Capítulo 6: Chispas

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— ¡Piichu! 

— ¿Y a este que mosca le ha picado? — preguntó el Napper agachándose con cuidado hacia el pokemon. — ¿Acaso estás enfadado? — extendió uno de sus dedos para acariciar la cabeza del Pichu, pero éste le dio un calambrazo. — ¡Será posible! — gruñó agitando su mano, como si así fuera capaz de desprenderse de la electricidad. — ¡Se me ha dormido el brazo! Maldita rata... 

La otra pokemon Napper se acercó unos pasos, aunque se quedó a una distancia prudencial para no ser la próxima víctima de los chispazos del Pichu. 

— ¡Pero si este me suena! — rió mientras colocaba sus manos en la cintura y se inclinaba de forma burlona sobre Pichu Kelele. — Quería capturarlo en la otra isla, pero se me escapó en el último momento. 

— ¿Crees que nos ha seguido para encontrar a sus amigos? — preguntó su compañero mientras se masajeaba la mano. — ¿Cómo narices ha cruzado el mar? 

— ¡Yo que sé! Supongo que nadando. ¿Crees que los pokemon tendrán también sentimientos como la amistad? — alzó una ceja y soltó una carcajada. — Pero que estoy diciendo, menuda tontería. — apuntó al Pichu con su mano con la intención de capturarle. — Pero si tanto quiere reunirse con sus amiguitos, no se lo voy a impedir. 

— ¡Pichu! — gritó el pokemon mientras sus carrillos se llenaban de electricidad, se estaba preparando para un nuevo ataque.

Los dos nappers rodearon a Pichu y encendieron sus guantes. El pequeño estaba atrapado entre aquellos círculos morados y poco a poco comenzaba a desaparecer. 

— ¡Alto ahí! — Brisa apareció de entre los arbustos, tenía gran parte del uniforme manchado de barro y el pelo lleno de ramas. — Deberíais meteros con alguien de vuestro tamaño — Pichu saltó feliz y se acercó hacia la ranger. Trepó por su espalda y desde la tranquilidad que le brindaba aquella altura volvió a llenar sus carrillos de chispas. 

— ¿Una Ranger? — los nappers se miraron algo confundidos. — El jefe nos dijo que en Oblivia solo había uno y que era de la tercera edad. 

— Pues parece que se ha agenciado una becaria. Tendremos que encargarnos de ella. Vamos, Buizel, Croagunk. A por ella. 

Brisa ladeó su cabeza para fijarse en Pichu Kelele, le dio un pequeño toque cariñoso en la oreja. 

— Vamos a tener que trabajar en equipo, así que vete a por el Buizel y yo me encargo del Croagunk — Pichu asintió con su cabeza y saltó de la espalda de la chica para confrontar al Buizel. Ambos levantaron sus armas, Brisa el capturador y Pichu su ukelele. 

— No tenéis nada que hacer. ¡Buizel, pistola agua! — ordenó el pokemon napper

— Croagunk, picotazo veneno. 

Brisa rodó por el suelo para evitar el ataque venenoso, si la alcanzaba la aventura terminaría allí. Alzó su brazo y soltó el capturador, que comenzó a dar vueltas alrededor de Croagunk. 

— Venga, ya casi está. — musitó la ranger apretando sus labios con fuerza. Sin embargo, la pistola agua del Buizel golpeó contra el capturador rompiendo la línea. Brisa buscó a Pichu con la mirada. — Pichu, necesito a ese Buizel fuera de juego. ¡Paralizado! Cualquier cosa pero rápido. — Pichu asintió con su cabeza y se colocó el ukelele en la espalda. — Corre hacia él y haz onda trueno. — dijo la joven vigilando de reojo al Croagunk. — ¡Ahora Pichu!

Pichu avanzó rapidamente hacia Buizel y trepó por su cola hasta aferrarse a su espalda con fuerza. 

— ¡Pichuuuuu! — los dos cuerpos se vieron rodeados de electricidad y el Buizel cayó al suelo paralizado. 

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