5. Caído en batalla

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Al dia siguiente, despertamos muy temprano, con la luz del flash del celular de Clara iluminando nuestros rostros. Yo creo no eran ni las 7 de la mañana cuando sentí incomodidad en mis ojos al mismo tiempo que la niña palmeaba mi trasero acolchado. 

—¡Buenos días bebés! ¡Levántense! ¡Hay mucho que hacer hoy! 

Sam apenas iba a quejarse, cuando su hermana menor puso el chupete en su boca. 

—Es hora de desayunar y de tomar sus biberones. Vengan, pueden hacerlo en la sala mientras yo veo la tele y los cuido. 


Ambos nos miramos con pena y resignación. Por ahora no podíamos hacer nada, debíamos esperar a que fuera el momento ideal para ejecutar nuestro plan. Y sí, es cierto que quizá hacíamos las cosas muy complicadas, pero es que entiendanme; no podía solo usar la fuerza contra mi prima, por que si la tocaba y le quedan moretones, lo más seguro es que eso no me lo perdonaría nunca, le diría a toda mi familia de mi gusto secreto y mi vida se arruinaría. Me tenía atrapado, eso y las evidencias que guardaba en su teléfono, eran suficiente para arruinarme para siempre. 

Así que las cosas se llevarían con cuidado y no haría nada absurdo para evitar complicar las cosas. Ahora no tenía más opción que seguir sus ordenes. 

Sam y yo bajamos hasta la sala, donde seguía el corralito, los juguetes y por supuesto la enorme e intimidante bacinica, que aunque ya eran dos días en los que había podido evitarla, mi plan era al menos seguir evitándola. Aunque dudaba mucho que pudiera aguantar sin defecar con solo los purés y la leche que nos daba como alimento. 

Tarde o temprano, una dieta que excluía sólidos vencería mi intestino en una explosión. 

No es que lo sepa... pero me han contado. 

Clara nos dio un par de biberones con leche caliente, que me supo horrenda (solo por el sabor insípido) intenté por supuesto asegurarme de que no le hubiese puesto nada raro, tal como en muchas historias ABDL donde es fácil caer en líquidos con venenos laxantes...

Afortunadamente no tenía nada raro, y luego de un par de horas no vi aumentadas mis ganas de hacer del 2... pero sí que tuve vaciar mi vejiga y mientras Sam y yo jugábamos con viejas figuras de acción, intenté no ser muy obvio al momento de soltarlo. Pero pareciera que se dio cuenta, pues se sonrojó al ver mi pañal hincharse y ponerse amarillo.  Yo solo evité el contacto de miradas y me alejé un momento de él mientras me hincaba y permitía que mi pañal absorbiera bien el liquido en cada parte. 

Era una técnica que había aprendido hace algún tiempo. Me molestaba mucho no usar bien, ni aprovechar al máximo un pañal ABDL. Siendo tan caros, era doloroso ver como luego de que empezaran a filtrarse, descubrías que solo la parte frontal estaba mojada. Así que la solución era simple; hincarse para que la gravedad hiciera su trabajo, y despejar el camino del liquido hacia la parte trasera del pañal, donde podría mojarse por completo. 


Clara se levantó del sofá y me miró divertida, notando con extrañeza lo que hacía y como mis pañales se habían vuelto enormes; amarillentos y redondos. Tomó su telefóno y comenzó a tomar más fotos, me levanté asustado, intentando tapar mi rostro, cuando noté que mis pañales llegaban a mis rodillas de lo pesado que estaban y comenzaban a deslizarse por mis caderas por su peso. 

—Aww, parece que el primito bebé necesita un cambio. 

No tardó en traer las cosas para el cambio. Puso una manta en el suelo, me obligó a recostarme y levantar las piernas mientras ella repetía el mismo proceso de ayer cuando me cambió por primera vez. Quitó las cintas del pañal, con algo de complicación logró apartarlo y tirarlo a un bote de basura, secar mis partes intimas con papel de baño y toallitas húmedas, luego de lo cual una nube de talco me cubrió y un pañal fresco fue puesto en su lugar. 

Vacaciones Cuidando NiñosDonde viven las historias. Descúbrelo ahora