N U E V E

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Ni siquiera sabía en dónde estaba. Todo lo que podía aceptar era el hecho de que estaba siendo arrastrado a algún lugar. Mirando hacia el frente, simplemente se encontró con la parte trasera de la cabeza de SeungRi. Los platinados cabellos se movían al compás de la brisa fresca.

Estaban corriendo.

Repentinamente, todo a su alrededor cobró nitidez. Estaban corriendo en dirección a quién sabe dónde. Era el chiquillo quién encabezaba el recorrido mientras literalmente lo llevaba como remolque.

-¿En qué hotel te estás hospedando? - preguntó de pronto, aún sin dejar de correr.

-El Maison...- respondió, en medio de una agitada respiración. Viendo al muchacho detenerse abruptamente, chocó con él al detenerse también. Tratando de recuperar la respiración, vio cómo el menor simplemente miraba a su alrededor, tratando de ubicarse.

-Podemos tomar el autobús...- sugirió, mordisqueándose los labios.

-SeungRi...

-O podemos parar un taxi...- soltando su mano, simplemente se dedicó a mirar alrededor.

-SeungRi...- repitió, esta vez más fuerte.

-¿Qué?

-¿Qué está pasando? Dímelo, gatito...

-Quizás esta sea la última vez...- murmuró, agachando la cabeza- Por favor, haz que nunca olvide esta noche.

Young Bae no podía creer cuán sencillo era para el otro detener los latidos de su corazón. Respirando lentamente, simplemente se dedicó a observar cómo el chiquillo bajaba la cabeza y se removía en su sitio, como si de pronto hubiese dicho algo de lo que se arrepentía.

Indeciso, se atrevió a alzar ligeramente la pequeña barbilla, obligando al joven a mirarle. Acercándose, finalmente el cuerpo ajeno, cuando sintió las pequeñas palmas sobre su pecho. Mirando directamente a los ojos contrarios, simplemente se inclinó lo suficiente como para atrapar los labios de seda. Lo besó pacientemente, como a la cosa más preciosa de todas. No, no era una cosa, era su dulce niño, su dulce gatito.

Todo en lo que podía pensar era en que, definitivamente, estaba parado en el lugar opuesto al que creían todos. Algo le decía que no sería el chiquillo quién saldría lastimado, sino él mismo.

-

Mordisqueándose los labios, SeungRi vio con cierta angustia cómo el moreno pagaba el servicio de taxi y luego se volvía para mirarlo. Ofreciéndole una gentil sonrisa, el mayor le tendió la mano mientras lo animaba a comenzar a caminar hacia el edificio del hotel.

Podía sentir las miradas alrededor. Quizás el moreno no fuese lo suficientemente mayor como para que consideraran incorrecta la escena, sin embargo, tampoco él lo hacía. Odiaba que su rostro regordete lo delatara, además de sus mejillas un poco abultadas y sus labios en forma de corazón le diesen una imagen de querubín. Resoplando quedamente, simplemente ajustó el agarre en la mano del mayor mientras atravesaban las puertas principales, dando un simple asentimiento de cabeza al hombre de seguridad parado en la entrada.

-Señor Dong...- escucharon prontamente cuando estuvieron lo suficientemente cerca del mostrador de recepción.

-¿Sucede algo? - inquirió el moreno, frunciendo levemente el ceño. Apoyándose sobre el mostrador, vio cómo el hombre detrás deslizaba una tarjeta hacia el mayor.

-Más temprano, recibió una llamada. El nombre de la persona, así como un número telefónico están escritos en la tarjeta. El hombre que llamó dijo que era importante, me pidió que, de ser posible, usted se comunicara con él.

CASI UNA NOVELA DE AMORDonde viven las historias. Descúbrelo ahora