El despertar de una nueva mañana trajo consigo que sintiera esa extraña sensación que no habría ni si quiera soñado con sentir cuando aún vivía con esa mujer y el cerdo asqueroso, ese despertar me trajo abrir los ojos sintiéndome en medio de los brazos protectores de mi verdadera madre, en unos cuantos parpadeos más mis ojos se acostumbraron a un nuevo día, que, aunque nublado, para mí era más que perfecto. Ese bello rostro ahora era el único que me lograba sonreír junto con el de mi padre.
Mamá era una mujer hermosa y tan joven, me amaba, lo sentía con solo verla a los ojos, incluso podría jurar que olía ese amor que ella siempre me brindaba en un abrazo, en un cálido abrazo como ella me daba ahora.
Mamá era bonita, no usaba feos camisones blancos y sucios como ella lo hacía, no, mamá Esme usaba pijama de seda de dos piezas color borgoña lo que resaltaba esa palidez. Incluso despertando ella ya sonreía, sus ojos me vieron y mostró una hermosa fila de blancos dientes solo para mí.
―No tienes idea de lo hermoso que es despertar y tener a mi hijo a mi lado. Buenos días, cariño. ―extrañamente, mis ojos picaban y sentía algo calientito en mi pecho, siempre sentía lo primero cuando venían los golpes del cerdo de mi padrastro, pero lo ultimo... nunca lo sentí.
―Buenos días... mamá. ―incluso decirlo mientras no estaba rogando que dejara de golpearme era satisfactorio, Esme sonrió aun mas al escucharme. No le había llamado así desde que pisamos Seattle, en realidad nunca le había dicho de esa forma, era la primera vez y verla tan feliz hacía que quisiera llamarla así siempre.
Todo por verla feliz.
Me dio un nuevo abrazo y me dijo que se iría a preparar el desayuno para los tres, hoy era domingo y Carlisle no trabajaba.
Carlisle.
Aun no lograba imaginar decirle "padre", aun no me salía esa palabra con tanta fluidez, se lo dije, lo recuerdo, en la madrugada, mientras lloraba, se lo dije.
Esa madrugada fui a la cocina y saqué un cuchillo, subí nuevamente al segundo piso e intenté matar a mi mamá, lo hubiera hecho si Carlisle no me hubiera detenido a tiempo.
El miedo de volver a lo mismo y que ambos solo fueran unas sucias caretas me aterraba, así que decidí acabar con ambos, primero iniciaría con Esme quien se veía más dócil y por ultimo enterraría ese cuchillo en el Dr. Cullen. Huiría de la ciudad como pudiera y me perdería hasta que terminara por dejar de reconocerme a mí mismo e intentaría hacerme una identidad y quizás comenzar de cero. Tendría nueve años pero no era idiota, mi confianza la quebró esa mujer y ese asqueroso hombre a quien odiaba menos que a mi madre. Ese cerdo me golpeaba pero más dolía la indiferencia de quien me parió.
Eso me dolía cien veces más.
Sentí ese frío recorrerme cuando vi a mi mamá salir de la cama y darme una última sonrisa antes de salir de la habitación, el señor Cullen no estaba por ningún lado y eso me hacía dudar.
Ese hombre claramente me lo dijo a la cara; recordaba fielmente como el cotizado médico de amable sonrisa había matado al cerdo de mi padrastro hasta hacer que la sangre de su inmundo ser salpicara el rostro grácil de quien ahora es mi padre adoptivo.
Pero no confiaba tanto, una persona no puede ser tan buena y tan mala a la vez, ¿Cómo hacía para saber en qué momento ser uno y no lo otro?
Aunque el doctor me dijera que nunca me haría daño solo por ser su familia, tendría igual que cuidarme las espaldas; en algo estaría de acuerdo con él: "A la familia no se le toca" y "La familia siempre es primero".
Pero si ese doctor pensara en dañar a mi mamá, no dudaría en volver a coger un cuchillo de la cocina y enterrárselo en el cuello.
La familia es primero, ¿no es así?
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My Masterpiece [Paul x Jasper]
Mystery / ThrillerPaul Lahote busca a alguien perfecto para amar. Busca a alguien que comparta su credo, que tenga esa necesidad básica que Maslow no colocó en su pirámide. Paul está en el limbo de ser un psicópata y un sociópata. Escogió como su pareja a Rachel Blac...