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—Traigo buenas nuevas, traigo buenas nuevas—llegó Fatmagul emocionada a dónde Yuuri estaba bordando, cerca de las ventanas.

—Qué es eso que es tan bueno para que vengas corriendo así?—Preguntó la nana

—Acabo de recibir noticias del palacio, ya saben, de la amiga que trabaja ahí. Me acaba de decir que acaba de nacer un príncipe, un príncipe—Yuuri detuvo su bordado

—Qué dijiste?—Preguntó la nana y notó que Yuuri estaba impactado

—Sí, acaba de nacer un príncipe

—De la Sultana Mariham?—La mujer negó la cabeza

—No lo sé, no me dijo—Yuuri se puso de pie, se cubrió bien su cuerpo con un chal

—Lo siento, no me siento bien. Iré a descansar un poco—se fue dejando a la nana y Fatmagul

—Nana, que cree que tenga ese pobre chico—dijo negando su cabeza y con una mirada de lastima—Desde que llegamos sigue enfermo. Su estómago ha crecido. Si no supiera que es hombre diría que está embarazado. Pero eso es imposible, no és así? Ese chico en verdad que sí es lamentable. Fue obligado a vivir una vida que no era para él,  y luego la sultana lo expulsa del palacio así como así. Aparte no come, no duerme y siempre está suspirando a los cielos. Alá se apiade de su alma y le de un mejor mañana.—la nana no decía nada, seguía mirando la dirección a dónde la figura de Yuuri se perdió.—Yo creí que el sultán lo iba a proteger, pues lo mandó aquí contigo, pero después de varias cartas que le enviamos... —Fatmagul se detuvo y suspiró—nos mandó una contestación con el gran visir para decirnos que no le demos más información de Yuuri. Que no le importa su paradero, si vive o muere. Nana, me estás escuchando?

—Te escucho, te escucho. Como no podría hacerlo si hablas como un loro viejo—la nana fue en busca del azabache. Tocó la puerta pero nadie llamó, intentó entrar pero estaba cerrada por dentro—Yuuri, estás ahí? Yuuri abre la puerta

Yuuri estaba ahí, estaba dentro pero no quería que le vieran en esas condiciones. Le dolió tanto saber que Viktor tendría otro hijo. Por qué dolía tanto si sabía que ese era el deber del sultán, tener progenitores y descendientes para gobernar y seguir con el imperio. Lo sabía bien, pero aún así dolía. Dolía porque en algún momento creyó que era importante para Viktor, pero ahora era claro que él solo fue un juguete que utilizó para calentar su cama y calmar sus necesidades. Poco le importó que fuera hombre. Yuuri lo sabía bien pues escuchó tres meses después de que llegaron al palacio, Fatmagul recibió una carta del gran visir dónde mandaba decir el sultán que no quería recibir ninguna carta que tenga algún asunto sobre él. No deseaba saber más sobre Yuuri y eso le lastimó tanto.  Miró la daga que estaba en un mueble y la tomó con su mano. La apretó fuertemente mientras sus lágrimas recorrían sus mejillas.

Pensar que ahora estaba atrapado en ese palacio con esa rara enfermedad que hace que su estómago sea abultado. Por alguna extraña razón la nana lo cuidaba y lo mimaba, pero Yuuri pocas ganas tenía de vivir. Tal vez la anciana sabia la enfermedad que tenía y probablemente moriría pronto. Tal vez por eso la anciana era tan cuidadosa con él.

—Yuuri, abre la puerta. Tenemos que hablar—Yuuri escuchó a la insistente nana tras la puerta.—Yuuri—Yuuri abrió la puerta—Yuuri? P-Pero qué hiciste? Tu cabello

Yuuri había cortado su hermoso y largo cabello que le llegaba a la cintura. Lo cortó al largor de sus hombros. Tal vez no era la gran cosa, pero se sintió liberado. Ya no tenía que pretender ser una mujer, ya no quería pretender ser una concubina para el gran sultán. Ahora viviría lo que fuera que le quedara de vida en paz.

Mi Sultán Where stories live. Discover now