Q U I N C E

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Young Bae no había podido dejar de pensar en las cosas que estaban pasando. No tenía ninguna certeza de que algo pudiese ir bien. Había estado seguro de su postura, de cómo debería de llevar su vida, sin embargo, justo en ese momento no creía que pudiese seguir con su plan de alejarse e ignorar todo. Mucho menos podría ignorar al pequeño chiquillo que estaba dormitando sobre su pecho.

El mediano cabello color ébano se desparramaba sobre su piel desnuda mientras que los labios del chico acariciaban inocentemente su pezón. El ligero aliento le cosquilleaba, erizando su piel. Con dedos temblorosos, se permitió acariciar las hebras de suave cabello, así como también la piel de la regordeta mejilla.

No podía creer cuan sencillo era para él ignorar el hecho de que el chiquillo había ya tomado una vez su corazón y lo había desechado como algo sin valor. Justo como a él mismo. No debería ser tan fácil jugar con él. ¡Maldición! Así no era como él era. Hace tiempo, estaba seguro de que simplemente hubiese sacudido la cabeza y se hubiera alejado de una persona así. Nunca había soportado la mierda de nadie. Mucho menos había permitido que lo tratasen como a un pequeño juguete desechable.

Moviéndose con cuidado, se sacudió al chiquillo y se puso de pie. Pasando los dedos por su cabello, se encontró a sí mismo deshaciéndose del aire que ni siquiera sabía que había estado sosteniendo. Saliendo de la habitación, tuvo la precaución de cerrar sin hacer ruido mientras se dirigía hacia su sala. Frunciendo el ceño, simplemente sacudió la cabeza mientras encontraba a su mejor amigo sentado en uno de los sofás, plácidamente, sosteniendo un vaso de licor en una de sus manos.

Acercándose, se echó a un costado del mayor, quién se inclinó y llenó un vaso extra, tendiéndoselo después. Sin decir nada, lo bebió por completo, escuchando la ligera carcajada del pelinegro.

No dijeron nada durante varios minutos, simplemente se dedicaron a observar cómo los leños en la chimenea se consumían. Por alguna razón, a Seung Hyun siempre pareció gustarle su chimenea, a pesar de que el calor no fuese tan necesario.

—Nunca sabré cómo demonios es que logras entrar a mi casa.

—Te lo he dicho, soy como un ninja... — se burló el mayor, bebiendo tranquilamente. Suspirando, dejó su casi vacío trago sobre la mesa de centro mientras miraba al moreno por sobre el hombro —¿Quieres que lo lleve conmigo? — inquirió.

—¿Ji Yong está molesto? — cuestionó el moreno, aún preocupado por lo que pudiese ocurrirle al joven en su alcoba.

—Lo escuché hablando con su padre. No sé, creo que el viejo Lee está a punto de volar hasta aquí y llevarse a su hijo. — frunció el ceño— No puedo decir que estoy feliz, no después de que el idiota esté culpando a Ji Yong de todo.

—¿Cómo es eso? — alzándose, encontró la mirada del mayor.

—Él cree que todo lo que SeungRi ha estado haciendo es debido a la mala influencia que su hermano tiene en él. — suspiró— La verdad es que, casi estoy ansiando que el viejo en serio venga por él.

—¿Tan malo ha sido? — frunció el ceño.

—Es como un torbellino fuera de control. Nunca había pensado que alguien pudiese llegar al límite de Ji Yong. Me molesta que esté de tan mal humor.

—No sé cómo podría ayudar...— sentándose al borde, dejó que sus manos colgasen entre sus piernas mientras miraba hacia la alfombra— Él parecía tan sincero hace un rato, pidiéndome una oportunidad. Diciéndome que me amaba.

—¿No fue eso lo que dijo para que lo trajeras desde Jeju? — el moreno simplemente asintió— ¿Qué piensas hacer?

—No sé. — suspiró— Lo amo, pero no estoy seguro de poder con él. No estoy seguro de poder aguantar el que me diga que hará las cosas bien y después se escapé de mis manos para ir a encontrarse con alguien y tener eso que parece querer.

CASI UNA NOVELA DE AMORDonde viven las historias. Descúbrelo ahora