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—U-Un hombre?—Viktor asintió—B-Bueno...—Otabek ladeo su cabeza, pensaba en que decir...—No dices tu que el amor no tiene ojos.—Dijo a lo tonto y después río—Vaya Viktor, en verdad que tu eres un gran...enamorado

—Vamos, no te burles. Por Alá, que no se que me hipnotizó de él, simplemente supe que era el indicado.

—...

—No me diras nada?

—No sé qué decir. Bueno, escuché de un viajero que en algunas partes del mundo los hombres se casan con hombres. Incluso escuché una locura... escuché que... pueden tener hijos.

—Otabek, eso es una locura

—Si, lo sé, pero ese hombre lo decía muy convencido. Dijo algo sobre las hormonas de Omega en un hombre y feromonas. Recuerdo que dijo algo sobre alfa y omega, sobre destinados y cosas así.

—Es tarde, será mejor que regreses a descansar

—Y tú? Dormirás aquí, o entraras con tu chico?

—Entrare. Lo busqué por tanto tiempo, ahora no puedo echarme para atrás.

—Y... Sabes como se hace entre hombres?

—No, pero ya lo averiguare. Quién sabe y tal vez y me guste—Otabek se tapó su pecho, como protegiendo su castidad—largo de aquí, quien se enamoraría de ti—se burló Viktor y Otabek estallaba a carcajadas.

Otabek se fue y Viktor se quedó un rato más en el fresco de la noche. Tragó saliva y se metió a su habitación. No quería demostrarlo pero tenía miedo a entrarse en algo que fuera a cambiar su vida. Estaba nervioso, algo en su pecho, no, en su mente, cómo una voz le decía que se diera prisa.

Estuvo apunto de de abrir y se detuvo. Sus manos temblaban y sudaban. Inhaló hondo y sacó el aire. Abrió la puerta.

En cuanto entró un fuerte aroma lo tumbó al suelo. Ahora la necesidad de tomar a ese chico era mucho más fuerte. Esa voz era mucho más insistente.

Viktor se paró como pudo y llegó hasta la cama. Miró como Yuuri respiraba agitado. De repente Yuuri abrió sus ojos y le miró

—V-Vikt-tor... Ayu-dame...—alzó su mano, como queriendo tocarlo. Viktor se inclinó en la cama y tomó su mano. Pudo sentir el cuerpo hirviendo de Yuuri.

—Te duele algo? C-Cómo puedo ayudarte?—cada segundo perdía más la razón—Maldición! Te quiero, te quiero...—Como en un transe Viktor se puso arriba de Yuuri y comenzó a besar su cuello.—Yuuri... Yuuri... Mi Yuuri...—decía tras dejar un beso o una lamida—Mi Yuuri...

—V-Viktor...auhm... V-Vikt-amm...—Yuuri sentía que su vientre ardía, sentía su trasero húmedo y un terrible e incómodo cosquilleo que no le dejaba en paz

—Yuuri, por fin te encontré

—V-Viktor, ayudame, te necesito...

—Dime—se separó un poco—Dime que quieres que haga y yo lo haré—Viktor dejó un casto beso en la comisura de los labios del azabache

Yuuri quitó las cobijas de encima, quedando completamente desnudo. Viktor salivó cual animal frente a su presa. Yuuri era hermoso, precioso. Besó los pezones y comenzó a besar camino a bajó. Se detuvo cuando el falo de Yuuri rozó su rostro. Se paro rápidamente, como despertando del trance.

No, esto estaba mal. Yuuri era un hombre, un hombre. No podía estar con un hombre, eso estaba mal. Era algo no normal. Al menos eso se dijo, pero una vez que Yuuri gimió bajito por el dolor que sentía, Viktor volvió a entrar en ese trance.

Mi Sultán Where stories live. Discover now