1 Plan Perfecto

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Las vacaciones de semana santa se acercaban al fin. Solo unas horas y podría disfrutarlas. Estaba emocionado, me levanté de la cama y me vestí deprisa, solo para revisar mi correo una vez más y darme cuenta de que no era un sueño. 


Y bueno, tal como el día anterior, aquel mensaje de palabras enormes y marcadas me felicitaba por haber ganado el concurso. No es que me hubiese tenido la suerte de haber ganado una pantalla, un Xbox o un millón de pesos. Pero yo me sentía el chico más afortunado del universo. Había ganado un par de paquetes de pañales ABDL. Un mix con casi todos los pañales con los que había estado soñando desde hacía años. 


Una página de Facebook hizo ese concurso, en el que yo participé, claro, con mi cuenta secreta, de la que nadie de mi familia sabía nada. Por que vamos, ¿qué pensarían de un chico de 18 con afición a ponerse pañales? Hasta yo sé que es un tema delicado, que preferiré nunca descubran hasta el día de mi muerte.

Que igual no es que los use siempre, solo de vez en cuando, para recordar esa sensación cálida y maravillosa cuando se mojan. Habían pasado un par de años desde que descubrí el mundo ABDL, o bueno, TBDL para ese entonces... Yo solo podía robar pañales de bebé a mis primos o limitarme al premio mayor que sería encontrar unos Goodnites a los que echarles mano y llevarlos a clases. La sensación de hacer algo prohibido, que nadie se diera cuenta, me llenaba de adrenalina y era una sensación que se volvió adictiva. Hasta hace unos meses, pasé de eso a ahorrar mis mesadas y lo que me pagaran por trabajos en casa, para ir, cuando no estuviese nadie en casa, a comprar pañales más acorde a mi talla; pañales de adulto.


Es cierto, que aunque no soy un fan de los dibujos infantiles en los pañales, pues me considero más un DL que alguien aficionado al lado infantil de la experiencia, pierden algo los pañales de adulto al ser tan simplones. Aunque la sensación de tener algo que me encajaba mucho mejor, fue una sensación incomparable. Aunque tardé tiempo en aprender a ponerlos adecuadamente.

En fin, como decía, tuve la suerte de ganar un sorteo por un par de paquetes ABDL. 20 pañales enormes, esponjosos y coloridos, con la capacidad de absorber tanto liquido como 4 o 5 pañales de adulto a la vez. No sabía ni donde iba a esconderlos. Pero solo sabía que quería tenerlos y usarlos. Y ahora que había tenido la suerte, las cosas parecían estar perfectas para usarlos; mis padres se irían de vacaciones.


Tardé un tiempo en convencerlos de dejarme en casa, querían que yo fuera a acompañarlos. Pero al final los convencí de la única forma que se me ocurrió, decirles que mejor ocuparan mi lugar en alguien que quisiera realmente ir; Mi tía.


Mi tía materna, es quizá la familia más cercana que tengo luego de mis padres. La conozco desde siempre, aunque no ha sido una mujer muy afortunada. Con un divorcio y una vida llena de deudas. A mis padres les pareció buena idea animarla un poco con el viaje, aunque eso significaba que yo tendría que hacer de niñero. Pues tendría que cuidar a mis primos; una niña de 9 y un niño de 11.


No es que me molestara cuidarlos, eran buenos niños y nunca me han causado problemas cuando los he cuidado antes. Eran niños muy maduros para su edad y tranquilos. Con que tengan acceso a la televisión y alguna de mis consolas tendrían suficiente. Clara, mi prima, incluso sabía cocinar por su cuenta y era muy responsable. Por otro lado, Sam, el mayor, era un chico tranquilo pero muy divertido, al que le tenía especial cariño por ser mi proveedor secreto de goodnites. Él sabía que yo estaba enterado de sus accidentes nocturnos, pero el no sabia nada de que yo a veces me robaba alguna de sus protecciones.


Así que bueno, mientras me mantuviera atento a cuando llegara el paquete y lo ocultara en mi habitación, bien podría usar los pañales durante la semana de vacaciones sin problemas. Y solo quedarme con unos pocos que serían más fáciles de esconder.

El paquete llegaría en dos días.


Mis padres empezaron a bajar las maletas, me pidieron ayuda para subirlas al auto y en lo que yo hacía eso mi tía y mis primos llegaron a casa, todos con mochilas y maletas para pasar la semana en mi casa.

Saludé a los niños con una sonrisa y ellos me dieron una abrazo. No quiero creerme nadie especial, pero estoy seguro ellos también esperaban con ansias esta semana. Sobre todo por lo a gusto que se está cuando no hay padres ni nadie autoritario gritando por todos lados si no recoges un poco, cuando podrías hacerlo más tarde.


Dejaron sus cosas en la habitación de huéspedes, donde ya había un par de colchones preparados para ellos. Se despidieron de su madre y yo de mis padres, y los vimos marchar en la camioneta mientras sonreíamos. 

Vacaciones Cuidando NiñosDonde viven las historias. Descúbrelo ahora