Solo tú sabes quien soy.
Solo tú puedes saber donde estoy.
Hay una casa al oeste, ven a verme al anochecer y ven solo.
Te extrañe.
Vegetta tenía la nota en su mano, la estaba arrugando inconscientemente. Sabía perfectamente quien le había mandado eso, no estaba enojado, había estado tan preocupado por su amigo, hace casi 2 años no sabía nada de él. Entró a su casa, el atardecer estaba comenzando, aún faltaba un rato para que tuviera que irse, así que buscando entre sus ropas se dio cuenta que tenía algunas ropas negras. Sorprendido se las puso sin decir más, parecía un ninja y ese pensamiento le causó risa.
La madrugada estaba entrando, los habitantes de Karmaland estaban dormidos. Observando que nadie lo vigilará, salió de su casa y se dirigió al norte en una canoa, pasaron un par de horas y por fin llegó a un pesado bosque totalmente iluminado, había llegado al lugar. Dejó la canoa en la orilla y camino en el bosque, guiándose por las luces, en minutos encontró una gran casa. Estaba totalmente nervioso, poco a poco se acerco a la casa y ya enfrente de ella se debatió si tocar la puerta o no.
Suspiro y por fin tocó el timbre la casa, espero unos momentos y alguien abrió la puerta.
-¡Vegetta! —el chico del lado otro lado se abalanzó sobre él en un abrazo que ambos esperaron tanto tiempo.
—Staxx... —abrazó tiernamente Vegetta a su amigo.
