D I E Z

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Ji Yong estaba seguro de que su padre no despegaría la vista de su hermano, o por lo menos no en algunos meses, y eso siendo positivos.

Suspirando profundamente, se despidió una última vez con un simple movimiento de mano antes de subir al vehículo de renta. Por la ventanilla pudo ver cómo su madre seguía lanzándole besos y agitando fuertemente su brazo en despedida; en cuanto a su padre, simplemente se mantenía a un lado, viéndolo partir.

Volviéndose hacia el frente, sintió el vehículo arrancar e inmediatamente, sintió la mano de Seung Hyun cubriendo la suya. Alzando la mirada, lo encontró observándole atentamente. No pudo más que ofrecerle una agrietada sonrisa.

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Soltando un último aliento, SeungRi simplemente se reclinó contra el cabezal de la cama mientras atraía las piernas hacia su pecho; mirando a su alrededor no hizo más que agrietar una lúgubre sonrisa.

Apenas había llegado a casa cuando su padre le había gritado, furioso. Había despotricado en su contra, diciendo que era un idiota, que no dejaría que se descarrilara más, ni tampoco permitiría que se convirtiera en algo tan enfermo, tal y como era su hermano.

Sin decir nada, se había dirigido a su habitación y se había encargado de quitarle cada cosa que pudiera gustarle. Se había llevado la computadora, el reproductor de música, las revistas, la televisión, absolutamente todo. Solamente había dejado en la alcoba su cama, el pequeño escritorio en donde solía hacer sus deberes, así como también una silla a juego.

Sintiéndose miserable, simplemente cerró los ojos mientras escuchaba el sonido de los goznes de la puerta.

-Tu hermano se acaba de ir. - informó la suave voz de su madre.

-Ni siquiera me despedí...- suspiró, apoyando su barbilla sobre sus rodillas.

-Estoy segura de que Ji Yong entiende. - suspiró- ¿Quieres que te traiga algo de cenar aquí?

-No tengo hambre, mamá...

-Él bajará a cenar, mujer...- el ojeroso suspiró al escuchar la rígida voz de su padre desde el pasillo- Deja de compadecerlo.

-Seung Gi...- le riñó ella, volviéndose hacia su esposo, quién simplemente la observó por largos minutos.

-Él bajará, Sun Hee. - dijo con firmeza- Ya es un hombrecito, ¿No? Pues bien, entonces que enfrente sus acciones. Se acabaron sus privilegios en esta casa.

SeungRi no dijo absolutamente nada, simplemente vio cómo su madre bajaba la mirada e instantes después el sonido de las pisadas alejándose le anunció que era la última palabra de su padre. Levantándose de la cama, recuperó sus zapatos y caminó hacia la puerta.

Por más que quisiera negarse, ¿De qué serviría? Tarde o temprano, su padre vendría a buscarlo y las cosas se pondrían peores.

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Seung Hyun había estado ocupado el último par de semanas. El contrato que había firmado su agencia para uno de los grandes eventos de la primera mitad del año no estaba dando los mejores resultados, por lo que, para esos momentos, debía hacer algo rápidamente antes de que comenzara a tener problemas.

Durante gran parte de la mañana había estado tratando de contactarse con su abogado, sin embargo, éste no había atendido en ningún momento. Por ello, justo en esos momentos se encontraba en camino hacia el despacho de éste, con la esperanza de que pudiera arreglar el asunto del contrato, o por lo menos no ser ignorado como en los últimos días.

Saliendo el ascensor, caminó tranquilamente hasta el escritorio de la señora Wu, una mujer en entrados los cincuenta que siempre parecía estar de buen humor. Carraspeando, llamó la atención de la mujer, quien simplemente alzó la mirada mientras se recorría los anteojos por el puente de la nariz.

CASI UNA NOVELA DE AMORDonde viven las historias. Descúbrelo ahora