~4~ Algo de rojo.

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El dolor en su cuello, al levantarlo, solo se pudo comparar al de su nuca cuando tuvo la cabeza en alto, quejándose en voz alta. Entreabría los ojos aun teniendo la esperanza de levantarse en su habitación o quizás en una habitación que no era suya pero junto a Paul tras haber tenido sexo. Eso lo podría aceptar e incluso podría amar ese dolor en su nuca.

Nada más lejos de la realidad.

Nuevamente estaba en esa aterradora habitación en penumbras, iluminada solo por los agujeros de la ventana de donde se filtraba poca luz, quizás podría romperlo y pedir ayuda desde ahí, lo intentaría después, cuando sus piernas volvieran a estar desatadas.

Por lo menos no tenía la maldita mordaza que le había dejado entumecida la boca.

Cuando se quedó en una misma posición, todos los recuerdos se le vinieron en forma de avalancha a la cabeza; el hermano de Paul estaba realmente loco, había acuchillado a su propio novio por la espalda y él solo la quería ayudar. O eso creía hasta que lo vio bien parado y sonriente frente a ella al momento de asustarla y perder el conocimiento.

¿La había secuestrado porque notó que le repudiaba su relación? Quizás.

Cuando pudo acostumbrarse a la escasa luz sus ojos se dirigieron a una cabellera gris que era lo más resaltante en la habitación; claramente era Naim quien se encontraba sentado en las piernas de su novio, Liam, el cual estaba pulcramente vestido, como si lo que había pasado hace unos minutos fuera solo una vil mentira de su mente.

¿Qué carajo pasa aquí?

Los ojos de Rachel se enfocaron en la pareja, la cual disfrutaba de besos y caricias sobre un sofá individual viejo; una corta risa se escuchó de Naim al tener a su novio besando su cuello de forma húmeda.

Rachel aborreció a esos dos desde que supo que eran igual de raros que el bastardo de su familia. Eran un asco a sus ojos.

− No tienes idea de cómo me encanta el color de tu cabello. – Liam mordió el cuello de su novio y con sus manos en las caderas del menor, le movió un poco para crear un poco de fricción; desde que vio aquella noche de aniversario a su novio con ese deslumbrante color de cabello, supo que se había enamorado por segunda vez. Resaltaba tan bien esos preciosos ojos azules y esas finas facciones junto a su color de piel. Naim era perfecto.

Y él lo tenía.

Ese niño travieso era suyo.

Naim movía sutilmente sus caderas teniendo una media sonrisa aprendida por su hermano mayor. Su novio era perfecto y no tenía más definición para él. Adoraba cuando entraba en esos momentos de "mutación"; vestía regularmente con jeans, tenis gastados y sudaderas, como todo chico de su edad, pero cuando había algún "evento" de importancia en la familia Cullen, cambia su guardarropa por pantalones de vestir, finos zapatos, camisas o suéteres de cuello alto con alguna gabardina larga. Su rostro con barba no rasurada de algunos pocos días le daban un aire más galante que encendía a Naim como en ese momento.

Tenía a un novio sexy, ¿Qué más podría decir?

¿Lo envidiaban? Por supuesto. Y le encantaba.

− ¿Quieres que lo deje así por una temporada? –

− Si es posible, toda la vida. – Naim sonrió coqueto mientras giraba la cabeza y tomaba a su novio por la nuca para acercar más aquellos labios que le encantaba probar; adoraba como esa corta barba le hacía cosquillas cuando se besaban. Los húmedos sinhuesos de ambos se unieron en una danza tan erótica que provocó que el pelicastaño oscuro sujetara de forma firme las caderas de su novio y las moviera aun más para seguir estimulando la erección en sus pantalones.

My Masterpiece [Paul x Jasper]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora