El día que Paul Lahote y Rachel Black se conocieron fue el inicio de la transformación de la pelinegra.
Porque su mente y corazón se aliaron para decirle a viva voz "estamos solos y necesitamos a alguien que nos ocupe en toda su extensión, idiota, apresúrate."
Así es. Él escuchaba lo que su mente y corazón decía, literalmente.
Él los podía escuchar tan alto como el profesor de anatomía dictaba sus cátedras en el aula donde estaba en ese momento.
Rachel, a los ojos de Paul aún no era perfecta del todo. Aún. Y eso es lo que Paul tendría que resolver poco a poco. Esa hermosa chica de cabello negro carbón con unas sutiles ondas que le daban un aire más cándido junto a un color de piel tentador que daban ganas de pasar la lengua para saber si sabía o no a caramelo. Ella, que tenía una figura que Paul no negaría en decir le atraía de una forma altamente sexual, y esos ojos negros que le invitaban a la demencia. Ella tenía que ser perfecta para poder estar con Paul. Tener el mismo credo.
Sobre todo eso.
Tener una misma filosofía.
Paul creía que el cuerpo bonito era solo un empaque que tarde o temprano cambiaría, pero una creencia fiel nunca. Siempre sería constante y estaría ahí hasta que la persona dejara de existir en el plano terrenal.
Observó como el profesor guardaba sus cosas en su maletín de cuero café, seguro ya habiendo dado las indicaciones para la próxima clase que era la siguiente semana.
Y él que no había anotado absolutamente nada por tener la cabeza en otro lado. Llevó su mano derecha hacia su corto cabello negro y lo desordenó un poco. Pero suponía que el tener buena presencia siempre ayudaba.
Giró su cuerpo lo suficiente para colocar su brazo encima del espaldar de su silla y observar a su compañera del costado mientras le mostraba una galante sonrisa que hizo sonrojar a la chica al saber que Paul Lahote, le sonreía y le miraba a los ojos.
−Jess. –La chica bajó un poco la cabeza y de su mochila extrajo su cuaderno de apuntes donde solo le quedó dárselo al de piel bronceada.
− ¿De nuevo en las nubes?−
−Creo que hoy me distrajo un perfume. ¿Frutos rojos?− mantuvo esa sonrisa coqueta hasta que vio a la chica subir y bajar la cabeza de forma tímida. –Me encanta−
Lo odiaba.
Ese maldito olor fue lo que realmente le distrajo en un principio, su olor era demasiado dulzón que le provocaba vomitar los dos panes tostados con el jugo de manzana que tomo en el desayuno.
Cogió el cuaderno y rápidamente comenzó a copiar toda la clase, y agradecía que la chica anotara absolutamente todo y con una letra bastante decente. E incluso se dio la libertad de copiar los apuntes personales de Jessica para poder tener un mejor panorama del tema.
En menos de siete minutos terminó todo y se lo devolvió a la chica con una misma sonrisa.
Agradeció y se despidió de ella con un beso en la mejilla.
No había nadie en el aula así que la pequeña mujer tampoco tendría para pavonearse con nadie que Paul le dio un beso en la mejilla. Nadie le iba a creer. Por lo menos no en su sano juicio.
Echó su mochila a su hombro y salió rápido del aula donde soltó un verdadero suspiro al tener aire fresco y no el perfume barato que usaba Jessica.
Hizo tronar su cuello con movimientos de lado a lado y comenzó su camino hacia la salida de la universidad.
Paul no consideraba que él era un chico popular, pero sabía que llamaba la atención cuando pasaba delante de algún grupo de chicas con hormonas hasta la cúspide y pronto se escuchaban cuchicheos sobre lo bien vestido que iba, que alguna de ellas lo vio en el gimnasio levantando pesas y mostrando ese bien formado torso y abdomen que poseía.
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My Masterpiece [Paul x Jasper]
Mystery / ThrillerPaul Lahote busca a alguien perfecto para amar. Busca a alguien que comparta su credo, que tenga esa necesidad básica que Maslow no colocó en su pirámide. Paul está en el limbo de ser un psicópata y un sociópata. Escogió como su pareja a Rachel Blac...