00:33

1.9K 250 82
                                    

El sol comenzaba a asomarse en Karmaland, entraba cálido en aquella casa árbol. La pequeña niña se removió en la cama lo que provoco que los otros dos se despertaran poco a poco.
Ambos levantaron su cabeza y se miraron, notando que estaban a centímetros del otro. Se sonrojaron al instante y voltearon a ver a otro lado.

-Buenos días Samuel... —habló un sonrojado Rubius, estirándose.

-Hola Rubius. —Samuel volteó a ver a la niña notando que aún estaba dormida y notó también el sol.— ¡¿Que hora es?! —gritó Vegetta levantándose de la cama.

-¡Mierda! —Rubius tenía a la pelinegra encima por lo que la quitó cuidadosamente y la acostó, después de hacerlo se levanto rápidamente.— Tenemos que irnos Vegetta.

-Ya lo sé, cabezón. Tengo una idea, dame a... —se acaba de dar cuenta no sabían el nombre de esa pequeña— A ella y tu llevate la mochila.

Rubius hizo lo que Vegetta le pidió, cargó a la niña y se la entregó, después tomo la mochila y salieron casi corriendo de aquella casa.

En cuanto bajaron el pelinegro fue a la casa de al lado, esperando a que su amigo le abriera.

-Tu no puedes entrar, esperame aquí. —ordeno Vegetta desde la puerta, tocando aún más.

-¿Pero porque? Dijiste que me ibas a presentar a tu amigo. —objetó Rubius caminando hacia su ex.

-Eso fue antes de eso... Quedate aquí o te rompo las piernas Ruben. —Ahora Vegetta se oía más firme y con eso el peliblanco se detuvo y rodó los ojos. La puerta se abrió de repente y Vegetta entró rápidamente sin darle oportunidad alguna a Rubius de ver a ese misterioso chico.
Pasaron 10 minutos y Vegetta salió de aquella casa, sin niña.

-¿Y la niña? —fue lo primero que dijo Rubius mientras se acercaba al mayor.

-Te dije que tenía un plan. Se quedará con él y vendremos más tarde, ahora... Vámonos. —El pelinegro había salido de aquella casa un poco triste y molesto, no dijo más y empezó a caminar. Rubius notó que Vegetta estaba mal pero decidió no preguntar y camino a su lado. La mañana era tan fresca y linda que el peliblanco hubiera preferido quedarse en aquella casa árbol y ser regañado por Willy, en eso pensaba el peliblanco hasta que su mano rozó con la del otro chico y ambos sintieron aquella electricidad que se habían provocado la primera vez que tomaron sus manos.

Los recuerdos llegaron a sus mentes, un sonrojo a sus rostros y dolor a sus corazones, ¿porque si se querían no podían estar juntos?

Ninguno dijo nada, solo se miraron unos segundos y volvieron a desviar sus miradas como hace un rato, sin dudas ese día empezaba a ser complicado. Llegaron a la canoa y se subieron, para empezar a remar hasta el pueblo.

-Te amo Samuel y creo que nunca dejaré de hacerlo pero necesito terminar contigo definitivamente.—Habló Rubius de repente— Ya no te molestare, ni rogare tu perdón, creo que queda en ti lo que pase o no con nosotros. —Vegetta solo lo escuchó y aunque su corazón le dolió como nunca, tal vez el peliblanco tenia razón. Tal vez su orgullo fue demasiado lejos.

-Yo también te amo Ruben. —Suspiro el pelinegro antes de seguir— Veremos con el tiempo como funciona esto y si puede volver a ser. —por primera vez Vegetta volteó a ver al menor.— Además, ahora tenemos que cuidar de ella. —Vegetta rió y regreso a ver el camino de agua.

-¿Tenemos? ¿Nos la quedaremos? —Rubius estaba confundido.

-Pues claro, no podemos regalarla como si fuera un perrito. —Vegetta estaba un poquito molesto, ¿porque Ruben no quería quedarse a la niña?— ¿Quien quisiera una hija ahora?

❝ lune volée ; stolen moon ❞ 【Rubegetta】Donde viven las historias. Descúbrelo ahora