Prólogo

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Mes de Fuego Bajo (9no Mes), Día 1, 14:15

Levantó la cara y observó como las nubes oscuras cubrían el cielo esparciendo una niebla de lluvia. Viendo el mundo gris extendiéndose ante sus ojos, el Capitán Guerrero Gazef Stronoff chasqueó la lengua.

Si hubiera salido sólo un poco antes, tal vez podría haber evitado esta lluvia.

A pesar de buscar un claro en el cielo, las nubes grises cubrían todo Re-Estize, la capital del Reino, y no mostraban signos de que disminuirían incluso si fuera a esperar todo el día.

Habiendo abandonado la idea de esperar en el interior del palacio, se puso la capucha de su abrigo y salió hacia la lluvia.

Pasó por los guardias de la puerta del palacio dejando ver sólo un destello de su rostro y se dirigió hacia el centro de la capital.

Normalmente, el lugar estaría lleno de vida, pero el ambiente ajetreado habitual se encontraba completamente ausente. En su lugar, había sido substituido por un escaso número de personas desplazándose con cuidado por el lugar, a fin de no resbalarse por la superficie cubierta de agua.

Viendo el entorno vacío, podía darse cuenta de cuánto tiempo había estado lloviendo sobre la capital.

(No hay remedio. Haber salido un poco antes no habría hecho ninguna diferencia.)

Con su abrigo haciéndose constantemente más pesado por el agua, pasó junto a los otros peatones en silencio mutuo. Aunque su abrigo era capaz de servir como impermeable, la sensación húmeda de éste aferrándose a su espalda hizo que fuese incómodo. Gazef aceleró el paso y se dirigió a su casa.

A medida que se acercaba a su destino, la sola idea de liberarse del abrigo empapado trajo un suspiro de alivio a los labios de Gazef. De repente, sus sentidos se sintieron atraídos hacia un lado. Su visión, ensombrecida por un fino velo, se dirigió hacia un estrecho callejón hacia la derecha. Allí, aparentemente despreocupado de su cuerpo empapado, un hombre harapiento se encontraba acostado a un lado del camino.

Aparentando haber teñido su pelo descuidadamente, por todos lados sobre su cabeza se veían zonas mostrando su color de pelo natural. Su cabello estaba empapado y adherido a su frente, chorreando gotas de agua. Su rostro estaba ligeramente inclinado hacia abajo y oculto a la vista.

La razón por la que Gazef detuvo su mirada en aquel hombre no fue porque pensó que era extraño que alguien estuviese fuera sin un abrigo adecuado con esta lluvia. Más bien, sintió que algo más estaba fuera de lugar. Sus ojos se dirigieron especialmente hacia la mano derecha del hombre.

Como un niño sujetado la mano de su madre, el hombre sostenía un arma que no coincidía con su aspecto andrajoso. Era un arma muy rara llamada ‘katana’, hecha a mano en una ciudad situada en un desierto en el lejano sur.

(Está sosteniendo una katana... ¿Un ladrón...? No. Este sentimiento que estoy recibiendo de él es diferente. ¿Me siento contento de verlo?)

Gazef sentía que algo no encajaba, como un abrigo con botones desiguales.

Con los pies plantados sobre el suelo, Gazef miró fijamente al perfil del hombre. En ese momento, los recuerdos resurgieron en su memoria como una oleada.

"¿Eres tú... Unglaus?"

Tan pronto como las palabras salieron de su boca, su mente se llenó de dudas.

El hombre al que se había enfrentado en la final del torneo del palacio, Brain Unglaus.

Incluso ahora, la apariencia del hombre con el que se enfrentó en una batalla muy pareja estaba grabada en la mente de Gazef. Muy posiblemente era el oponente más fuerte al que se había enfrentado desde que empuñó la espada y comenzó su vida como guerrero, y aunque incluso el sentimiento fuera sólo de su parte, era el rostro de un hombre al que consideraba su rival.

Overlord 5 : Los hombres del ReinoDonde viven las historias. Descúbrelo ahora