Capítulo III

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   Fruncí mi ceño enseguida, al tiempo que cruzaba mis brazos. John tenía sus manos recargadas en su cintura, sobre la toalla que envolvía aquella parte de su cuerpo. Lo cómico y tierno era que se le hacían rollitos en el abdomen.

   —¿Gay? ¿Yo? ¿Por qué me haces esa pregunta?

   —Creí que era... obvio, ¿no? —emitió una risita floja—. Digo, te tiñes el cabello, te pintas las uñas...

   —¿Y eso que tiene que ver? Que haga ese tipo de cosas no quiere decir que me gusten los hombres o que quiera ser mujer como tu amigo Stuart.

   John no pudo evitar reírse.

   —Sí, es que Stuart es un caso especial. Él a veces quiere ser mujer y a veces le da por ser hom...

   —¿Vamos hablar de mí o de ese tonto? —lo interrumpí abruptamente—. Porque si es de él, me largo; y si es de mí, me quedo.

   Él pareció sorprendido por mi reaccionar, y no tardó mucho en volver a reír. No pude evitar ver su pectoral desnudo, pálido y lampiño que escurría agua, al igual que su abundante cabello que parecía más largo ahora porque estaba mojado.

   —¿Te cae mal?

   —¡No! —contesté con normalidad, aunque por dentro estaba carcomiéndome de molestia. No lo soportaba—. Sólo que si estamos hablando de mí, sigamos hablando de mí.

   —Bueno, sigamos hablando de ti. —Sonrió ampliamente—. ¿Te gustan los hombres o sientes alguna atracción por alguno?

   —No. Me gustan las mujeres, y...

   —... haces cosas de chicas —completó—. ¿Por qué?

   —Porque me gusta —encogí mis hombros—. Fue mi novia la que me impulsó a pintarme las uñas y usar gloss, y a pintarme el cabello.

   Se rió.

   —¿Fue tu novia la que te adentró a la homosexualidad?

   —¡Claro que no! —exclamé; él no dejaba de reírse a carcajadas—. ¡Ya deja de reírte, John!

   Hizo un gran esfuerzo por apaciguar la carcajada que salía de su boca. Segundos después adoptó un semblante casi serio y me miró.

   —No te molestes. Sólo estoy bromeando.

   Caminó hacia mí, estirando su mano que sacudió suavemente mi cabellera recién teñida. En eso, la toalla que envolvía su cintura cayó al suelo, logrando que él se agachara abruptamente mientras cubría su entrepierna con sus manos. Estando acurrucado, se rió vergonzosamente, haciendo que yo también lo hiciera.

   —Eso te pasa por hacerme molestar.

   En medio de risas, logró envolver la toalla en su cintura mientras se incorporaba de nuevo. Un rubor acompañó sus mejillas húmedas.

   —¿Entonces no eres gay?

   —¡No! —expresé fastidiado—. ¿Cuál es tu insistencia con eso?

   —Es que te vendría bien serlo. ¿Sabes por qué? Porque toda tu genética te favorece: tu rostro, tus pestañas, tus cejas, hasta tu... trasero...

   Abrí mis ojos con amplitud, y le iba a decir algo hasta que la puerta del baño se abrió en un leve rechinar. Julian asomó su cabeza y sonrió; tenía un pijama roja y unas pantuflas de osito.

   —Papá, mamá dice que la cena está lis... —me miró y, abriendo sus ojitos con sorpresa, espetó—: ¡TIENES EL CABELLO AZUL! —Y corrió hacia donde estaba yo.

He's Perfect for Me ➳ McLennonDonde viven las historias. Descúbrelo ahora