Capítulo 4 Los Hombres Congregados parte 1

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Mes de Fuego Bajo (9no Mes), Día 3, 04:01

Tan pronto como ingresó a la residencia de Gazef, la fatiga acumulada en su cuerpo lo golpeó toda al mismo tiempo y Brain pasó casi todo el día durmiendo. Cuando despertó, comió algo ligero y nuevamente, volvió a dormir.

Aunque no quería admitirlo, la razón por la que pudo permitirse tal cantidad de descanso en el hogar de Gazef fue debido a la sensación de seguridad. Aun cuando sabía que Gazef no era rival para Shalltear, el hogar de su antiguo enemigo, que él consideraba el lugar más seguro en el mundo, le otorgó paz mental y le permitió descansar.

La luz brillando a través de las persianas empezó a iluminar el rostro de Brain. La luz del sol penetró en sus párpados y lo despertó de un letargo profundo y sin sueños.

Abrió los ojos y los cerró nuevamente debido a la cegadora luz, bloqueándola con la mano.

Brain se sentó y examinó sus alrededores como un ratón. La sencilla habitación contenía sólo las necesidades mínimas y el equipo que había estado usando descansaba en una esquina.

"Supongo que ésta es la habitación de huéspedes del Capitán Guerrero del Reino."

Con un suspiro de alivio, Brain habló con sarcasmo mientras se estiraba. Con un crujido, su cuerpo rígido se relajó y su circulación sanguínea regresó.

Dejó escapar un gran bostezo.

"...Ese hombre probablemente deja que sus hombres duerman en este lugar de cuando en cuando. ¿No se sentirán decepcionados con una habitación como ésta?"

La razón por la que los nobles vivían vidas de extravagancia no era sólo porque amaban los lujos. Era para presumir y mantener las apariencias.

Del mismo modo, si su líder se rodeaba de muebles lujosos, eso alimentaría las ambiciones de los soldados y haría que trabajaran más duro.

"...No, eso no es asunto mío."

Brain murmuró eso e intentó contener una carcajada, no dirigida hacia Gazef, sino hacia sí mismo.

Porque ésta era la segunda vez que su corazón se encontraba a gusto luego de una conmoción tan grande como para llevarlo a la desesperación. Debía de ser así, ya que tenía la paz mental para pensamientos tan triviales.

Brain recordó la apariencia de ese poderoso monstruo y no pudo detener el temblor de sus manos.

"Como era de esperarse..."

No podía deshacerse del terror en su corazón.

Shalltear Bloodfallen.

Brain Unglaus, un hombre que lo había dado todo por la espada, no le llegaba ni a los talones. Ella era una existencia de fuerza absoluta, un monstruo entre monstruos, y de una apariencia como si toda la belleza del mundo se hubiese concentrado en un solo punto. Era un ser poseedor del verdadero poder.

Con solo imaginarlo sentía como si su cuerpo entero estuviera siendo perforado por el terror.

Atrapado por el miedo a que ese monstruo lo estuviera persiguiendo, había huido hasta llegar a la capital casi sin dormir ni descansar. El miedo a que Shalltear apareciera ante él mientras dormía, a que rasgara el velo de la oscuridad mientras él corría por los caminos, lo había dominado. Gobernado por aquella ansiedad había continuado moviéndose sin obtener una sola noche de descanso decente.

Aunque la razón por la que había huido hacia la capital era porque esperaba que un lugar con mucha gente le permitiera esconderse entre ellos, incluso él mismo no había esperado que la espantosa experiencia de su escape fuera a agotar su mente hasta el punto en que buscara su propia muerte.

También se podría decir que su encuentro con Gazef estaba fuera de sus expectativas. Tal vez la pequeña esperanza de que Gazef pudiera hacer algo por él provocó que Brain girará los pies inconscientemente hacia su dirección. La respuesta era desconocida.

"¿Y ahora qué debo hacer...?"

No había nada.

En su mano abierta, no había nada.

Volvió su mirada hacia su equipo descansando en una esquina de la habitación.

La katana la había obtenido para derrotar a Gazef Stronoff, pero ¿qué bien haría incluso si lo derrotaba? Con el conocimiento de una existencia tremendamente más poderosa de lo que él era, ¿qué significado había en su insignificante disputa?

"Tal vez debería trabajar los campos... al menos eso podría seguir teniendo algún significado."

Mientras se reía con amargura de sí mismo, Brain sintió la presencia de alguien al otro lado de la puerta.

"Unglaus, veo que estás despierto."

La voz le pertenecía al dueño de la casa.

"Sí, ya me levanté, Stronoff."

La puerta se abrió y Gazef ingresó. Se encontraba firmemente armado vistiendo su equipo.

"Estuviste durmiendo bastante bien. Fue una sorpresa."

"Sí, gracias. Lo siento."

"No te preocupes. Pero ahora debo ir al palacio. Cuéntame lo que ocurrió cuando regrese."

"...Es una historia espantosa. Podrías terminar como yo."

"Aún así, tengo que oírla. Tal vez un trago hará más fácil el escucharla... Hasta entonces, siéntete como en tú casa y ponte cómodo. Para las comidas o para cualquier cosa que podrías necesitar, pídeselas a los sirvientes y serán preparadas. Y si deseas ir a la ciudad... ¿tienes dinero?"

"...No... pero si lo necesito sólo venderé el ítem en mi mano."

Brain levantó la mano en la que llevaba un anillo para que Gazef pudiera verlo.

"¿Eso estará bien? Se ve bastante costoso."

"Me da igual."

Originalmente, este ítem también era algo que obtuvo para derrotar a Gazef. Ahora que se había dado cuenta de que era en vano, ¿había alguna razón para quedárselo?

"Tal vez será difícil vender un ítem tan costoso y la preparación del oro para la compra también tomará tiempo. Toma esto contigo."

Gazef le arrojó una bolsa pequeña. Un tintineo metálico resonó de la bolsa al aterrizar en la mano de Brain.

"...Lo siento. Me prestaré esto por un tiempo entonces."

Overlord 5 : Los hombres del ReinoDonde viven las historias. Descúbrelo ahora