Capítulo XIV

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   —Lo último que pensaba era que Stuart viniera para acá. Creí que estarías con Cynthia, y ya que ella se había ido... Creí que estaríamos tú y yo, John.

   Cuando terminé de decir aquello, él apagó la secadora con la que quitaba la humedad de su cabello recién lavado. Todavía con la cuerpo un poco húmedo y con únicamente la ropa interior puesta, me miró y me sonrió.

   —¿Querías que pasáramos el día juntitos tú y yo con Jules?

   El rubor se expandió de manera violenta por mis mejillas. Subí las mangas del suéter blanco que me había colocado, e intenté contradecirlo.

   —No, no... No es eso, no es eso lo que quería decir —le aclaré. Para ese entonces, John mantenía una amplia sonrisa y se había detenido a verme, apoyándose del lavamanos—. Solo que me extraño que tú... le dijeras a Cynthia que hoy pasarían un día familiar y luego sales con que Stuart a venir.

   Enrollando el cable del secador, se acercó a mí hasta posicionarse frente. Mi respiración se cortó al sentirlo tan cerca. Estaba semi-desnudo, y aquello no podía resultarme más... ¿enloquecedor? ¿incómodo? Sí. Incómodo. Y no sabía por qué.

   —Es que cuando Stuart volvió a llamar, luego de que tú colgaras su llamada, me dijo que si podía venir. Le dije que no porque le dije que tenía planes con Cyn, pero que de todos modos le avisaba... Y como esta mañana mi esposa hermosa se largó a trotar con una de sus amigas, pues aproveché para enviarle un mensaje y decirle que podía venir para pasar un rato agradable.

   La última frase, 'para pasar un rato agradable', logró llenarme de indignación.

   —¿Qué rato agradable se puede pasar al lado de Stuart? Creo que ninguno.

   Dicho eso —y sin esperar respuesta alguna de su parte— me di la vuelta y me apresuré a salir del baño. Mis intenciones eran irme a la recámara y encerrarme hasta que la mierda maquillada se largara, pero fui detenido por sus brazos que se enredaron en mi cuerpo para darme un abrazo.

   —John, suéltame. Quiero irme. —Intenté soltarme, pero me resultaba altamente imposible—. John...

   Su risita me molestó un poco.

   —No te vayas —me insistió. Yo seguía intentado avanzar por el corredor, pero él me lo impedía—. Yo quiero estar contigo.

   "¡ENTONCES YO PUEDO DEJARLOS SOLOS! ¡Y TAMBIÉN LE DIGO A STUART QUE SE VAYA A UNA ALCANTARILLA PARA HACERLE COMPAÑÍA A LOS SUYOS!"

   La voz de Julian hizo eco desde su habitación y penetró nuestros oídos, sacudiendo nuestros tímpanos.

   —¿Y tú por qué estás escuchando conversaciones de adultos, eh, Julian? —John le preguntó, alzando un poquito su timbre de voz para que su hijo pudiera escucharle.

   "Es que se escucha hasta aquí, papá..."

   De pronto asomó su cabeza por la recámara, y finalmente salió. A Julian lo habían vestido con una camiseta de súper héroes y bermudas negra que contrastaba con sus alpargatas inglesas del mismo color.

   Iba hablar —o a gritar— pero rodó los ojos cuando escuchó el sonido del timbre.

   —¡AY, QUÉ FASTIDIO! —exclamó; repentinamente miró al techo, como queriendo ver al cielo, y alzó sus bracitos—. ¡Diosito! ¿Por qué permitiste que Stuart naciera? ¡FUE UNA DESGRACIA!

   John lo miró feo y le aborotó el cabello enseguida con ayuda de su mano desocupada.

   —Yo iré a vestirme. Y tú se amable —le recordó, apuntándolo con el dedo índice; se giró hacia mí—. Paul, ¿tú podrías abrirle la puerta, por favor?

He's Perfect for Me ➳ McLennonDonde viven las historias. Descúbrelo ahora