialmente como Omega.

— ¿Y quién es? ¿Es un beta? ¿Es un Alpha? — Preguntó emocionada su madre.

— ¿Qué hace para vivir? ¿Es un Alpha decente? ¿Cómo se conocieron? — Ella cubrió su rostro con sus manos.

— Él es, bueno por lo que alcance a olfatear es un Alpha. Y... No lo sé, no lo he visto mucho. — No quería decirles que sólo lo había visto una tan sola vez.

— ¿Segura que es él? — Ella asintió repetidas veces.

— Es el indicado. ¡Dijo que podría tener mi propia madriguera! — Sus padres nunca creyeron haber visto una sonrisa tan radiante en su hija.

— ¿De qué manada es? —

— Él no quiso decírmelo, pero no importa ¿Verdad? —

— Claro que sí cariño. — Asintió su madre.

— Hay un par de manadas aún que no sería muy prudente visitar, algunas podrían ser peligrosas. Incluso hubieron un par que desafiaron a la más poderosa del mundo, Ozloh, terminaron todos muertos. Y aunque me gustaría que te unieras a Ozloh ellos son muy sanguinarios cuando se trata de mantener el poder. —

— O como Haven esa que fue extinta, alguien de esa manada sería considerado un Rogue, un desertor y no me agradaría que te fueras con uno. No tendrías mucho futuro. — Su hija frunció el ceño a su padre, no había escuchado aquello.

— ¿Por qué fue extinta? —

— Eso dicen, no han vuelto a escuchar sobre ellos, desde que sus líderes fueron asesinados por los Ozloh. —

— ¿Por qué los asesinaron? —

— La única hija de los anteriores Alphas, que iba a ser la próxima Luna de esa manada se enamoró de un elemento o algo así como una deidad, como resultado tuvieron el bebé de lo que unos llamarían un Dios, un ser que podría tener un par de habilidades extra. —

— Así que supuestamente si la manada más poderosa del mundo quería mantener su poder no podían permitir que ese bebé creciera ¿Verdad? Nadie podría llevarles la contraria. Y seguramente él tendría el valor y la capacidad contra los tratos injustos de Ozloh con otras manadas. —

— Dicen que asesinaron los líderes de Haven cuando la manada más fuerte del mundo se enteró de todo lo que sucedía, no querían tener que lidiar con eso después, tuvieron miedo en lo que se convertiría esa manada para ellos. Quizá pensaron que podría ser lo suficientemente fuerte para ser su rival. — Siguió hablando su padre.

— Que malas personas, ni siquiera pecaron o hicieron algo malo. — Negó la pequeña conejita.

— Para otras personas estar con la persona que amas puede ser malo. — Dijo su madre suave. — Incluso amarlo cuando para ti es lo correcto. —

Sus padres sonrieron viéndose entre sí, ambos eran Alphas, pero para ellos había sido imposible concebir hijos, pero ahora que la luz de sus ojos vino en forma de una pequeña cría de conejo, ninguno tenía arrepentimientos.

— Agg que asco, papá me voy a traumar. — Se quejó Holland tapando sus ojos para no ver a sus padres besarse, aunque sonreía en su interior, era gratificante verlos así de enamorados y a punto de cumplir casi 30 años de casados oficialmente.

— Hoy sí es hora de irme, creo que tengo un par de pedidos hoy. — Intentó escabullirse sin deseos de recibir sus clásicos besos de despedida, pero la mano de su padre la jaló entre ambos para recibir besos de sus padres en ambas mejillas.

— Asco. — Se quejó, pero a ojos de sus padres la pequeña sólo parecía más adorable cuando se enojaba. — Ah papá lleva la motocicleta a la revisión, y que cambien el aceite. —

— Ya te he dicho que yo mismo puedo hacerlo. —

— Si y esa misma vez no funcionaban los frenos, casi termino con el negocio de frutas de la señora Gray. — Su padre rodó los ojos, pero su orgullo como Alpha no le permitía verse incapaz frente a su familia aunque no fuera bueno arreglando cosas.

— Si puedes hacerlo antes de las doce te agradecería mucho papá, tengo un par de pedidos. — Decidió esta vez besar las mejillas de sus padres antes de salir.

Decidió caminar pronto a su tienda, su ligereza y rapidez al andar le permitieron llegar en un menor tiempo, aunque no sabía si tendría que llamar por los pedidos de sus clientes ya que no podría repartir los encargos si la motocicleta no estaba lista a la tarde.

Sorpresa suya fue encontrar al Alpha de la manada fuera de su floristería. ¿Qué quería ahora?

Eres Tú, peluche de algodón. ©Donde viven las historias. Descúbrelo ahora